Acabo de leer que al Juez Vidal le van a permitir actuar como Juez tras la sentencia que ha emitido la Sala de lo Contencioso administrativo del Tribunal Supremo, una decisión que a los que no somos independentistas nos ha causado estupor y, en mi caso, miedo escénico ante la posibilidad de que por circunstancias de la vida me tenga que sentar en un banquillo y me juzgue este señor.
Por experiencia familiar que alguna vez he contado en esta misma sección, sé que los que peleamos por defender al Estado español y su Constitución, así como el respeto a la convivencia pacífica, no tenemos un trato imparcial de aquellos que, por ejemplo, el Señor Vidal, se empeñan en elaborar una Constitución para los que piensan como él, aunque ello suponga un gravísimo quebranto para la paz social en Catalunya y España.
El Juez Vidal tiene derecho a pensar como mejor le parezca en sus ratos de ocio o de reflexión personal, pero ¿no es de sentido común que a quien se le aparta de la Judicatura porque ha conspirado contra el Estado tan gravemente elaborando una Constitución ilegal, no pueda juzgar a quienes sí respetan la Constitución como ley de leyes aprobada en referéndum por todos los españoles? Uno puede incluso comprender la simpatía que por el Juez Vidal pueda sentir alguno de sus compañeros togados. Pero hacerse el Tancredo en un asunto tan serio, me parece un síntoma muy preocupante de corporativismo que deja la imagen de la Justicia a la altura de "los Intocables". Como ya sentenció Aristóteles 300 años antes de Cristo: Se piensa que lo justo es lo igual, y así es; pero no para todos, sino para los iguales. Se piensa por el contrario que lo justo es lo desigual, y así es, pero no para todos, sino para los desiguales.
Igual o desigual, yo no quiero que me juzgue el Juez Vidal.
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