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Pablo Núñez (ICOG): "En Galicia hay tierras raras; hay que ser ambiciosos e investigarlas"

Pablo Núñez es delegado del Iluste Colegio Oficial de Geólogo en Galicia y miembro de la Junta de Gobierno, además de Tesorero de la Federación Europea de Geólogos y jefe de Relaciones Institucionales de Cobre San Rafael. Su conocimiento sobre los recursos minerales que alberga Galicia arroja luz sobre un tema de actualidad que trata con Galiciapress como son las tierras raras, materiales claves para la industria actualmente y que pueden provocar una auténtica guerra comercial. Estos elementos químicos están presentes en el Monte Galiñeiro y podrían estar ocultos en otros lugares de Galicia, donde el coltán o el cobre también ocupan titulares y parte de esta conversación. 

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Pablo Núñez | Foto: Cámara Minera de Galicia

 

En un momento donde la geopolítica mundial se enfoca en el máximo aprovechamiento de los recursosnaturales, algo que va desde el viento hasta la fuerza de las olas, algunos en vez de mirar al futuro buscan respuestas en el pasado, rebuscando en las entrañas de la tierra que ya horadaron los romanos y otras civilizaciones durante siglos, buscando esos minerales que hoy resultan tan codiciados. No hay que irse al corazón de África ni a Oriente Medio para encontrarlos en algunos casos, pues no están más allá de Pedrafita y algunos permanecen todavía ocultos a día de hoy.

 

Aún así, el peso de la minería en Galicia no es ni mucho menos anecdótico, pues es, según los datos, la tercera comunidad española en producción minera por la gran importancia que tienen los minerales industriales en el tejido industrial, no así los minerales metálicos, a ojos del delegado en Galicia del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos, Pablo Núñez, tal vez el gran debe de la comunidad en este sentido. 

 

Galicia tiene la posibilidad de producir minerales metálicos, que son los que marcan la tendencia, pero desde el punto de vista el ICOG no se ha hecho labor de investigación clara para poder definir los recursos que claramente que existen”, lamenta Núñez, que interpreta, en cambio, que hay algunos recursos que sí han experimentado un ligero avance, como el caso del cobre con el proyecto de la Mina de Touro – O Pino, o el litio donde “se dan algunos resultados”.

 

 

Sin embargo, son solo una muy pequeña parte comparada con el cobalto, el níquel o las tierrasraras que se esconden en algunos lugares y que siguen siendo considerados “críticos” por la Unión Europea. “No se ha dado ese salto al aprovechamiento y es una pena”, incide Núñez, que en cambio celebra que los áridos, feldespatos o micas, así como “rocas ornamentales, como la pizarra o el granito”, sí representan actividades importantes en Galicia.

 

¿TIERRAS RARAS EN GALICIA?

El caso de las tierras raras es especialmente significativo en estos momentos, donde es un nombre que está ocupando muchos titulares estos días después de la polémica protagonizada por Donald Trump en su aspiración de poder explotar estos recursos naturales en Ucrania. Desde el ICOG subrayan, en primer lugar, “que ni son tierras ni tampoco son tan raras”, sino que se trata de un nombre concedido en su descubrimiento porque se creía, allá por el S.XVIII, que no podía haber grandes vetas de estos compuestos en cantidades relevantes que permitiesen su explotación.

 

 

Se dan, sin embargo, en lugares tan singulares como el Monte Galiñeiro, uno de los pocos espacios donde se tiene constancia -o al menos indicios- de que en sus profundidades puede albergar una cantidad lo suficientemente significativa como para explorar su explotación minera. “Son un grupo de diecisiete elementos químicos, los lantánidos, el escandio y el litio, que son importantes porque poseen propiedades magnéticas, eléctricas y ópticas que son únicas que se utilizan en tecnologías adaptadas, como baterías o imanes para motores eléctricos, capaces de conseguir potencias electromagnéticas muy fuertes en espacios muy pequeños, con lo cual son básicas para los aerogeneradores, por ejemplo, pero también para pantallas LED e incluso tienen aplicaciones médicas”, detalla Núñez.

 

Son, básicamente, los componentes que hoy hacen girar a “la nueva industria” en el camino hacia un nuevo modelo energético y que hoy está en manos de unos pocos países que controlan su producción y su distribución. Pese a ser conscientes de ello, hasta la fecha se ha hecho poco por intentar revertir esa dependencia absoluta de China, por ejemplo, en el campo de las tierras raras. “Se ha hecho muy poco trabajo en esta línea”, reitera Núñez, pues “lo último que se está haciendo viene impulsado por Europa y las necesidades acuciantes que tenemos”. 

