En política, como en otras profesiones, hay buenos, malos, regulares y peores. La habilidad de un político es inspirar confianza, credibilidad, honestidad, firmeza, carisma, empatía, inteligencia emocional, visión estratégica, capacidad de comunicación, cercanía, etc. Algunos podrán pensar que son demasiadas cualidades las que se les exigen. Es cierto, pero para liderar un país, sus dirigentes han de cumplir al menos seis de ellas. Es lo mínimo que se le puede exigir a un líder. Lo malo del asunto es que son pocos los que reúnen estas cualidades que debería exigir la ciudadanía cuando da su voto en las urnas.
El entorno del gobernante, en todas las administraciones, es algo que se debe cuidar, con personas responsables, discretas, con sentido de servicio y sobre todo con sentido común. Los tiempos han traído a nuevos personajes que representan todo lo contrario. No todos, pero sí los suficientes como para dejar su huella impregnada que despierta rechazo, y genera conflictos innecesarios.
En los gobiernos, el presidente, los alcaldes y otros siempre buscan a alguien que en situaciones nada fáciles que sirvan de liebre, como en las carreras, para distraer la atención hacia el lado que interesa. Ese personaje debe ser lo suficientemente habilidoso para no dañar la imagen de su “jefe”. No es una tarea nada sencilla. Si el elegido para este cometido resulta ser un provocador, sin medir sus límites, las cosas pueden volverse en contra. Eso es lo que está sucediendo con el ministro Óscar Puente, que en un tiempo récord en su cargo ha sido capaz de montar unos cuantos “pollos”. El vallisoletano es un periodista frustrado y utiliza las redes sociales como cualquier hooligan de un equipo de fútbol, dando palos a todos los que no piensa como él. Si fuera un simple aficionado de un equipo, por ejemplo, el de su ciudad, no pasaría nada. El problema viene cuando resulta que forma parte del Gobierno de España y no es una cosa pequeña; aunque él es un hombre grande de cuerpo, es pequeño de entendederas.
En el conflicto entre España y Argentina, con las declaraciones desafortunadas del presidente argentino durante su intervención en un mitin de Vox, su partido “hermano” en España, a Milei se le fue la lengua, sin reparar en las consecuencias de sus graves palabras. Lo hizo sin que se le moviera un solo pelo del pelucón que luce, que dice mucho de su personalidad. El conflicto está servido, al menos hasta el día 10 de junio, fecha de las elecciones europeas. Esta situación no se hubiera producido si antes, el ministro Puente, no hubiera tenido incontinencia verbal en su intervención en el Escuela de Gobierno de los socialistas de Castilla y León en la que acusaba al presidente de Argentina, Javier Milei, de aparecer en televisión “previa a la ingesta o después de la ingesta de qué sustancia”. Situación que no gustó nada a Milei, que aprovechó la ocasión para sacar sapos por su boca que tanto ha cautivado a sus votantes.
Así que, aprovechando su viaje a España , y jadeado por Santiago Abascal - aunque no necesita a nadie- , se vengó del presidente del gobierno. Claro que se le olvida que está en España y que no se puede venir a insultar. Las acusaciones han llevado a un conflicto diplomático sin precedentes. ¿Era previsible? Sí. Sánchez debe tomar una decisión y después de las elecciones europeas ha de llevar a cabo una” pequeña” remodelación de su Gobierno: sacar del mismo a Óscar Puente, que le trae más problemas que beneficios. De paso, aplicar la misma política en su equipo técnico-político de confianza que le rodea en La Moncloa. Si no lo hace, los problemas se le irán multiplicando, como si no tuviera ya los suficientes como para añadir más.
El talante del ministro se ha visto también este martes cuando, habiendo sido premiado con el premio Limón Especial en la última edición de los Premios Naranja y Limón que otorga el colectivo de periodistas Primera plana, que suele premiar con alguno de estos dos cítricos a los políticos en función de su relación con los periodistas, ha declinado recogerlo. Pero sí ha realizado un video justificando su ausencia y de paso tirar unas cuantas puyas. No sería él mismo si no hiciera una de las suyas. Aquí se puede aplicar la ya famosa frase que dice: “Calladito estás más guapo” y sobre todo haces un favor a tu presidente y al gobierno de España al que demasiadas veces le estás haciendo un daño importante.
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