¿Por qué Junqueras, que pagó con cárcel, es un traidor y Puigdemont, que huyó, es un héroe para algunos independentistas de Cataluña? (vídeos)
Ni uno ni otro han renunciado al objetivo político de una Cataluña independiente. El líder de ERC lo defiende desde dentro justificando un pacto con el PSOE. El líder de Junts sigue fugado y es el referente de los que planean una independencia unilateral, que pueden ser no la mayoría de los soberanistas, pero sí los más ruidosos en las calles.
El presentador y humorista Quique Peinado, natural y defensor del barrio obrero de Vallecas, de Madrid, acudió hace tres meses a una entrevista en el programa 'La Fábrica' presentado por Gabriel Rufián para hablar de la actualidad política y, entre otros temas, trató el procés independentista catalán. Peinado se mostró comprensivo con el movimiento, afirmando que "tiene amigos independentistas de toda la vida, desde antes de que el independentismo fuera mainstream, tanto catalanes como vascos", y quiso dejar claro que nunca se ha sentido "agredido" ni "minusvalorado" por las ideas de sus colegas. Pero hizo un inciso, explicando que en alguna ocasión ha hablado sobre el procés en redes y sí ha recibido una oleada de insultos por parte de algunos independentistas: "Los de Junts, o como lo llaméis ahora, esta gente que son muy de derechas, me han tratado como un ser inferior", lamentó el periodista. "A veces he recibido insultos que he pensado, ¡uala! Esta peña cómo va...", agregó.
Sobre Carles Puigdemont dijo: "Me resulta una persona especialmente antipática. Yo una de las cosas que no entendía de Catalunya durante la movida del referéndum era por qué le daban caña a Junqueras y a Puigdemont no. Junqueras ha estado en la cárcel y Puigdemont en una mansión en Waterloo. ¿Cómo puedes decir que Junqueras es, lo que sea, y Puigdemont un héroe? Pensé 'uff! Qué torcidas están las cosas en Catalunya".
Esta contradicción que tiene el movimiento independentista - que no se entiende ni desde dentro ni desde fuera- y que señaló Peinado se ha hecho patente en la Cumbre Hispano-Francesa celebrada este jueves en Barcelona, donde un centenar de personas se han concentrado para insultar al presidente de Esquerra Republicana, Oriol Junqueras. Lo han rodeado en la manifestación contra la cumbre, a grito de "traidor", "botifler" y "Puigdemont President". Incluso se han llegado a escuchar frases tan lamentables como "te queremos en prisión".
Al final el líder de ERC y exvicepresidente del Gobierno catalán, Oriol Junqueras, tuvo que abandonar concentración contra la cumbre hispano francesa que se celebra hoy en Barcelona entre abucheos e insultos de "traidor". Sonaban también gritos de "Puigdemont es nuestro presidente".
El lídere de ERC, Oriol Junqueras, tuvo tiempo de hablar con la prensa antes. El ex-vicepresidente dijo este jueves la presencia del presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, en la Cumbre Hispano-Francesa porque hay que aprovechar "todas las oportunidades para reivindicar los derechos democráticos y el derecho del pueblo catalán a decidir su futuro".
Es una realidad, una parte del independentismo ha conseguido retorcer el relato hasta el punto en que Puigdemont se ha convertido en un "héroe" y Junqueras en un "traidor". Una visión, cuánto menos, curiosa, repasando lo sucedido. El 27 de octubre de 2017, desde la tribuna del Parlamento de Catalunya, el entonces president Puigdemont realizó la Declaración unilateral de independencia de Catalunya (DUI), llenando de ilusión el corazón de muchos catalanes independentistas que llevaban tiempo esperando a que llegase ese momento. Sin embargo, fue solo una declaración, y no fue plasmada en el boletín oficial de la Generalitat. Por tanto, nunca se proclamó la independencia. Fue una escenificación antes de que el Estado español aplicara el artículo 155.
En ese momento, el barco que llevaba a Ítaca se hundió. El recorrido que el independentismo hizo desde la gran manifestación de la Diada de 2012 culminó, y no se consiguió el ansiado objetivo. Sin embargo, Puigdemont seguía calentando la idea de que Catalunya había proclamado la independencia, pero solo ante la galería, porque el mismo domingo 29 hizo las maletas y se fue a Bruselas. No avisó a nadie, ni a sus compañeros de Govern. El mismo lunes 30, cuando saltó la noticia, Jordi Turull y Raül Romeva lo esperan en las inmediaciones del Palau de la Generalitat, totalmente desconcertados. Nunca apareció, el capitán fue el primero en abandonar el barco.
Y con el capitán fugado, en Catalunya se quedó el líder de ERC y vicepresident hasta la aplicación del 155. Oriol Junqueras admitió el fracaso y permaneció en su tierra, comprometiéndose con los actos que había realizado - igual que lo hicieron muchos consellers de Junts-. Junqueras, filósofo, debió recordar a Sócrates cuando fue condenado a muerte y no huyó de Atenas, por respeto a la ley. Aceptó su destino igual que lo aceptó Junqueras, sometiéndose a una legislación que, aunque la considerara injusta, es la que existe y por tanto se debe acatar.
Luego está Puigdemont, con un modelo alejado de la filosofía clásica y mucho más cercano a figuras como Francesco Schettino, el capitán del Costa Concordia, que fue de los primeros en abandonar el barco cuando empezó a hundirse. Y estas formas son las que ha comprado una parte de la militancia de Junts - los seguidores de Laura Borràs y del 'molt honorable' president-, que aplauden la deslealtad y el engaño por delante de la ética. Como trumpistas y bolsonaristas, no son capaces de asumir que han perdido unas elecciones y tienen que deslegitimar al actual Govern por no actuar como ellos quieren. Llaman al líder de ERC, que ha estado en prisión para defender la independencia de Catalunya, "traidor", "botifler" y demás lindezas, insultos que solo tienen como objetivo extremar la polarización e imponer el relato propio por encima de los demás. Es jugar al blanco y negro, a los buenos y a los malos, olvidando que la realidad suele estar en los grises en la mayoría de ocasiones.
Esperemos que el sentido común se imponga en esa parte del movimiento independentista totalmente desatada, y que un partido como Junts deje de ser un ente bicefálico y acaben ganando las formas sensatas de Turull sobre las de Borràs y la del president 'huído'. Porque para construir un país, una comunidad autónoma, o lo que sea Catalunya para cada uno de los ciudadanos, se necesitan grandes consensos, respeto y un ambiente sosegado. Y por supuesto, se debe huir de la confrontación, el insulto y el reduccionismo, que para eso ya está Vox.
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