 

“Sabemos que existen indicios, pero se ha investigado poco. Algo sobre el cobalto y el níquel en Santa Comba, algo sobre el wolframio en alguna zona de Galicia, pero con las tierras raras no se ha hecho nada”, insiste, aunque también puntualiza que “la administración gallega está dando pasos en esa línea y es destacable la intención de sacar nuevamente a concurso que llevan años caducados”. “Es un primer paso, pero hay que ser más ambiciosos y abrir más camino a la investigación, porque sin investigación no hay nada”, refieren desde el Ilustre Colegio Oficial de Geólogos, fechando en los años 80 la última “investigación seria” realizada en Galicia.  

 

EUROPA MIRA A GALICIA

En esas cuatro décadas los intereses han cambiado mucho y las tierras raras, como el litio o e cobalto, han pasado de no despertar apenas interés a ser objeto de deseo por todos, mientras “nuestro grado de conocimiento no se ha adaptado a las necesidades que tiene la industria”, a juicio de Núñez. Entonces, ¿por qué no hacerlo? La explicación, a priori, podría encontrarse detrás de la estricta normativa europea o por los desafíos técnicos que suponen estos procesos, pero Núñez cree que ese despegue de la industria minera viene condicionado por la falta de voluntad para investigar más en este campo, ya que se ha sofisticado la tecnología lo suficiente como para que el impacto en el medio no sea tan lesivo y la legislación europea “contempla que puedan hacerse en espacios protegidos incluso”. 

 

 

“Es una cuestión de no haber puesto la facilidad, que es una cuestión tanto de la administración y también de las empresas. La Unión Europea está haciendo lo contrario; lo que está haciendo es un llamamiento claro precisamente a que se investigue y que se aproveche todo lo que se pueda. La nueva Ley de Materias Primas Críticas Europea de septiembre de 2024 va en esa línea y lo que establece es unos tiempos de desarrollo de los proyectos mucho más cortos de los que estamos teniendo ahora mismo”, razona, considerando que los tiempos en Europa para la apertura de las minas llega hasta los 15 años de media, mientras la ley ahora establece un plazo de 24 meses. 

 

La necesidad de una mayor agilidad obliga a que esas investigaciones comiencen lo antes posible para ajustarse a las necesidades del mercado pues, en 15 años, lo que hoy es necesario puede pasar a otro nivel de prioridad. Ese desarrollo debe hacerse en base a “proyectos óptimos, proyectos que sean viables desde el punto de vista económico, pero también desde el punto de vista medioambiental, jurídico y demás”, reconoce Núñez, que asume en ese marco legal europeo, por el que se rige Galicia, las reglas “más estrictas del mundo” para garantizar que sea así.

 

Si cristalizase esa apuesta por la investigación, Galicia podría dar alguna sorpresa relevante en materia de tierras raras, pues las estimaciones creen que este territorio, junto con algunas zonas de la bretaña francesa y de la península escandinava, puede ser especialmente rico en este sentido. El del Monte Galiñeiro, por ejemplo, “no parece que sea un depósito muy grande”, pero sí tiene potencial. 

 

“Los proyectos gallegos pueden ser potencialmente más bajos que los de Suecia, por ejemplo, pero lo importante es ser capaz de aprovechar y controlar ese proceso de transformación industrial”, justifica Núñez, pues la normativa comunitaria habla tanto de las materias primas minerales como del refinamiento de estos materiales que pretenden ser “el principal aliado de la industria galega”, aunque para ello “hay que dar pasos para facilitar permisos y trámites administrativos” que vayan en consonancia con la hoja de ruta de las materias primas minerales que viene de aprobar el Gobierno de España. 

 

DE PENOUTA A TOURO

Pese a que el campo de juego está bien definido, precedentes como el de la Mina de Penouta, en Viana do Bolo, donde el proyecto fue cerrado por el fallo judicial que declaró nula la autorización de la Xunta de Galicia, destacan una vez más ese difícil equilibro entre los intereses económicos y la protección de los ecosistemas, además de la convivencia con los vecinos. 

