Amistades de humo

José Luis Fernández Díaz
Colaborador

Nacido en Ourense en 1967. Estudou Maxisterio por Ciencias,especialista en Música. 

Licenciado en Ciencias Matemáticas especialidade de Estadística e Investigación Operativa na UNED.

Postgrado de Experto Universitario en Modelización de Riscos en Entidades Financieiras. 

Escrebo en varios diarios de Galiza, nalgúns co pseudónimo de José Luis Fernández Carnicero.

Mestre de Educación Musical no C.E.I.P. O Couto ( Ourense)

Membro da Xunta directiva do Liceo de Ourense.


Membro do Consello Escolar de Galiza.


Abrazoamistad


Desde siempre se supo que los amigos son tan escasos como el verdadero amor. Y todo tiene que ver. Los valores de la amistad son habitualmente malentendidos y peor interpretados. Recuerdo algunas manifestaciones de personas conocidas, que chillan con vehemencia que la auténtica amistad es la que ellos conciben; con la indiferencia de familiares y conocidos. Los demáis son traidores pues no comulgan con sus ideologías o no siguen ciegamente sus objetivos megalómanos. Así, lo que inicialmente pudiera parecer lógico, resulta ser un contravalor común, ya que la inmensa mayoría de los ególatras patológicos olvidan que el vínculo perfecto de la amistad es el amor. Decía R. Takur que la amistad resplandece en la oscuridade, olvidando que el amor no es presumido y no sólo debiera alumbrar el corazón del amigo. Refleja a todos, siendo un ejemplo a los demáis. Las necesidades personales son compartidas por amor y las faltas de tu amigo no las escribes sobre la arena de la playa, como leí en alguna ocasión, porque no se tienen en cuenta, y pronto quedan en el olvido. De este modo, una amistad perdida por numerosas causas, nunca debió ser motivo de traición. Como dice el refrán gallego: "el secreto de tu pecho no se lo digas a tu amigo, porque la amistad muere y luego sirve de testigo". Si alguna vez hubo una verdadera amistad, los valores de la lealtad y el respeto, debieran estar siempre presentes.


Según el lugar que nos toque vivir, podemos toparnos con varios modelos de amistad. La real y la etérea. De la primera ya hemos hablado, pero de la segunda, parece que a nadie le interesa opinar. Quizás sea para no meterse en líos. Quien sabe! Pero entrando en materia, el lugar de residencia puede ser determinante para identificar, con poco esfuerzo, aquellos que son amigos de conveniencia. Por ejemplo, en Ourense, cuando algún escritor, pintor, músico o intelectual muere, brotan amistades que nunca antes llegaron a tener relación con la persona. En términos coloquiales se dice que ser amigo del fallecido "aumenta la fama personal". Hasta es posible que llegasen a ser contrarios en todo, y ahora se hacen abanderados de una amistad profunda. Estos amigos parecen ser como las setas; aparecen y desaparecen en función de la oportunidad que les pueda traer mayor beneficio, siendo parásitos sin rumbo fijo y sin enterarse que ya no pueden engañar a nadie, aunque quieran parapetarse en un seudónimo, o en conversaciones forzadas con personas que los aguantan por simple educación. Para todos ellos va mi sentimiento de lástima. Además de ser payasos espontáneos, son motivo de cientos de conversaciones graciosas que algún día habrá que recoger en algún libro.


Las letras gallegas de este año, dedicadas a Carlos Casares me hizo reflexionar. Carlos tenía muchos conocidos y otros tantas personas que lo apreciaban como escritor y como persona. Observé que algunos de los que hablaban de él, cumplian todas las características de los "amigos de humo". Los que le tenían envidia de su capacidad de liderar un debate o una tertulia, se presentaban en homenajes y vivían su minuto de gloria, aportando pequeños detalles de encuentros con Casares. Las amistades de humo solo deberían servir para ahumar los chorizos en la matanza. Pero de esos lugares de trabajo también escapan. Temen que les llegue su San Martiño antes de tiempo. Así, cualquiera que se sienta identificado con este relato, cumpliendo los parámetros de la amistad etérea, aun está a tiempo de cambiar de actitud. Los otros, ya no tienen arreglo.


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