Los que algunos creían que era impensable hace ya unos cuantos días que se ha iniciado: la invasión de Rusia a Ucrania, y la consiguiente guerra y matanza de personas inocentes. El presidente ruso Putin ha estado entreteniendo al personal mundial, es decir a los gobernantes, enseñando la patita, luego retirándola, hasta que finalmente ha cumplido su promesa, para sorpresa del mundo. Esta situación ha propiciado que EEUU y Europa encabecen su oposición al régimen de Putin, que se ha convertido en un criminal sin escrúpulos, No hay que olvidar su pasado como agente de la KGB - que lo marcó- donde sus agentes no son precisamente unos angelitos.
Los avances de las tropas rusas sobre el territorio ucraniano no está siendo tarea fácil para el invasor. Se lo están poniendo muy difícil a la población, el propio gobierno y su ejército, que aun contando con menos medios - están ahora recibiendo ayudas del exterior- están practicando una guerra de guerrillas que se puede convertir en una ratonera para las tropas rusas. El componente histórico emocional acaba por desgastar, como sucedió en Afganistán, donde Rusia salió derrotada. Lo mismo ocurrió en su día en Vietnam con los americanos. No siempre los grandes acaban ganando las guerras, por muchos medios que tengan.
Pese a la frialdad con que actúa y su fama de “estratega” de la que algunos dudan, cree que ocupando territorios en Ucrania alejaría a la OTAN de las fronteras rusas, Eso no está siendo así, todo lo contrario: Ucrania vuelve a pedir su entrada en la alianza militar, e incluso países neutrales como Suecia y Finlandia se planten tambien esta posibilidad .
Dadas las circunstancias, con el recrudecimiento de la guerra, no se descarta un conflicto a gran escala entre Rusia y la OTAN, con las consecuencias que todos imaginamos. Se deben agotar todas las vías de diálogo y respeto a los acuerdos. El foco de la cuestión está en cómo llegar a un acuerdo en el orden geopolítico duradero, en el que Ucrania es esencial como resorte estratégico entre Europa y Eurasia. Por ello establecer un acuerdo geopolítico es más necesario que nunca, pero de difícil consenso.
La Rusia de Putin, en teoría, había reconocido en su día la soberanía de Ucrania, pero lo que nunca ha estado dispuesto es a permitir que no estuviera en su zona de influencia. Tras el acercamiento de Ucrania a Europa, Putin no está dispuesto a ceder ya que la geopolítica tradicional que practica Rusia es totalmente opuesta a tales planteamientos. Putin no está dispuesto a ceder para que Ucrania se integre en la Unión Europea y en la OTAN.
El pasado lunes Putin decidió, por sorpresa, reconocer a los territorios ucranianos de Donetsk y Lugansk como repúblicas independientes, lo que significa que esos territorios se convierten en Estados de facto, aliados de Moscú y zonas estratégicas para las aspiraciones del presidente ruso. Un golpe que no ha gustado ni al gobierno ucraniano, ni a la comunidad internacional que observa con sorpresa los movimientos del exagente soviético.
La invasión de Rusia en Ucrania no es un tema menor, no solo por lo que significan las muertes de personas, sino también por el desastre económico y los cambios de poder en el mundo. Putin quiere recuperar más poder mundial y control de los territorios de la antigua Unión Soviética. Sin darse cuenta de que las cosas han cambiado.
En 1904, el geógrafo inglés y padre de la geopolítica moderna, Halford John Mackinder, escribió el libro ‘Ideales democráticos y realidad¡, en el que explicaba una teoría generalista sobre el pasado, presente y futuro del poder mundial. La teoría llamada del heartland o del corazón continental, venía a decir que, históricamente, quien controlaba la zona de Asia central - Rusia central - Siberia tenía bastantes probabilidades de controlar tanto el resto de Asia como el resto de Europa y obtener así una posición privilegiada de cara al dominio mundial.
Esta teoría de Mackinder vuelve a estar de actualidad, con las aspiraciones expansionistas de Putin. Aunque Rusia controla gran parte del heartland no significa que controle “la isla del Mundo”. El territorio euroasiático ha sido testigo del crecimiento de un nuevo poder - ahora son amigos- que ha crecido y quiere convertirse en la primera potencia mundial: China. En las actuales circunstancias y dado el panorama mundial, China se irá alejando de Rusia y aspira a ese primer puesto en el mundo. Así que la teoría de Mackinder puede que no esté tan alejada de la realidad actual.
Las guerras siempre tienen un componente de poder, económico y ególatra de sus actores, sin tener en cuenta las vidas humanas que se pierden. A Putin eso no le importa.
Escribe tu comentario