 

La actividad minera de Penouta era la de la única mina de coltán de Europa y Núñez recuerda sobre este caso que durante el tiempo que tuvo de actividad no se registraron incidentes catastróficos, razones que motivaron la clausura de la explotación. En cualquier caso, desde el Colegio recalcan que “es importante presentar proyectos que no tengan grietas, sólidos, homogéneos, que no puedan concurrir en estas cuestiones para que no puedan ser parados”, especialmente en aquellos territorios económicamente deprimidos donde estos varapalos judiciales pueden ser tan tremendos. 

 

 

En cualquier caso, para los geólogos es “una pena” que se llegue a estos extremos y la confianza es que se llegue a una resolución satisfactoria. Pendientes de resolución también están en la Mina de Touro, un proyecto que Núñez conoce bien en su condición de jefe de Relaciones Institucionales de Cobre San Rafael. Las opciones para el visto bueno para la reapertura de este proyecto minero, al que la Xunta dio carpetazo hace unos años y que ahora vuelve a estar de actualidad por el nuevo intento para obtener la luz verde, pasan porque el Gobierno de Galicia revalúe las condiciones que proponen los promotores, que ya han logrado que sea considerado un Proyecto Industrial Estratégico. 

 

Pablo Nunez Fernandez
Pablo Núñez | Foto: CRTVG

 

“Los criterios son bastante estrictos”, constata Núñez, mientras pone en valor un elemento como el cobre es que “importante si vamos a una electrificación de nuestro sistema energético”. “Si vamos a sustituir la dependencia que tenemos de los combustibles fósiles, en el subsuelo gallego existen altas concentraciones de determinados minerales que son fundamentales para la electrificación. Un caso claro es Touro”, destaca.

 

 

En una década el proyecto presume de “una investigación geológica muy amplia” y ahora mismo sigue especificando a los agentes todos los pormenores del mismo en su propósito de ser “otro gran dinamizador de la economía gallega” por la cantidad de empleos que están asociados a Touro en lo que “seguro va a ser un proyecto tractor de primera magnitud”.  

 

EL EMPLEO EN TOURO PUEDE SER MÁS DEL QUE SE ESTIMA

Núñez habla de todas las industrias auxiliares que girarán entorno a este proyecto que puede ser “un ejemplo para el sur de Europa”, pero algunas voces consideran que la ausencia de esos nodos que permitan crear una verdadera cadena de valor en Galicia, ya que el material sería explotad aquí pero tratado en terceros países, obligan a reconsiderar el proyecto y hacer que su aprobación definitiva se encuentre supeditada a la apertura de factorías que puedan tratar aquí esa materia prima. 

 

El proyecto Touro también lleva asociada una posibilidad revolucionaria de producción de metales en origen”, desgrana Núñez, recordando que este proyecto está asociado al proyecto E-Lix que está desarrollando Atalaya Mining en Riotinto a fin de producir directamente las barras de metal, algo que “podría hacerse en Touro y sería muy importante”, ya que cumpliría con las ambiciones de la UE.

 

 

“Si esto se puede hacer en Touro sería un precedente importante. Además, los proyectos mineros ya ponen el foco en esto, en intentar crear sinergias con el entorno para poder producir mucho más empleo y que ese empleo y que esas industrias sobrevivan después a los proyectos mineros. Que el proyecto minero sea un proyecto tractor que lance a esa industria y que pueda generar toda la industria secundaria que después perviva a la mina”, estima Núñez, al tiempo que destaca que la creación de empleo en Touro, según las estimaciones de una consultora externa, sería de unos 400 empleos directos y unos 1.600 entre directos e indirectos.

 

“Lo que es cierto, porque conozco las realidades detrás de estos proyectos de extracción de minerales metálicos, es que las cifras de empleo directo están minusvaloradas”, argumenta Núñez, considerando que esos 400 empleos directos “son pocos” y que “serán muchos más, segurísimo” pues “un proyecto de minería metálica son muchas pequeñas ciudades convergiendo en una gran ciudad”, lo que puede multiplicar hasta por cuatro la cantidad de empleos totales.

 

“Son muchos departamentos trabajando para todo el proyecto minero. Casi dejan la parte minera en lo más pequeño. Movimiento de tierras, producción industrial, mantenimiento... Acaban concentrando muchísima gente: esos 400 empleos de los que se habla para Touro son bajos”, apostilla, argumentando además que el efecto de la actividad en Touro sobre otras economías, como el turismo o el sector primaria, será “mínimo en cualquier caso”.

 

 

 

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