Rodrigo Brión Insua (A Pobra do Caramiñal, 1995). Grado de Periodismo en la Universidad de Valladolid (2013-17). Redactor en Galiciapress desde 2018. Autor de 'Nada Ocurrió Salvo Algunas Cosas' (Bohodón Ediciones, 2020).
En Twitter: @Roisinho21
Llega el último día del año y los medios de comunicación acostumbramos a bombardear a la audiencia con resúmenes que condensan todo lo ocurrido en 365 días. Difícil tarea esta, más aún cuando este 2024 consta de la friolera de 366 días cargados de noticias, algo que no ocurre a menudo, aunque sí cada cuatro años. Sin embargo, y por ir a la contra del raciocinio una vez más, ¿no sería interesante hablar de todo lo que no ha pasado en 2024?
Por ejemplo, en este 2024 no han dejado de nacer bebés. Lo han hecho a un ritmo más bajo de lo habitual, al menos en Galicia, y cada vez en menos sitios. Tampoco no ha dejado de morir gente. El 2024 pasará a ser recordado como el año en el que no se terminó la Guerra de Ucrania ni fue el año de la paz en Gaza. Desde luego no será el año en el que dejen de ser asesinados niños palestinos, ni será la vuelta al sol en la que la comunidad internacional consideró que matar de frío y hambre a civiles estaba mal. 2024 no ha sido el año de 0 migrantes muertos en el Mediterráneo ni en su penoso viaje a las Islas Canarias. Me aventuro a decir que 2025 tampoco será el que estrene esa cifra.
¿Qué más no ha pasado en 2024? No han dejado de morir mujeres, por supuesto. Más bien, no han dejado de encontrar la muerte a manos de sus parejas y exparejas. Lo fácil sería decir que han sido asesinadas, según las cuentas oficiales, cerca de medio centenar de madres, hermanas, amigas, compañeras... pero eso a lo mejor resulta difícil de entender en algunas regiones de España, donde el PP no ha roto con la ultraderecha que niega la violencia machista. 2024 tampoco será el año en el que se puso freno a la extremaderecha, más bien todo lo contrario, como tampoco se cercaron los bulos ni se acabó con la desinformación. A 31 de diciembre, Carlos Mazón no ha precisado cuál era el menú de El Ventorro cuando a media Valencia le llegaba el agua al cuello. No, este no ha sido el año de las explicaciones ni de las dimisiones.
Al otro lado la cosa no ha sido mejor. El año que se marcha no deja un buen recuerdo para los errejonistas, hoy los menos, ni para los fans de José Luis Ábalos, si es que había alguno. Ha sido el año de los comisionistas, de los novios, de las esposas, de las amantes, pero nunca por el mejor de los motivos. Ni por asomo ha sido el año de la independencia judicial, según parece, aunque esta afirmación pueda llevarme ante los tribunales, tal vez ya para 2050, cuando termine la huelga de los abogados del turno de oficio y tengan unas condiciones dignas que permitan, quizá, que la Justicia tenga unos tiempos lógicos. Como ejemplo el Alvia de Angrois, con una sentencia pobre que llegó una década después, o la Operación Carioca, que tuvo su año en 2011 y su cierre en 2024 con un único acusado para el mayor caso de prostitución en España.
España no ha sido el único país donde no han pasado cosas y al que los pélets no han dejado de llegar, ya que el mar sigue llenito de ellos. En Estados Unidos no han recuperado la cordura, por eso Donald Trump será de nuevo presidente, mientras en Venezuela no enseñaron las actas, aunque Maduro seguirá como presidente. No será el año de recuperar la normalidad en Siria, aunque derroquen al enésimo tirano en una primavera árabe que no termina de dar flores. Lo que no hemos visto es despedir a un Papa, y eso que algunos le están metiendo prisa al último.
Este tampoco fue el año de asumir mi adultez, aunque ni Rafa Nadal, ni Iniesta, ni Javier Gómez Noya, figuras que pensé que estarían ahí siempre, como siempre, me acompañen como venían haciendo en este eterno proceso de maduración. España no ganó Eurovisión, el Madrid no perdió y nadie fuera del planeta Tierra se hizo con el cetro de Miss Universo. En ese sentido no hubo ni noticias ni sorpresas.
El precio de la vivienda no ha bajado, ni el de los carburantes, ni el de los alimentos básicos, ni el de tantas y tantas cosas, prueba de que aquello que no ocurre también es noticia. Son tantas las cosas que no han pasado que, si me apuran, superan a las que sí han tenido lugar. Por destacar algo que sí sucedió: el número de atropellos a canguros en Galicia se incrementó vertiginosamente con respecto a 2023. ¿No me creen? Busquen "canguro Dodro" y véanlo con sus propios ojos. A veces incluso las cosas que sí pasan resultan tan inverosímiles que nos resistimos a creer que algo así pueda tener lugar, pero para eso estamos aquí, para seguir contándoles a diario lo que ocurre... y lo que no.
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