El pasado día 26 parecía que se terminaba el largo calvario de la política y el politiqueo en España. Con las segundas votaciones que tuvimos que pasar la ciudadanía, ¿qué ha sucedido con los resultados finales? Pues que el PP subió en votos y escaños, que el PSOE se pegó un buen batacazo, que Unidos Podemos bajó de su sueño de verano, que Ciudadanos se dio un golpe en la cabeza, que los independentistas catalanes se quedaron donde estaban y que volvemos de nuevo a marear la perdiz. Nuestros políticos son tan tercos como poco “democráticos” y la soberbia les sigue saliendo por los poros de su cuero cabelludo. Con sus comentarios y posiciones parece que los ciudadanos les importan un pito. Algunos en privado hablan hasta de unas terceras elecciones. Si cometen ese error, el PP puede ir aumentando el número de sus diputados en detrimento de otros partidos.
La democracia es aceptar los resultados de las urnas aunque no se esté de acuerdo con ellos. Hay que dejar gobernar al PP, con los votos o las abstenciones que haga falta. En países de la UE se ha hecho pactos, acuerdos entre partidos opuestos y no ha pasado nada, porque han pactado toda una serie de cosas que han quedado plasmadas en el papel. Algunos dirán que a cambio de qué, pues a cambio de marcar de cerca al nuevo gobierno para que cumpla lo que se ha firmado y, si los compromisos no se mantienen, de aquí a dos años ya se tomarán decisiones. Pero guste o no hay que dejar gobernar al PP, aunque no a cualquier precio.
Es lamentable el papel de algunos dirigentes del PSOE. El partido socialista ha sacado los peores resultados de su historia, y aquí no dimite ni el responsable de organización, César Luena, --ya hablamos de él en una ocasión-- ni el impresentable, sectario e inepto Antonio Hernando. Son los dos que primero deberían dimitir de sus cargos. Alguna cosa han tenido que ver ellos en la campaña, ¿no?
La actitud chulesca con la que ha salido Hernando para explicar la postura de los socialistas es de juzgado de guardia. Los votantes le han dicho que tienen que estar en la oposición, pasar la travesía del “desierto”, buscar a líderes más presentables, cercanos y “socialistas” --que los hay--, hacer limpieza de verdad en “todo” el partido, desde los dirigente estatales, territoriales hasta los diputados y alcaldes “sinvergüenzas”, que de esos sí que hay unos cuantos. Sánchez debe marcharse, la derrota sufrida en estos comicios tiene un precio: la salida del líder. Eso es lo que debe hacer, Europa le espera.
Decía Tácito que “para quienes ambicionan el poder, no existe una vía media entre la cumbre y el precipicio”. Así es la política.
La situación de antes del 26J no puede ni debe volver a repetirse, hay que formar gobierno. Europa nos mira, y lo hace con incredulidad, por la falta de talla política de nuestros aspirantes a dirigentes. Hay que tener la cabeza fría y los pies también, que estamos en verano. No se puede llegar, con la situación en la que está el país, a unos terceros comicios, es imposible y la sorpresa podría ser mayor. Debemos dar ejemplo de que, aunque España es diferente, la obligación y la defensa de los intereses generales en nuestro país están por encima de los particulares.
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