No debiera sorprendernos ni preocuparnos que antes Teruel y ahora Soria, Ávila, León y tarde otras provincias -¿Ourense, por caso?- hartas de que los problemas de desequilibrio territorial que esconde España, tengan como privilegiadas interlocutoras a las comunidades más ricas -Madrid, País Vasco y Cataluña, por caso- quieran ser también soberanas para así tener voz y voto en el reparto territorial de la riqueza y en la búsqueda del bienestar social general.
No sé quién dijo que “la estupidez insiste siempre”. Esta afirmación podría aplicarse a buena parte del PP después del fallo humano en la votación del diputado popular Alberto Casero, que se equivocó al introducir su voto