No parece que los europeo seamos suficientemente conscientes de los riesgos que estamos corriendo con la guerra en Ucrania. Una guerra de la que los principales responsables, conviene subrayarlo una vez más, son Putin y sus compañeros del Kremlin, que están cometiendo un crimen de guerra, atentando contra el derecho internacional y despreciando la Carta de las Naciones Unidas. Un crimen que se puede comparar a los que, por caso, cometieron Estados Unidos con la guerra de Vietnam, Estados Unidos y Gran Bretaña con la invasión de Irak y Alemania y Rusia con la invasión de Polonia ('Un crimen de Guerra').
Riesgos que derivan tanto de la marcha en la guerra (la resistencia del pueblo ucraniano está siendo más fuerte de lo que esperaban los dirigentes rusos) cuanto de las posiciones que vienen adoptando países como Estados Unidos, quien al tiempo que asume cada vez más el papel de "vigila de occidente", parece no estar muy interesado por una pronta y pacífica resolución del conflicto. Realmente cuando se escucha al señor Biden a uno le entran muy serias dudas sobre cuáles son sus auténticas prioridades, si poner fin a la guerra o debilitar a Rusia y de rebote su alianza con China. De ser esto último estaríamos delante de un juego muy peligroso, porque además de supeditar el futuro del pueblo ucraniano a los intereses geoestratégicos de los Estados Unidos, esta táctica puede llevar a que un conflicto ahora localizado en Ucrania se amplíe y extienda a otros estados vecinos creando una situación de máxima gravedad en Europa y, de rebote, en el mundo.
Un juego muy peligroso porque alimenta en occidente un sentimiento militarista y anti ruso que en nada favorece a Europa quien en esta guerra, que se produce en su territorio, está cediendo protagonismo a favor de la OTAN, una alianza que estaba en claro declive. Una organización militar que con su acentuada agresividad está consiguiendo tanto que los gobiernos europeos acedan a incrementar el gasto militar en detrimento del gasto social como en darle argumentos a Putin y sus compañeros para seguir con su ofensiva en Ucrania y para intensificar la persecución de la disidencia interior. Una agresividad que, por caso, no parece ayudar, sino todo lo contrario, a procurar un final feliz de las negociaciones en curso entre Ucrania y Rusia tal que consigan finalizar con la guerra.
Una guerra cuya prolongación supondría no solo dejar a Ucrania en ruinas, sino incrementar exponencialmente los riesgos de una guerra nuclear cuyas consecuencias son imprevisibles. No se debería olvidar de ninguna manera el arsenal nuclear de Rusia, que sus dirigentes amenazaron con utilizar de sentirse acorralados, ni tampoco despreciar el riesgo de que, tal y como señalaba antes, una prolongación del conflicto finalice ampliándolo a otros estados de Europa del este porque, al ser miembros de la OTAN, tal cosa supondría la entrada de esta en la guerra.
Algo que, como muy bien vienen de declarar un grupo relevante de ciudadanos del mundo, sería terrible por que si "la invasión de Ucrania creó un desastre humanitario para su pueblo" también hizo que "el mundo entero se enfrentase a la mayor amenaza de la historia: una guerra nuclear a gran escala, capaz de destruir nuestra civilización...".
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