En los Estados Unidos las campañas electorales, todas, no solo las presidenciales, son muy caras por lo que los candidatos deben de disponer de muchos fondos privados (millones de dólares) para financiar su campaña. Millones que solo pueden proceder de las corporaciones privadas que adelantan esos dineros porque saben que luego formarán parte de los equipos de apoyo al legislativo y al ejecutivo que son quienes redactan y aprueban las leyes.
Entre las grandes corporaciones que financiaron la campaña de Donald Trump estaban tanto las grandes tecnológicas de la información (Silicon Valley), como la industria militar (Lockheed), el sector financiero (Wall Street) y el lobby petrolero (Shell, Exxon) así como también muchas corporaciones y entidades ligadas al lobby judío y a las iglesias evangelistas que apostaron mayoritariamente por el candidato republicano donando millones de dólares a su campaña.
Con todos estos datos ya tenemos muchas pistas sobre las líneas gruesas de la probable política a seguir por el nuevo presidente de los Estados Unidos. Líneas que confirman los nuevos nombramientos aunque dada la particular personalidad del nuevo inquilino de la Casa Blanca pueden coger no pocas curvas. A pesar de estas dudas se puede afirmar que el medio ambiente y el feminismo estarán entre las víctimas de la nueva presidencia. En relación con el primero es notorio tanto que Donald Trump es un negacionista del cambio climático (se comprometió, en su día, a retirar a su país del Acuerdo de París y como confirmación de que mantiene la posición ya ha anunciado el nombramiento de Lie Zeldin, otro firme negacionista, como responsable de la EPA) como que el lobby petrolero marcará la agenda de su política energética. Por su parte el feminismo estadounidense sabe que corren malos vientos y por eso ya empieza a manifestarse (el nombramiento de la vieja y clásica republicana Susie Wels como jefa de Gabinete y el posible de Matt Gaetz, acusado de tráfico sexual de menores, como Fiscal general no son buenas nuevas para el feminismo)-
El belicismo coge ahora aún más alientos. Algo que comprobaremos tanto con nuevos incrementos de los presupuestos públicos en armamento hasta alcanzar cifras astronómicas como en el total apoyo a las políticas genocidas de Netanyahu en Oriente Medio, lo que incrementará la inseguridad en esa región. Un auge mayor del belicismo que traerá mayores peligros de nuevas guerras y un progresivo retroceso a nivel mundial en los derechos y libertades que harán crecer la inseguridad. La desinformación y las trolas impregnarán la política trumpista y, para eso, qué mejor que incorporar al equipo del Presidente a Elon Musk, propietario de la red social X (antigua Twitter) especialista en trolas y genuino representante de las grandes empresas tecnológicas (que ahora, con Silicon Valley al frente tornaron republicanas)? Una acción política en la que también las religiones ocuparán un lugar destacado que se verá tanto en la información como en la enseñanza.
Seguramente volverá la estrategia comercial de “America first” que prima las medidas proteccionistas (subida de aranceles) y que afectan tanto al comercio internacional como la inmigración. En relación a los posibles cambios en el comercio internacional no cabe la menor duda de que la Unión Europea será una de las grandes damnificadas (por ejemplo, el sector del automóvil). No creo que suceda lo mismo con China pues aunque volverán las tensiones y las pugnas (con Taiwán como un elemento a favor de las mismas) no está nada claro que sean definitivas y que la nueva administración adopte medidas contundentes dada la importante presencia de grandes empresas estadounidenses en aquel país. No que sí se producirán mayores retrocesos será en la política migratoria que volverá a ocupar un lugar destacado en la retórica trumpista como así parece confirmarlo el nombramiento de Tom Homan (“fiel defensor del control fronterizo” según Trump) cómo “nuevo zar de la frontera” por lo que estará a cargo de todas las deportaciones de emigrantes. Como finalice señalar que Wall Street (dominador de las finanzas internacionales) volverá a marcar las líneas fiscal (austeridad) y financiera (especulación) de la nueva Administración y para eso estará Steve Mcnuchin, exdirectivo de Goldman Sachs al frente del departamento del Tesouro.
He ahí algunos de los trazos gruesos que quien esto escribe piensa caracterizarán la política estadounidense en los próximos años y que dibujan un horizonte muy preocupante para la paz, la libertad y la democracia en el mundo.
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