Treinta y ocho años cumple la constitución de 1978. Su elaboración fue sin duda el mayor ejercicio de consenso, responsabilidad y renuncia ideológica con el fin de conseguir un texto, el mejor posible, en una época convulsa como era aquella, cuando solo había transcurrido tres años de la muerte del dictador. No era fácil poner de acuerdo a un grupo de personas de diferentes ideologías, algunas contrapuestas. De esa visión generosa de todos salió la Carta Magna que hoy tenemos. El esfuerzo del equipo de trabajo fue arduo y todos de una forma generosa dejaron en la mochila parte de su ideología para conseguir el bienestar colectivo. Fue la piedra angular de los derechos y libertades de toda la ciudadanía. “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social”, dice uno de los artículos más ilustrativos de la Constitución, cuyo preámbulo fue escrito por Tierno Galván y la corrección gramatical de toda ella corrió a cargo del escritor Camilo José Cela.
No hay que olvidar que la Constitución fue votada por el 88,54 por ciento de los españoles. Una participación muy alta, que nunca más se volvió a repetir. Solo seis provincias superaron el 50 por ciento de participación en el referéndum. En Catalunya votaron a favor del texto el 90,46 por ciento de los ciudadanos y solo el 4,97 en contra, con una participación del 67,91 por ciento. Vizcaya y Guipúzcoa estuvieron entre las provincias con menos participación.
La Constitución que ha servido durante estos años para vivir en paz, recuperar los derechos perdidos durante cuarenta años, ha llegado a su edad adulta. Los tiempos cambian y las leyes deben ajustarse a las nuevas situaciones. Recordemos que nuestra Carta Magna, en todos estos años, solo se ha reformado en dos ocasiones. La primera reforma constitucional se produjo en 1992y consistió en añadir, en el artículo 13.2, la expresión "y pasivo" referida al ejercicio del derecho de sufragio de los extranjeros en elecciones municipales.La segunda, en 2011, sustituyó íntegramente el artículo 135 para "garantizar el principio de estabilidad presupuestaria vinculando a todas las Administraciones Públicas, reforzar el compromiso de España con la Unión Europea y garantizar la sostenibilidad económica y social". Es muy poco si tenemos en cuenta que en otros países europeos como Alemania su constitución ha sido reformada unas 60 veces, Irlanda 27, Francia 24, Bélgica 13 o nuestro vecino Portugal 12, a lo largo de las últimas décadas.
Decía John Fitzgerard Kennedy que «cualquiera que sólo mire al pasado o al presente, se perderá el futuro».
Es hora de consensuar, de trabajar en serio e introducir las modificaciones que se ajusten a las necesidades de las nuevas generaciones. Si en el 1978 fueron capaces de ponerse de acuerdo ¿por qué no ahora? Hay que dejar de lado el egoísmo individual de los partidos políticos en beneficio de toda la ciudadanía. No es tan difícil. No hay tiempo que perder, porque si no se hace se habrá perdido la gran oportunidad de ir al lado de la sociedad ya que hasta ahora ha sido imposible adelantarse a las necesidades de ella, como siempre ocurre.
Eso no quiere decir que ahora resulta que la Constitución actual no sirve de nada y que todo vino por generación espontánea como pretende algunos iluminados, que solo han vivido en democracia, que no saben de sacrificios y piensan que las neveras se llenan solas y que la libertad y los derechos se consiguieron sin los sacrificios de muchos.
La constitución hay que modificarla, pero primero hay que respetarla. Los que tienen responsabilidades institucionales más que nadie. Deben de predicar con el ejemplo. Si se cambian los papeles, al final todos seremos anti sistemas y acabaremos con la propia democracia. ¿Es eso lo que se quiere? Yo desde luego no...
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