Señorías -sin acritud- quédense con la sabiduría popular que encierra hoy nuestro modesto titular: El Parlament de Catalunya no es una taberna.
El famoso juego de las sillas; ya saben el que un número de personas dan vueltas a unas sillas, siempre una menos que personas, mientras suena una música y al detenerse ésta deben sentarse, el que queda en pie eliminado; se inventó en los salones de Versalles durante los tiempos de María Antonieta, quien mataba su tiempo en juegos mientras el pueblo moría de hambre.