VOX se opone al tratado internacional que negocia la OMS (Organización Mundial de la Salud) para reforzar la prevención, la preparación y la respuesta mundial ante futuras pandemias.
La pandemia de la COVID-19, la más mortal de la historia (segundo la OMS fueron casi 6,5 millones las personas fallecidas por esta pandemia), nos dejó varias enseñanzas que no me deberíamos despreciar y mucho menos olvidar.
Una de las enseñanzas sería que la creciente presión que la actividad humana viene ejerciendo sobre el mundo animal (origen de todos los virus) lleva a pensar a los científicos que los riesgos bien de una nueva variante de la COVID o bien de una nueva pandemia (que muy probablemente podría ser mas virulenta y peligrosa) son, hoy por hoy, muy elevados. No menos relevante es la enseñanza de que los recortes del gasto público en funciones de bienestar, como la atención sanitaria, la vejez y la familia disminuyeron la capacidad de respuesta de los Estados frente a la pandemia, provocando así que el número de fallecidos fuese muy superior a lo que sería menester. Muchos Estados de la Unión Europea (entre ellos España) que habían apostado por la “austeridad expansiva” fueron una prueba de tal evidencia. Basta con comparar el número de muertos en los países escandinavos (Dinamarca, Finlandia, Noruega: entre 300 y 600) con los de otros estados europeos de parecido nivel de renta (Alemania, Francia, España que superaron los 1.500, Italia y Gran Bretaña los 2.000).
Otra enseñanza fue que si bien las vacunas demostraron su eficacia, los intereses de la industria farmacéutica que controla su comercialización (buscando la máxima ganancia) primaron sobre la salud de los ciudadanos, provocando enormes diferencias en el tratamiento tanto entre el Norte y el Sur como entre Estados de un mismo continente. Diferencias que impidieron, y siguen impidiendo, evitar los riesgos de nuevas pandemias, ya que estarán ahí mientras millones de personas en el mundo sigan sin vacunarse.
Igualmente, la apuesta de los gobiernos del Norte por el capital financiero y especulativo en perjuicio del capital productivo (fruto de la división internacional del trabajo) trajo como consecuencia, por caso, que durante la pandemia los estados de occidente (Europa, Estados Unidos) se encontrasen sin el material necesario para su control (mascarillas, pruebas de antígenos, aerosoles...) y pasasen a depender de otros estados como, de forma muy especial, de China.
Finalmente, y en relación a España, el comportamiento de las derechas extremas (PP/VOX) durante la pandemia fue miserable, votando en contra del estado de alarma, sacando manifestaciones en contra del gobierno, al que no dieron tregua en el Congreso y al que llegaron a culpar de las muertes por la pandemia. Miserable y muy peligroso cuando, como está sucediendo ahora, de la mano de estas derechas están entrando en las instituciones públicas (Gobiernos y Parlamentos autonómicos, Ayuntamientos...) políticos y políticas que son, por caso, antivacunas.
Con estos antecedentes debería preocuparnos la posibilidad de que estas derechas extremas lleguen a gobernar ya que sus posturas anteriores ("Los contaxios se están produciendo, entre otras cosas, por el modo de vida que tiene nuestra inmigración en Madrid", Isabel Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid), la realidad presente y sus promesas futuras (el candidato del Partido Popular, señor Núñez Feijóo, afirma que en caso de liderar el Ejecutivo español trasladará el modelo sanitario gallego a España, a pesar del gran rechazo que aquel sufre en Galicia: son una muy peligrosa amenaza para la salud y la vida de los ciudadanos de los pueblos de España.
Las mayores garantías para poder hacer frente bien a la nuevas variantes de la COVID o bien a la nuevas pandemias están en la cooperación internacional (como propone la OMS), en la recuperación y fortalecimiento de las funciones públicas de bienestar y en la producción pública tanto de vacunas como de material de control (para que se encuentren al alcance de todo el mundo independiente del país de que se trate). Unas garantías que las derechas extremas (PP/VOX) con sus enfoques políticos (oposición a las propuestas de la OMS, apuesta por los recortes y las privatizaciones) e ideológicos (antivacunas) no ofrecen sino todo lo contrario.
No se puede jugar la ruleta con la vida y la salud de las personas que tienen que estar por encima de los perjuicios ideológicos, los intereses partidarios y los egoísmos económicos.
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