Leo en el diario Público que Javier Ayuso, ex Jefe de Prensa de la Casa Real, ha declarado en Espejo Público que "se ha cumplido la amenaza del Comisario Villarejo" de publicar en OK Diario --que dirige el colega Eduardo Inda-- los documentos secretos sobre el Rey Emérito.
Hasta ahí me quedo en Babia y por eso continuo leyendo lo que escribe el digital próximo a Podemos:
"La información fue desvelada por Público hace un mes, después de que el comisario Enrique García Castaño confirmara en una reunión que estaba al tanto de la extorsión a las más altas instituciones del Estado por parte de Inda y de su actual jefe de investigación, Manuel Cerdán, junto a los comisarios José Manuel Villarejo y Eugenio Pino. El motivo, según aseguraba el propio ex número dos de la Policía, que no les imputen ni llamen a declarar en el caso del pequeño Nicolás".
Tras lo cual, repasando concienzudamente el texto, me quedo traspuesto, porque además periodistas del nivel de Raul del Pozo, Paco Marhuenda y Cristina de la Hoz confirman ante una cámara que emite en directo que las cloacas del Estado están funcionando a toda pastilla en estos momentos. Vamos, que estamos ante una extorsión a gran escala.
En principio, no lo pongo en duda, porque sí que veo a la colla podemita "defendiendo" con la boca pequeña al Emérito pero, en realidad, dándole fuerte en las espaldas al Gobierno a través del Ministerio de las Cloacas.
Y encima, compruebo el otro ataque, sin ninguna clase de escrúpulos a la ONCE por el tema de la venta; sin valorar para nada su labor social, o cómo se busca la vida en las ventas, reformando un sistema obsoleto que ya entraba en fase catatónica, ante una competencia desaforada e incluso inmoral en el mundo del juego, pues como dice el refrán, "blanco y en botella, leche".
O sea, que ¡toma extorsión!, en este caso bajo el camuflaje de dos sindicatos que no ganan unas elecciones internas ni aunque les ayude Donald Trump. ¿Y de la OID qué, Inda?
Y como vivo y escribo a seiscientos kilómetros de Madrid, me sonrojo de la desvergüenza con la que algunos se apropian de la "libertad de expresión" para defender sus intereses financieros y por supuesto los de quienes les pagan, alardeando además de una ética que queda en entredicho cuando algún medio publica su propia vida familiar --que personalmente a mi me importa un bledo--, pero que coloca a los personajes ante su propia realidad en cueros y a plena luz del día.
Vamos, como para tomar ejemplo.
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