A Coruña clama justicia para Samuel Luiz: "La LGTBI-fobia parecía olvidada pero él la sufrió en su máxima expresión"

El próximo 16 de octubre se abre, por fin, un proceso que ha causado un gran revuelo en A Coruña, pero que tiene trascendencia a nivel nacional y, si cabe, también internacional. Hablamos del juicio por el asesinato de Samuel Luiz, el joven que fue golpeado hasta morir el 3 de julio de 2021 en un episodio que despertó la indignación ciudadana y, en especial, del colectivo LGTBIQ, que denunció que el homicidio de Samuel tenía un claro componente de odio por los gritos de “maricón” que los agresores dedicaban a la víctima durante la brutal paliza. 

Han pasado más de tres años desde aquel terrible suceso y la ciudad herculina se ha transformado en este tiempo. La expectación es muy alta en A Coruña por un juicio que se espera sea muy mediático, tanto por su trascendencia como por sus dimensiones: más de 40 personas llamadas a testificar, casi un centenar de cuestiones a las que debe dar respuesta el jurado popular y cinco acusados -dos menores en el momento de los hechos ya fueron condenados- que se enfrentan a penas que se elevan en algunos casos hasta los 27 años de prisión. 

El juicio se prolongará, previsiblemente, hasta mediados de noviembre. Sobre la mesa están las acusaciones de delito de asesinato, robo con violencia o si existió descriminación por condición sexual, que podría ser constitutivo de un delito de odio. Todo esto tratarán de esclarecer la familia de Luiz y la acusación popular, 

ejercida por el colectivo LGTBIQ ALAS A Coruña, una asociación que durante estos años ha mantenido viva la memoria del joven procedente de Brasil. 

“LA SOCIEDAD RESPONDIÓ DE MANERA ABRUMADORA”

Ana Fernández, presidenta de la plataforma, prefiere no comentar nada en torno al juicio, ya que se trata de un caso muy sensible y sobre el que ALAS no quiere participar en el barullo mediático que se avecina. No obstante, Fernández confía en que en la causa pueda demostrarse que, efectivamente, “existe un agravante de odio y que lo que se grita mientras asesinan a Samuel importa, y vamos a trabajar para que se demuestre en sede judicial”. 

Para un juicio con tantas claves fueron necesarios muchos años de instrucción para que, tres años después del suceso, pueda celebrarse el litigio. Fernández admite que la Justicia “tiene sus tiempos” en una instrucción “minuciosa”, aunque tampoco oculta que en este tiempo los peor parados fueron tanto la familia como los amigos de la víctima, que esperan poder cerrar este capítulo lo antes posible.

Durante estos años en ALAS han trabajado para dar voz a todos los miembros del colectivo LGTBIQ discriminados o que han sufrido episodios de acoso. El de Samuel ha sido uno de los muchos casos de agresiones homófobas o tránsbofas que han recopilado desde su fundación en 2010. El apoyo ciudadano en este tiempo ha sido significativo y ha servido, en parte, para transformar a la sociedad coruñesa, que ya no es tan ajena a este conflicto.

“Desde el principio la sociedad respondió de una forma abrumadora, con una oleada de solidaridad y cariño increíble. Lo que trajo a su vez fue poner de nuevo bajo el foco de la opinión pública un tema como la LGTBI-fobia que parecía ya olvidado”, reflexiona Fernández. En ese sentido, cree que “como ya teníamos muchos derechos reconocidos y conquistados parecía que la  LGTBI-fobia no existía”.

“Seguimos sufriendo violencias. La de Samuel fue la máxima expresión de esa violencia que esperamos que no vuelva a ocurrir jamás”, confían desde ALAS, al tiempo que esperan que este caso sirva como precedente para “concienciar a la gente en un asunto que atañe a toda la sociedad, no solo a un colectivo o una comunidad”.

MÁS RECURSOS Y EL RECUERDO DE SAMUEL LUIZ

En esta lucha Fernández hace una especial mención a las “instituciones y administraciones públicas” que deberían realizar una inversión mayor para dar apoyo a todos los organismos que tratan de ser un paraguas para las personas más vulnerables del colectivo. “Tienen que trabajar para que esto desaparezca y espero que nos encontremos en el camino correcto”, demanda Fernández, que sin embargo echa mano a los datos que publica ALAS en un informe anual en el que se detallan las agresiones que sufre el colectivo, cuando solo una de cada diez llegan a ser denunciadas. 

“Hacen falta recursos, como nuestro Observatorio Coruñés contra la LGTBI-fobia. Cuantos más existan y más se puedan dar a conocer la gente sabrá que no están solas de cara a denunciar las situaciones que puedan ocurrir o sufrir, como insultos en la calle. Es importante que estos recursos existan, con el acompañamiento y asesoramiento que pueden ofrecer para animar a los afectados a denunciar ante las autoridades”, desarrolla. 

“Nadie tiene que pasar esto en soledad. Queda mucho por hacer y no todos se atreven a denunciar, porque hay mucha gente que tiene normalizada la violencia LGTBI-fobica. Algunos estamos tan acostumbrados que tenemos la piel más dura y no reconocemos que tenemos que actuar. La sociedad, en el momento en el que contempla un comportamiento  LGTBI-fobico, por leve que pueda parecer, debería denunciar y buscar el asesoramiento de ALAS para ver cómo podemos actuar”, añade Fernández. 

Algunas iniciativas ciudadanas han girado estos años en torno a la colocación de un monumento o placa en memoria de Samuel, convertido en un símbolo de la lucha por los derechos del colectivo LGTBIQ. Los Presupuestos Participativos del Concello da Coruña incorporaban en su día esta propuesta, que por ahora no ha cristalizado. 

Desde ALAS consideran que es una propuesta “hermosa” y un “gesto de cariño y reconocimiento ciudadano”. “Si esto ocurre será maravilloso. Los símbolos no se eligen por votación, surgen de manera espontánea. El único rayo de luz que puede arrojar este caso es que Samuel encarne esa lucha contra la LGTBI-fobia y una figura que se relacione con el fin de esta lacra”, concluye Fernández.