Trump y Musk: ¿Pueden vivir dos gallos en el mismo corral?

Carmen P. Flores

Quedan apenas dos semanas para que Donald Trump regrese a la Casa Blanca tras ganar las elecciones, gracias al apoyo de su “nuevo” amigo Elon Musk, quien ha invertido más de 250 millones de euros en su campaña. No se trató de una simple donación; el hombre más rico del mundo, dueño de algunas de las empresas más influyentes del planeta y con una poderosa red social, utilizó su plataforma para asegurar el triunfo de Trump. Musk, un personaje narcisista y egocéntrico, no lo hizo por amor al arte, está claro. Se cree un superhéroe (aunque más bien un villano estrambótico y con actitudes peligrosas), y tras el triunfo de Trump y su nombramiento como responsable del “Departamento de Eficiencia Gubernamental” y asesor cercano al presidente, ya está trayendo muchos problemas a su “jefe”.

 

Es evidente que Musk no se conformará con el cargo que le han dado. Su verdadera ambición, que veremos pronto, es desplazar a Trump para situarse al frente del país. Su principal herramienta para conseguirlo son sus redes sociales, donde tiene más de 211 millones de seguidores en X. A pesar de no ser el responsable de la política exterior de Estados Unidos, no duda en intervenir donde no le corresponde, pues se considera el rey.

 

Musk ha comenzado su escalada de desestabilización de gobiernos en Europa a través de sus redes y en contactos directos con líderes ultraderechistas, lo que ha colmado la paciencia de los aliados tradicionales de Estados Unidos. Todo esto ocurre antes de que Trump haya asumido oficialmente el cargo.

 

Su intervención empezó con su respaldo público a Alternativa por Alemania, un partido ultraderechista al que pide el voto sin tapujos. Mientras tanto, el primer ministro británico, Keir Starmer, se ha convertido en uno de sus objetivos desde hace semanas. Musk llegó a afirmar que Starmer, responsable de salvaguardar a los niños, debería ser encarcelado, además de hacer apología de la violación. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, acusó a Musk de alimentar un "movimiento reaccionario internacional" y de intervenir en las elecciones, mientras que el primer ministro de Noruega, Jonas Gahr, expresó su preocupación por la intervención de un hombre con tanto poder en los asuntos internos de otros países.

 

Musk es consciente de que, tanto en Europa como en EE. UU., hay un número importante de votantes insatisfechos con sus gobiernos debido a la economía y la inmigración, lo que crea un caldo de cultivo propicio para sus mensajes populistas. Esto ha generado gran preocupación entre los gobiernos europeos por su intromisión.

 

Lo mismo ocurre en el Parlamento Europeo, donde miembros están presionando a la Comisión Europea para investigar los intentos de Musk de influir en las elecciones alemanas de febrero. Este jueves, Musk organizó una transmisión en directo con el líder del partido ultraderechista AFD. El eurodiputado alemán Damian Boeselager, del partido Los Verdes, envió esta semana una carta a la comisaria de Soberanía Tecnológica, Seguridad y Democracia, preguntando si el uso algorítmico de X cumple con los requisitos de transparencia establecidos por la Ley de Servicios Digitales. Según Boeselager, hay indicios de que Musk manipuló el algoritmo de X para favorecer su propio alcance.

 

Hace dos días, un portavoz de la Comisión Europea anunció que se investigará si la transmisión en directo de Musk con el líder ultraderechista alemán infringe las normas sobre plataformas de la UE, como parte de una investigación en curso sobre X.

 

El intervencionismo de Musk en Europa sigue siendo preocupante. Otro ejemplo es el acuerdo de 1.500 millones con Meloni, que implica entregar las comunicaciones gubernamentales, de defensa y militares de Italia a un individuo impredecible con ideas protofascistas, miembro de un futuro gobierno estadounidense. La ultraderecha es ahora un objetivo de las aspiraciones del “ministro de Exteriores del gobierno de Trump”, que antes de asumir el cargo ya está teniendo problemas con algunos países aliados de EE. UU.

 

El multimillonario dueño de varias redes sociales, especialmente X, se ha convertido en un peligro mundial. Su intento de librar a Europa de las "izquierdas", entre otros objetivos, es algo que aún no se ha pronunciado Trump. ¿Estará de acuerdo con él o lo mantendrá ocupado en estos asuntos sin darse cuenta de los problemas que le causará? ¿Hasta qué punto los intereses de Musk se entrelazan con la política? Es evidente que para él no hay límites. Solo los demócratas y una gran parte de la ciudadanía podrán plantarles cara tanto a Trump como a Musk. O tal vez, ambos se destrocen mutuamente, porque como dice el refrán: "No puede haber dos gallos en el mismo corral".

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