(VÍDEOS) El Morriña Fest devuelve a Riazor a la liga de las estrellas
Duki, Xoel López o Franz Ferdinand cerraron la segunda edición del festival herculino, por el que ayer se pasaron unas 50.000 personas.
Duki, Xoel López o Franz Ferdinand cerraron la segunda edición del festival herculino, por el que ayer se pasaron unas 50.000 personas.
El Morriña Fest demostró ser un festival ecléctico y solvente, pero algunas polémicas, como lo ocurrido con Ozuna durante su actuación, empañaron parcialmente un gran sábado de música.
Anda que no habrá vivido cosas el estadio de Riazor. Desde semifinales de Champions hasta la Copa Mundial de fútbol. Sin embargo, pocas veces reunió a tantas estrellas en tan poco tiempo. Como en las grandes noches europeas, aquellas en las que el Dépor sonrojaba al Milan de Ancelotti, el coliseo herculino se puso sus mejores galas para una cita histórica, despidiendo al Morriña Fest, que solo ayer congregó a cerca de 50.000 personas en un fin de fiesta apoteósico e inolvidable, aunque con sus inevitables notas negativas.
El ambiente en A Coruña era de día grande desde primera hora, aunque el tiempo no acompañase. La niebla cubrió parcialmente la playa, impidiendo divisar la Torre de Hércules desde ese lado de la ciudad. El tiempo amenazaba con estropear la tarde, y aunque se agradecía tener la sudadera a mano en los alrededores del estadio, lo cierto es que el clima fue indulgente con los festivaleros.
El feudo del Deportivo de La Coruña estuvo bien perimetrado y las colas, aunque largas a algunas horas, avanzaron con relativa rapidez, por lo que no hubo importantes embotellamientos. Además, las muchas entradas y sectores diferenciados del estadio contribuyeron a que el tráfico fuese fluido en todo momento.
Esto el sábado, porque el viernes, momento de dar el pistoletazo de salida con actuaciones de relumbrón como Lola Índigo o Viva Suecia, el público tampoco defraudó en la ciudad. “Tenías que verlo ayer con Maluma. No se cabía. Tanta gente…”, comentaba un muchacho en los bares alrededor del estadio, donde muchos apuraban las horas de sol antes de entrar a los conciertos.
XOEL LÓPEZ EN CASA; DUKI COMO SI LO FUERA
Muchos esperaron a Xoel López para comenzar a llenar el recinto. El Morriña destaca por ser un festival ecléctico, con una mezcla de estilos apta para todos los paladares y edades. Sin embargo, abrir con la voz de Belén Aguilera y dar paso al chunda-chunda del belga Lost Frequencies a las 17:30 horas, tal vez no sea la programación ideal, aunque claro, los artistas tienen sus compromisos y a veces el tiempo obliga a hacer cabriolas y malabares con la programación.
De cualquier forma, el ambiente se caldeó de verdad cuando Xoel López se subió al escenario. El gallego jugaba en casa, y consciente de ello demostró el amor a la ciudad y a sus colores vistiendo la elástica del Dépor, al que declaró su fidelidad sin importar la categoría. Desde ‘Tigre de Bengala’ hasta ‘Lodo’, el gallego se entregó a los suyos, que le devolvieron su dedicación con toneladas de cariño.
Llegó el turno de Duki, tal vez el favorito de los más jóvenes, que llenaron las primeras filas. El argentino aterrizó en Coruña después de la experiencia vivida hace un mes en O Son do Camiño. Arrancó con ‘Hello Cotto’, un directo al mentón infalible, antes de continuar con algunos clásicos como su parte en ‘Tumbado el club’ o ‘She don’t give a fo’ -clásicos, pese a tener apenas tres años de vida- y brindar con sus últimos temas, como ‘Frontear’ o ‘Antes de perderte’. Duki lleva años goteando por el mundo, pero la vida ha cambiado mucho para el porteño. “Estuve aquí allá por 2018 o 2019. Éramos como mil”, recordaba en Riazor, ante unas 30.000 almas en aquel momento, a las que acompañó botando en el foso en su despedida.
POLÉMICA CON OZUNA”
Tras Duki, salió Ozuna a escena. El puertorriqueño hizo las delicias con sus temas de reggaeton y sus ritmos latinos, pero con él sobre el escenario se vivió el momento más controvertido y polémico del festival. Luego de poner a todos a bailar con ‘Criminal’ o ‘Farsante’, Ozuna encaró la recta final del concierto con el tiempo ya cumplido. En uno de los últimos temas -o eso parecía-, en medio de la canción, el micro se apagó por completo y el estadio quedó en silencio, cumpliendo con el aviso que le había dado la dirección previamente al artista, ya fuera de hora. Parece que la decisión fue cortar de raíz su actuación para comenzar a preparar el escenario para Black Eyed Peas.
“Los tiempos son los tiempos, amigo”, me recordaba hoy una periodista especializada en estas lides al contarle la anécdota, una explicación que no satisfará al público, que, enfurecido, cargó contra la organización al considerar que le habían hecho “un feo” al artista, que ni siquiera se pudo despedir de los parroquianos, porque su micro ya nunca volvió a sonar, aunque sí se escuchó el “¡Tongo, tongo!” de la grada.
BLACK EYED PEAS ILUMINÓ A CORUÑA
Sea como fuere, lo cierto es que, como se suele decir, “todo lo que sucede conviene”, porque lo que vino a continuación fue el sumun de la fiesta, aunque llegó más tarde de lo esperado. Quién sabe si por alargar la fiesta con Ozuna. Para Black Eyed Peas estas tierras no son desconocidas, pero vinieron decididos a conquistarlas. A will.i.am, Taboo y Apl.de.Ap los acompañó J. Rey Soul, última incorporación de la banda y voz femenina, cubriendo el hueco que dejó en su día Fergie.
El bajo comenzó a sonar y sonar, y sonar y sonar, y sonar y sonar, y no dejó de hacerlo hasta que los estadounidenses hicieron un repaso a todo su repertorio, con temas tan icónicos como ‘Pump it’ o ‘Boom Boom Pow’, salpicados de algunos más personales como el ‘This is love’ de will.i.am con Eva Simons. La banda, una vez más, dejó claro su gusto por el latineo, lo que les hace estar en su salsa cuando pisan España y animan al público con “olés” y demás cánticos convirtiendo la pista y la grada en una charanga. Nos recordaron que había que buscar el amor y el público iluminó el camino hacia él con sus móviles, antes de concluir que la de hoy era una gran noche, algo que sabíamos todos antes de que empezase a sonar ‘I gotta feeling’, un himno al buen rollo y a la alegría.
Los que se quedaron a despedir al sábado con Franz Ferdinand -o a los que todavía le quedaba algún token, porque, insistimos, eso de que una copa valga nueve papeles con el truco de que “son solo tres tokens”, habría que revisarlo- cerraron la jornada con la banda británica, que puso el broche de oro a una edición con pocas sombras y muchas luces que se alargó hasta casi las 3:00 horas del domingo. Una grata experiencia para un festival que lo tiene todo para convertirse en referencia a nivel nacional y que en sus primeros años ya se codea con la Champions League de la música.
Escribe tu comentario