Porqué deben ir a ver Io Capitano, una de las joyas de este Cineuropa
Háganse un favor, vayan a ver Io Capitano (Yo Capitán), les ayudará a comprender hasta qué punto la campaña antiinmigración que está alentando la ultraderecha españolista es cruel. Eso sí, no vayan a verla si lo que aguardan o necesitan es una tarde de desconexión y entretenimiento, que también es algo muy legítimo.
Si lo que buscan es entretenimiento, ahórrensele la entrada, no porque el filme carezca de valores cinematográficos -que los tiene y en abundancia, como muestra el León de Plata que ganó el director Matteo Garrone en Venecia- sino porque la historia que relata, pese a ser previsible, es tan dura que a muchos les resultará difícil de digerir. A veces, mantener la mirada en la pantalla es arduo. Algo que es un mérito del fime, no una crítica.
Io Capitán es una road movie en la que el personaje va transformádose a medida que supera etapas en su periplo, pero sobre todo una historia de ambición, amistad y resistencia de dos adolescentes, Seydou e Moussa. Virtudes que, recordemos, poseen muchos de los subsaharianos que a menudo ignoramos en nuestras calles.
Pese a su dureza, el guión es realista y no abusa del dramatismo fácil. Al fin y al cabo, los protagonistas son unos chavales de 16 años y las madres con niños pequeños con las que comparten odisea son personajes secundarios. Bien pudiera ser perfectamente al revés porque, como todos sabemos, centenares de niños mueren cada año en el desierto o ahogados.
Habrá incluso quien acuse a la película de ser blanda e injusta porque cae en la misma miopía que promueven los racistas europeos. Así, las mafias son las protagonistas de la maldad y no la cínica Unión Europea, incapaz de tomar medidas del calibre necesario para acabar con esta masacre de inocentes.
“España cristiana y no musulmana!”, gritan los neonazis españoles estos días en las calles. “Alá es Grande!”, corean los emigrantes en uno de sus momentos de desesperación. Probablemente, ambos grupos están equivocados. Ni España es ya mayoritariamente católica ni nadie ha demostrado jamás la grandeza de Dios. Ambas son proclamas de fe, irracionales y destinadas a chocar. Algo en lo que la película no profundiza, sólo sugiere de pasada.
Por lo demás, la obra carece de defectos relevantes. La narración y el guion son sólidos y la interpretación del protagonista, Seydou Sarr, magistral.
Vayánla ver y, si pueden, recomiéndensela a los alcaldes de Sanxenxo, Sobrado y a todos aquellos que ponen pegas al socorro que merecen estos seres humanos. Están a tiempo, tras su estreno ayer en el Cineuropa, se volverá a proyectar mañana lunes a partir de las 13 horas en el Teatro Principal de Santiago de Compostela. Además, dado a su éxito, está previsto su estreno en salas comerciales en España como Yo, capítán, a principios de 2024.
Escribe tu comentario