Cataluña y Valencia colaborarán en la vigilancia de la calidad del aire en la zona afectada por la DANA

El Departamento de Territorio, Vivienda y Transición Ecológica de la Generalitat de Catalunya, a través de la Dirección General de Cambio Climático y Calidad Ambiental, acaba de instalar en Algemesí, en la Ribera Alta de Valencia, una unidad móvil de vigilancia de la calidad del aire. Esto se ha llevado a cabo después de que la Generalitat Valenciana solicitara a las comunidades autónomas, a través del Centro Nacional de Emergencias del Gobierno de España, el envío de medios para medir, sobre todo, las que quedaron depositados tras la riada provocada por la DANA el pasado 29 de octubre.

La Generalitat Valenciana ha informado que tiene instaladas, junto con el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), cuatro unidades móviles en la llamada “zona cero” de la DANA, pero ha solicitado refuerzos para monitorizar al máximo el área afectada.

Así, la Generalitat de Catalunya ha ofrecido una de sus unidades, que ya está en funcionamiento, se encargará de su mantenimiento preventivo y correctivo, validará los datos y los enviará al gobierno valenciano durante el mes y medio que se prevé que dure la campaña de mediciones.

Además de las partículas en suspensión con un diámetro inferior a 10 micras (PM10) y a 2,5 micras (PM2.5), se determinarán otros contaminantes como el dióxido de azufre, el sulfuro de hidrógeno, el dióxido de nitrógeno, el monóxido de carbono, el benceno, metales y los hidrocarburos aromáticos policíclicos.

Las posibles consecuencias de los contaminantes

Las concentraciones de polvo en suspensión generadas por la retirada de los lodos tras la DANA del 29 de octubre en Valencia representan un serio riesgo para la salud humana y el medio ambiente. Estos polvos pueden contener material orgánico descompuesto, restos de productos químicos agrícolas o industriales arrastrados por el agua, y metales pesados.

Cuando están en suspensión, son fácilmente inhalados por las personas, especialmente las partículas más finas. Las partículas PM10 pueden causar irritación en ojos, nariz y garganta, y agravar enfermedades respiratorias preexistentes como el asma o la bronquitis.

Las PM2.5, al ser más pequeñas, pueden penetrar profundamente en los pulmones y llegar al torrente sanguíneo, incrementando el riesgo de enfermedades cardiovasculares, respiratorias crónicas e incluso cáncer. La exposición prolongada a estas partículas puede aumentar la mortalidad prematura, particularmente en personas vulnerables como niños, ancianos y aquellos con enfermedades previas.

Las soluciones

Eliminar estos contaminantes no siempre es sencillo, ya que algunos, como las partículas finas o los HAPs, pueden permanecer suspendidos en el aire durante largos períodos. Para reducir su impacto, es esencial implementar sistemas de monitoreo del aire que permitan identificar concentraciones peligrosas y priorizar las zonas más afectadas.

Técnicas como la limpieza húmeda, mediante el uso de agua para evitar que las partículas vuelvan al aire, y el retiro mecánico con aspiradoras industriales y barrido especializado, son herramientas fundamentales. También se puede recurrir a la reforestación y la plantación de vegetación en áreas afectadas para estabilizar el suelo y reducir la dispersión de partículas.