El pobre inicio de las capturas de pulpo reanima el interés de los comerciantes por su cría en cautividad

No es nada sencillo criar un pulpo en cautividad. De hecho, se tardaron varias décadas hasta que los científicos obtuvieron los primeros resultados satisfactorios. El objetivo era no solo saber si era posible que los cefalópodos pasasen de larva a adultos en un entorno controlado, sino también aliviar la pesca de estos animales que son un elemento central de nuestras gastronomía y cuyo consumo se ha disparado. El alza de la demanda no ha ido acompañado de una subida de la oferta y cada vez es más y más difícil conseguir pulpo de nuestras costas, por lo que las plataformas de venta recurren con cada vez más frecuencia al que se pesca en aguas de Marruecos o Mauritania.

No es de extrañar. Basta con echar un rápido vistazo a las cifras que deja el inicio de la campaña de pesca, con unos paupérrimos 210.000 kilos en poco más de un mes, un 20% menos de capturas si lo comparamos con los datos del pasado año. La caída se nota especialmente en el norte, en las rías de Muros o A Coruña, donde resulta cada vez más difícil de encontrar. 

Aunque la cuota máxima fijada por la Consellería era de 55 kilos por embarcación y por día -a los que hay que añadir otros 55 kilos por cada tripulante enrolado y a bordo-, pocas o ninguna nave alcanza esos kilos como para preocuparse por si superan el límite. Con estos guarismos, muchos compradores se quedan con la miel en los labios en muchas ocasiones, bien porque no hay o porque el que hay tiene un precio prohibitivo. 

¿UNA SOLUCIÓN A LA SOBREPESCA?

Así las cosas, muchos dirigen su mirada con expectación a las Islas Canarias, donde Nueva Pescanova proyecta abrir en los próximos meses la primera macrogranja de puplos del planeta, un proyecto pionero que busca resolver la falta de oferta y, como señalaban desde la empresa a Galiciapress la pasada primavera, pretende luchar contra la sobrepesca y garantizar un trato digno a los animales tratando de replicar “las condiciones naturales propias y específicas de la especie en su estado salvaje al cultivo productivo, evitando así el estrés animal”.

El planteamiento pone también en jaque al furtivismo, tan lucrativo para los que realizan las capturas ilegales en los caladeros gallegos. Pese a todo, no son pocas las voces que se oponen a la cría de pulpos. Los métodos de sacrificio de los octópodos han suscitado no pocos recelos entre la comunidad científica, que califica a estos animales como muy inteligentes y sensibles. El uso de "agua helada" para provocar la muerte de los animales es uno de los motivos que llevan a los grupos ecologistas a oponerse a esta forma de acuicultura, calificando el proceso como una  “muerta lenta, cruel y estresante”.

“Aunque pueda resultar llamativo para quien no esté familiarizado con el sector, la técnica de sumergir al pulpo es la más comúnmente aplicada en la industria y es la opción que busca precisamente evitar el sufrimiento del animal”, argumentaban desde Pescanova para este diario. “Trabajamos bajo los más altos niveles de exigencia de bienestar tanto con pulpo como con cualquier otra especie”, reiteran. 

PROTESTA EL 3 DE SEPTIEMBRE

De una forma u otra, no parece que sea un problema que vaya a resolverse en el corto plazo, ya que poco ha trascendido en los últimos meses de la futura planta en Las Palmas de Gran Canaria. hasta entonces, colectivos en defensa de los derechos de los animales seguirán convocando manifestaciones como las que vienen celebrando desde hace ya cerca de dos años. 

La próxima gran movilización, alentada desde plataformas como Anima Naturalis, Greenpeace, Ecologistas en Acción y otras muchas, está programada para el próximo 3 de septiembre en Madrid, ante las puertas del Congreso de los Diputados. Los promotores de la concentración esperan que sea multitudinaria, como algunas de las celebradas hasta ahora en distintas ciudades de España.

La "carencia de normativa específica para la cría y manejo de pulpos en cautividad" es uno de los aspectos que denuncian desde los colectivos animalistas, que también hacen especial hincapié en las características de esta especie tan estudiada por la comunidad científica. 

"Los pulpos nunca deberían criarse para comercializar para el consumo humano. Son solitarios, curiosos y muy inteligentes. Deberíamos cerrar las granjas industriales en lugar de aumentar la lista de especies condenadas a sufrir el infierno de ser confinadas, alimentadas artificialmente y procesarlas para su consumo", agregan, al tiempo que recuerdan el impacto que tiene sobre el medio la producción en masa de animales "tanto en la tierra como en el agua".