Ourensano nacido en Vilagarcía (1978). Coordinador de Galiciapress desde 2018. Licenciado en Periodismo por la USC (2000) , Diploma de Estudios Avanzados en Comercio Electrónico por la UDC (2002) y Máster en Publicación Electrónica por la City University London (2004). Ex-miembro de las directivas del Colexio Profesional de Xornalistas de Galicia y del Sindicato de Xornalistas de Galicia.
Sulla marchó contra Roma y finalmente la asamblea popular lo ratificó como dictador. Trump marchó contra el Capitolio y el pueblo lo ha elegido presidente. El tabú del uso de la violencia ha sido violado. El violador, en vez de recibir castigo, ha sido sido legitimado. El tabú ha caído y la república empieza a desmoronarse.
La victoria de Donald Trump en las elecciones de hoy es un paso más en el desmoronamiento de la democracia liberal en Estados Unidos y, por ende, en ese Occidente donde, por cierto, vivimos usted y yo.
Algunos dirán que en su mandato anterior no pasó nada grave y que el sistema sobrevivió. Se olvidan que los cambios son paulatinos, aunque haya fechas clave, y que la historia nunca se detiene.
El tiempo de un mundo dominado sólo por la república de Estados Unidos llegará a su fin, tarde o temprano, es inevitable. Caerá, como cayeron Roma o el Imperio Británico. Cuando los historiadores del futuro debatan cuándo y cómo empezó su declive, apuntarán al 6 de enero de 2021. Al asalto al Capitolio, cuando una turba de seguidores de Trump intentaron impedir por la fuerza la certificación de su derrota electoral.
Aquello fue un intento de golpe de estado. Se usó la violencia por parte de una minoría para intentar imponerse a lo decidido por la mayoría. Se violó, por tanto, el tabú básico de la democracia.
En la República Romana, inspiradora de las democracias actuales, también estaba vetado el uso de la violencia para dirimir cuestiones políticas. Hasta tal punto, que los máximos mandatarios del Estado y de las legiones, los cónsules, tenían prohibido meter armas y tropas en la ciudad. Dentro de las murallas, eran tan vulnerables y sometidos a las leyes como cualquier ciudadano del Aventino.
Como Sulla, Trump protagonizó el primer golpe de estado contra su República. Hoy constatamos que el 6 de enero de 2021 fracasó sólo en apariencia.
Sin embargo, cuando en el año 88 AC el cónsul Lucius Cornelius Sulla Felix vio como, aprovechando su ausencia, el Senado le movía la silla, manipuló a otra turba, las legiones a su mando, y marchó sobre Roma.
Como Trump tras su derrota ante Biden, justificó sus acciones arguyendo que una élite había subvertido las normas para privarle del poder, en este caso del mando militar.. Él no actuaba contra la ley; partió hacia Roma para defender la ley y el orden. Es el mismo argumento que usaron los camisas negras de Mussolini en 1922 y los trumpistas en 2021.
Aquel golpe de estado triunfó. Los legionarios hicieron lo nunca visto, cruzaron las murallas. Sulla purgó a sus enemigos e impuso las reformas que le convenía, como ser el cónsul encargado de una nueva ofensiva en Oriente que prometía enormes botines.
Sulla no se proclamó dictador inmediatamente, pero acabó siéndolo tras la ratificación por la asamblea del pueblo. Aunque durante su mandato mantuvo la pátina de una República, sin duda fue él quien abrió la puerta al uso de la violencia para lograr el poder. Como narra Tom Holland en Auge y Caída de la Repúblic Romana, a su muerte, se sucedieron las guerras civiles, que provoccaron el fin la República y el nacimiento del Imperio Romano.
Como Sulla, Trump protagonizó el primer golpe de estado contra su República. Hoy constatamos que el 6 de enero de 2021 fracasó sólo en apariencia. La leyenda de aquel día ha sido clave para reforzar la lealtad entre los que votan a Trump. La idea clave hoy es la misma que entonces, hay una élite pervirtiendo las leyes democráticas en su beneficio y en contra del pueblo, una elite que hay que desalojar como sea. Tras la victoria de hoy, se puede razonar que su insurrección no fracasó, al menos no completamente, como tampoco fracasó del todo el punch de los nazis de 1923, que permitió a Hitler convertirse en el protagonista de la vida pública alemana.
Si no logra perpetuarse, ¿conciben a Trump o a los suyos cediendo pacificamente el poder? En ese caso, ¿está justificado el uso de la violencia -una guerra civil- para desalojarlos?
Tranquilos, al menos por ahora. Igual que Sulla, Trump no buscará proclamarse dictador, no inmediatamente. Simplemente, manejará los resortes de la república para intentar perpetuarse en el poder por las buenas, es decir, eliminando la limitación de mandatos que fija la Constitución y ganando las siguientes elecciones. Si no logra ambos objetivos, ¿conciben a Trump o a los suyos cediendo pacificamente el poder? En ese caso, ¿está justificado el uso de la violencia -una guerra civil- para desalojarlos?
La historia no se repite, pero rima. Cuando una democracia es incapaz de derrotar a aquellos que la subvierten, existen muchas posibilidades de que sus enemigos acaben triunfando, pervirtiendo desde dentro el sistema que les ha permitido acceder al poder.
Sulla marchó contra Roma y finalmente la asamblea popular lo ratificó como dictador. Trump marchó contra el Capitolio y el pueblo lo ha elegido presidente. El tabú del uso de la violencia ha sido violado. El violador, en vez de recibir castigo, ha sido sido legitimado. El tabú ha caído y la república empieza a desmoronarse.
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