¿Por qué tantos contagios importan? La mitad de los enfermos leves de covid sufre secuelas durante meses
Un riguroso estudio científico realizado en varios países demuestra que secuelas como la fatiga duran meses muchos de los pacientes, a veces incluso convirtiéndose en una dolencia crónica.
Un niño francés con un carte con sus síntomas de covid persistente en una imagen del Twitter de Long Covid Kids
Un riguroso estudio científico realizado en varios países demuestra que secuelas como la fatiga duran meses muchos de los pacientes, a veces incluso convirtiéndose en una dolencia crónica.
El problema que surge de la sintomatología de COVID es una constante desde que se inició la pandemía hace ya más de dos años. El virus causa una variedad de síntomas como pueden ser la tos, la fiebre y los trastornos del olfato y el gusto. El problema es que el hecho de que estos síntomas puedan prolongarse a lo largo del tiempo puede hacer que se reduzca considerablemente la calidad de vida de los pacientes.
Según un reciente estudio publicado en la revista Nature , la mitad (49,5 %) de los casos leves de coronavirus presentaron signos de COVID prolongado, siendo que en el 52% de esta población se extendieron por una mediana de 29 días.
A sugerencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS), se han publicado pautas que indican que se puede considerar que los pacientes hospitalizados con COVID-19 ya no albergan el virus y pueden ser dados de alta cuando hayan pasado 72 horas desde la resolución de los síntomas, o si pasaron entre 15 y 10 días desde el inicio de la enfermedad en aquellos que debieron ser hospitalizados.
Sin embargo, un subgrupo de pacientes infectados con SARS-CoV-2 experimentan efectos a largo plazo de COVID-19, el llamado COVID prolongado. Un término utilizado para describir la presencia de varios síntomas que persisten semanas o meses después de la infección por SARS-CoV-2, independientemente de la cepa viral.
Se encaró un nuevo estudio a cargo de más de una decena de especialistas pertenecientes al Departamento de Epidemiología, Control y Prevención de Enfermedades Infecciosas de la Escuela de Graduados en Ciencias Biomédicas y de la Salud de la Universidad de Hiroshima de Japón que acaba de publicarse recientemente.
Para esta investigación los científicos solicitaron a los pacientes de dos hospitales locales especializados en atender dolencias por COVID-19 que completaran una encuesta autoadministrada para identificar sus síntomas, los efectos en las condiciones psicológicas y el desempeño laboral, y sus experiencias de estigma y discriminación relacionados con COVID-19.
“El análisis de las respuestas de 127 pacientes recuperados mostró -señaló Junko Tanaka, autor principal del documento- que el 52,0% tenía secuelas en una mediana de 29 días desde el inicio de la enfermedad”. Las tasas de prevalencia de secuelas posagudas o prolongadas de COVID-19 reportadas en la literatura varían considerablemente dependiendo de la ubicación geográfica del área de estudio y factores de antecedentes del paciente.
Por ejemplo, la frecuencia de una o más secuelas en sobrevivientes de COVID-19 fue del 32,6 % entre 488 personas (2 meses después del alta) en los Estados Unidos, 87,4 % entre 143 personas (2 meses después del inicio de los síntomas) en Italia, 66 % entre 150 personas (2 meses después del inicio de los síntomas) en Francia, 74 % entre 110 personas (3 meses después del inicio de los síntomas) en el Reino Unido, 50,9 % entre 277 personas (2-3 meses después del inicio de los síntomas) en España, y 76 % entre 1.733 personas (6 meses después del inicio de los síntomas) en China.
Estudios previos reportaron fatiga como la secuela más común. “la fatiga fue la cuarta (11,0%) secuela más frecuente en nuestro estudio -continúa el especialista-, después de los trastornos del olfato (15,0%), del gusto (14,2%) y de la tos (14,2%)”. El COVID-19 afecta varios tejidos y órganos, como los de los sistemas respiratorio, cardiovascular y neurológico. Los posibles mecanismos subyacentes pueden incluir serios problemas inmunológicos y daño inflamatorio en respuesta a la infección aguda, así como cambios fisiopatológicos específicos del virus.
“Incluso en pacientes con COVID-19 leve que no requirieron oxígeno suplementario o soporte ventilatorio -declaró Tanaka-, el 49,5% informaron secuelas. Después del ajuste por edad, sexo y tabaquismo, la gravedad de la COVID-19 no fue un factor significativo asociado con las secuelas”.
En cuanto al impacto en el desempeño ocupacional, el 17,4% de los pacientes post-COVID-19 tenían deterioros moderados o severos asociados con el insomnio en el 20 % de los sujetos. “Al mismo tiempo -agrega Tanaka- se han informado síntomas psiquiátricos a largo plazo después de la recuperación de la COVID-19 aguda, incluidos el trastorno de estrés postraumático (TEPT), la depresión, la ansiedad y los síntomas obsesivo-compulsivos”.
En síntesis, el documento confirma que los especialistas observaron COVID prolongado en el 52% de la población del estudio en una mediana de 29 días después del inicio de COVID-19. Las tasas de prevalencia de COVID prolongado variaron según el grupo de edad, y los pacientes mayores tenían tasas más altas. “Identificamos el COVID prolongado en la mitad (49,5 %) de los casos leves y analizamos los impactos potencialmente profundos del COVID prolongado en las comunidades locales. Nuestros resultados justifican un estudio de cohorte a largo plazo y a gran escala en el futuro”, concluyó el especialista.
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