Tramposos fiscales

Luis Moreno

La noticia ha causado algo más que alarma social. No por sospechado su efecto ha sido menor. La propagación mediática ha incrementado --más si cabe-- el desencanto de las gentes respecto a la justicia en el pago de los impuestos. Ha sido otra constatación del axioma que proclama que en todas partes hay “ricos y pobres”, o “listos y tontos”.


Los tramposos fiscales no conocen raza, país u orientación ideológica. Ya se sabía que la creación de empresas “offshore”, a fin y efecto de pagar menos impuestos, era una práctica llevada a cabo por aquellos “ricos” y “listos” que disponen de medios para escabullirse del pago fiscal vigente en los países de su residencia como sujetos tributarios. Las personas involucradas según los medios de comunicación han realzado la notoriedad de los hechos. Poco se comenta de sus implicaciones más profundas para nuestros modos de vida y sistemas políticos.


Como es bien sabido los países europeos son lo que obtienen mayores recursos financieros mediante la recaudación fiscal. O sea, el Viejo Continente es donde se pagan más impuestos. En algunos países emblemáticos, como Suecia, el tipo marginal (más elevado) del pago del impuesto personal de la renta ha llegado a alcanzar el 52%. En España para el tramo de IRPF para la renta de 2015 de más de 60.000 euros es del 45%.


Mucho se arguye por economistas críticos con el neoliberalismo que Suecia sigue ofreciendo un ejemplo de país con una economía saneada y un envidiable estado del bienestar. Allí, los jóvenes pueden emanciparse sin mayores problemas para encontrar un lugar de residencia o estudiar en las reputadas universidades del país escandinavo. Las mujeres participan en un nivel altísimo en el mercado laboral merced a la abundancia de puestos de trabajo disponibles principalmente en el sector público y en los servicios del bienestar. La tasa general de paro está en torno al 7% por contraposición al más del 20% en España. Tales ejemplos y datos ilustran políticas y derechos sociales de un sistema de protección altamente legitimado por ciudadanos y votantes. Recuérdese que los anteriores gobiernos de centro-derecha de la llamada “coalición burguesa” no desmantelaron tan “costoso” estado del bienestar, el cual es sufragado por la imposición general.


Los ciudadanos y residente en Suecia contribuyen con sus impuestos (directos e indirectos) al fondo común fiscal posibilitador del pago de servicios y prestaciones públicos. Y lo hacen respetando el principio de la progresividad fiscal. Es decir, que deben pagar más impuestos (y no sólo proporcionalmente) quienes disponen de rentas mayores. Naturalmente, una prioritaria función de la recaudación fiscal es la lucha contra la evasión fiscal. ¿Quiere ello decir que los suecos son todos ejemplares y no hacen trampas con el pago de sus impuestos? Nada más lejos de la realidad. La avidez por el dinero y su acopio es un rasgo transversal en nuestras sociedades contemporáneas, incluso en aquellas donde prevalece un interés por lo colectivo y la “casa común” (folkhemmet), como es el caso del modelo de capitalismo del bienestar sueco.


Podrá argumentarse que el papá estado sueco actúa en ocasiones como un Gran Hermano orwelliano que persigue implacable a quienes nos cumplen con sus deberes fiscales. Recuérdese el arresto del genial Ingmar Bergman por evasión fiscal en 1976. Se ha aducido que casos como el de Bergman y el de otros famosos conllevan un plus de ejemplaridad que ha vuelto a poner en candelero la publicación de los Papeles de Panamá.


Uno de los “acusados” ahora en Suecia es Nordea, uno de los mayores bancos en los países nórdicos. Alrededor de 400 millonarios suecos, clientes de Nordea son mencionados en los informes facilitados por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) que ha participado en el rastreo de los papeles de Panamá con relación a las secretas compañías “offshore”.


Aunque el estado del bienestar nórdico se ha identificado como el más avanzado dentro del Modelo Social Europeo, ello no es indicativo de los problemas de impostura moral que confronta otro país de la misma área cultural y geográfica como es Islandia. Ha sido particularmente áspera la reacción popular de indignación contra la actuación de su primer ministro, Sigmundur David Gunnlaugsson.


Según los Papales de Panamá, el primer ministro fue copropietario junto a su mujer de una empresa offshore hasta el 31 de diciembre de 2009, la cual desarrollaba actividades ocultas evitando pagar impuestos en Islandia. La reprobación moral hacia Sigmundur David ha sido espontánea, precisamente contra un político que parecía representar la cara de la “decencia e independencia” islandesa tras la debacle financiera de estos últimos. La crisis aumentó considerablemente las deudas de los hogares a costa de los bancos fallidos y rescatados con el dinero público de todos los contribuyentes islandeses.


El caso en España de las SICAV (sociedades de inversión de capital variable) ilustra cómo aquellos ciudadanos ricos con sobrada capacidad de influencia y recursos cognitivos pudieron evitar pagar el mismo nivel de impuestos que el común de los contribuyentes. Se arguyó que la postrera regulación de 2010 fue responsable de la retirada masiva aquel año de inversiones en las SICAV de unos 140 millones euros. Generalmente, el argumento disuasorio es el empleado para justificar el mantenimiento de agravios fiscales que favorecen a los más pudientes. Caso contrario, el dinero “vuela” a otros destinos más amables con los capitales peregrinos, siempre reacios a una mayor imposición de las rentas personales y corporativas. Al ahuyentar capital e inversiones, quedamos prevenidos, el crecimiento de la economía se gripa. Tales argumentos reiterados con el martillo pilón de las opiniones académicas y mediáticas más sensibles a los intereses millonarios son efectivos pero, en no poca medida, falaces.


Por cierto, ¿han oído a alguno de los partidos enfrascados en la negociación de un nuevo gobierno en España cómo piensan atajar en la práctica la evasión fiscal y hacer efectivo el principio de progresividad para que paguen más quienes más tienen? Yo tampoco…



Luis Moreno es Profesor de investigación del CSIC en el Instituto de Políticas y Bienes Públicos y autor de ‘Trienio de mudanzas. España, Europa y el mundo, 2013-15’.

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