Exponía el abogado estadounidense del siglo XIX, Clarence S. Darrow que “cuando yo era chico me decían que cualquiera podía llegar a ser presidente de la nación. Estoy empezando a creerlo”. Eso se puede aplicar a otros políticos con responsabilidades en cualquier administración.
La alcaldesa Colau, el presidente del Parlamento, Torrent y algún político más que se añadirán a última hora a la lista de irresponsables, anuncian públicamente su no asistencia a la recepción oficial del Rey Felipe con motivo del Mobile World Congress que se celebra en Barcelona.
Ada Colau, a título personal, puede hacer lo que le venga en gana. La alcaldesa Colau debe cumplir con las obligaciones que son propias a su cargo, le guste o no. Le entra también en su sueldo y en la responsabilidad de servir a todos los ciudadanos, no solo a los independentistas, como se está viendo. Barcelona no es un patio del colegio donde los niños, en mucha ocasiones, cogen rabietas y dicen “no te junto” a algunos de sus compañeros porque se han enfado con él. Estas situaciones no van a favorecer la continuidad del congreso en la ciudad. Hay personas que están haciendo esfuerzos para convencer a los organizadores de que deben seguir apostando por Barcelona, entre ellos Felipe VI.
Eso sí, la alcaldesa no ha tenido ningún reparo en reunirse con las esposas de los tres políticos encarcelados, y ha hecho alarde de ello en los medios de comunicación. Hay que hacer campaña, que las encuestas dan unos resultados que no le favorecen lo más mínimo.
En la misma línea de Colau, Roger Torrent, presidente del Parlament de Catalunya, tampoco asiste a la recepción. Es la manera de dar la nota y que tenga repercusión mediática internacional. Que se enteren aun más de las autoridades tan impresentables que tiene Catalunya.
La acción de Torrent se viene a sumar a la protagonizada el día anterior, en un acto del Colegio de Abogados, donde pronunció un discurso digno de un activista de partido y no del cargo que representa. Sus palabras provocaron la marcha de algunos de los presentes ¡Cómo se pasa este presidente! Aprovecha cualquier acto institucional para soltar su discurso de partido.
Estoy convencida de que al Rey Felipe no le hace ninguna gracia estar con Colau, Torrent y alguno más, pero tiene la obligación de hacerlo. Los que tienen responsabilidades ya saben perfectamente cuáles son sus obligaciones y sus derechos; y de sus obligaciones sacan buen provecho. Así, dejen a un lado los partidismos, trabajen para todos, porque será la única manera de apaciguar los ánimos. No se debe agradar o tomar partido solo por una parte de la ciudadanía. Ello contribuye a hacer más grande la división en la sociedad catalana, como si no estuviera ya bastante dividida.
La representatividad de la alcaldesa y el presidente del Parlament es de todos los catalanes, algo que se les olvida constantemente para indignación y vergüenza de muchos ciudadanos.
“Estoy horrorizado! No sé si el mundo está lleno de hombres inteligentes que lo disimulan... o de imbéciles que no se recatan de serlo”, decía M. Briuckman.
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