Los ultraprocesados invaden nuestras mesas, no se libra ni la dieta atlántica
Los alimentos ultraprocesados han venido para “ahorrar” tiempo, tomar un aperitivo cuando creemos que nuestro estómago está vacío o a llenar nuestra boca con una cascada de sabores. Sin embargo, el alto consumo de estos productos sobre todo por parte de los más jóvenes, ha hecho que se incrementen los índices de obesidad, diabetes y otras enfermedades. ¿Qué están haciendo las autoridades de nuestro país para frenar esta tendencia?
Los alimentos ultraprocesados han experimentado un crecimiento exponencial en la dieta de los menores, generando serias preocupaciones en la comunidad científica y sanitaria. España es el segundo país mediterráneo con mayor consumo de estos productos, solo por detrás de Malta, según un estudio de la Universidad de Sao Paulo. Este patrón de alimentación está teniendo consecuencias alarmantes en la salud de la población infantil. Y es que la combinación de sal, azúcar y grasas saturadas han creado incluso adicción entre los más jóvenes quienes han desdeñado la dieta mediterránea y la atlántica a favor de la combinación sal-azúcar-grasas saturadas y trans. Estos tres elementos son hiperpalatables, crean adicción, debido a los sabores que no ofrecen los alimentos tradicionales. Ni siquiera la fruta más sabrosa parece hacerles sombra. Además, el aumento de precios en productos de huerta y alimentos frescos hace que los bolsillos de las y los consumidores “agradezcan” que mucha de esta comida ultraprocesada llene la nevera. Pero todo esto tiene unas consecuencias, sobre todo para los más jóvenes y su desarrollo físico y cognitivo.
DAÑOS DE LA COMIDA ULTRAPROCESADA
Los ultraprocesados están directamente relacionados con un aumento del riesgo de enfermedades metabólicas y neurológicas. De esta forma se ha detectado una mayor incidencia de obesidad y diabetes tipo 2. El motivo está en que estos productos contienen altos niveles de azúcar, grasas saturadas y sal, promoviendo el aumento de peso y la resistencia a la insulina. Añadamos además el incremento de problemas cardiovasculares debido a la inflamación crónica por la ingesta de ultraprocesados, y lo que es más grave, que estas dolencias cardíacas pueden aparecer en edades tempranas
Esto no queda ahí porque se ha observado que los niños que consumen grandes cantidades de ultraprocesados pueden experimentar mayor ansiedad, depresión y problemas de sueño. Entre estos tres factores se puede crear un cuadro de deterioro cognitivo como refleja un meta-análisis publicado en BMJ señala que por cada 10% de aumento en el consumo de ultraprocesados, el riesgo de demencia aumenta un 25%.
El daño que producen los alimentos ultraprocesados se produce por la gran acumulación de químicos como son los aditivos y los potenciadores del sabor. Estos elementos pueden generar dependencia, similar a la adicción al tabaco. Ya se ha mencionado que desplazan de la dieta alimentos frescos y nutritivos, reduciendo la ingesta de vitaminas, minerales y fibra esenciales para el desarrollo infantil. Alteran la producción de neurotransmisores clave como la dopamina y la serotonina, afectando el bienestar emocional y cognitivo de los menores.
ESTRATEGIAS PARA FRENAR A LOS ULTRAPROCESADOS
El problema de los ultraprocesados es universal pues no hay país que se haya librado de tener en su territorio, por lo menos, alguna de las grandes cadenas de comida rápida o que en sus centros comerciales no tengan estanterías repletas de estos alimentos. En algunas naciones se ha llegado incluso a declarar epidemia el grado de obesidad instaurado entre la población, así como la diabetes y otras dolencias relacionadas con este tipo de dieta.
Es por eso que algunos países han creado estrategias y campañas dirigidas a la promoción de la comida saludable, una vuelta al sabor tradicional pensando en los niños y adolescentes, los blancos más fáciles.
En España se ha diseñado la Estrategia Nacional de Alimentación (ENA), desarrollada por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación con el objetivo de transformar el sistema alimentario español en un modelo más saludable y sostenible. Para ello se promocionarán sistemas alimentarios saludables que permitan reducir la ingesta de ultraprocesados y sustituirlos por alimentos frescos.
Se buscarán vías de investigación (I+D+i) para producir alternativas alimentarias más saludables. Esto último acompañado de una menora en la información al consumidor sobre la composición de lo que va a comer. Se trata de educar para nutrirse mejor gracias a la información que debe aparecer en las etiquetas y textos de los envases.
GALICIA
Galicia también ha decidido dar un giro en las políticas alimentarias dirigidas a los niños y jóvenes. De esta premisa surge el Plan Obesidade Zero 2022-2030. Este plan básicamente busca una mejora en los parámetros nutricionales para impedir la aparición prematura de enfermedades como la diabetes, obesidad u otros riesgos potenciales derivados de las comidas ultraprocesadas.
Una primera acción será la creación de ambientes saludables aumentando y mejorando la disponibilidad de alimentos frescos en colegios y espacios públicos. Capacitar a las personas en los hábitos más saludables mediante el incremento de conocimientos en las personas para comprender, evaluar y utilizar información relacionada con la nutrición y la alimentación de manera efectiva. Esto último se denomina alfabetización nutricional y las escuelas y comunidades son el objetivo.
Al igual que el programa ENA, se crearán programas de salud pública basados en evidencia científica para reducir el impacto de los ultraprocesados. En definitiva, el plan busca reducir significativamente las tasas de obesidad infantil previniendo las enfermedades relacionadas con la alimentación en Galicia.
La avalancha de alimentos ultraprocesados se ha convertido en una amenaza creciente para la salud infantil que influye incluso en el desarrollo cognitivo. Debido a esto, España y Galicia han tomado medidas concretas para combatir esta problemática, aunque el éxito de estas estrategias dependerá en gran parte de la implicación de la sociedad en su conjunto. La educación, la regulación y el acceso a alimentos saludables serán claves para revertir esta tendencia y garantizar un futuro más saludable para las nuevas generaciones.
Escribe tu comentario