Tengo pocas dudas de que si se hace un balance político objetivo de los distintos partidos democráticos en el estado español, los nacionalistas vascos, más en concreto el PNV, aparecen como "unos de los mas listos de la clase". Los argumentos a favor de esta afirmación son contundentes.
A día de hoy a, CAV (Comunidad Autónoma Vasca), Euskadi, aparece como una de las comunidades europeas con mayor grado de soberanía política. Un lugar de privilegio conseguido gracias, muy especialmente, a la habilidad e inteligencia políticas de los nacionalistas vascos. Un colectivo político que, sin abandonar su objetivo estratégico de la independencia de Euskadi, fue quien de ir modulando sus reivindicaciones soberanistas en función de la correlación de fuerzas que en cada momento se daba tanto en el País Vasco como, muy especialmente, en España.
Así, por caso, supo entender en su día que los planes independentistas de Ibarretxe (2001-2005) eran inviables, que los llevaban a una calle sin salida, tanto por su carácter unilateral como por el contexto histórico y político en que se producían. Un fracaso, como sería posteriormente el procés, que también le sirvió al PNV para volver a su lugar natural y proseguir por la senda del diálogo y la negociación que tan buenos resultados les había venido dando. Y le sigue dando: desde la constitución del primero gobierno vasco (1980) la Presidencia del mismo, excepto uno cort período (2009-2012), estuvo siempre en manos de los nacionalistas vascos (Garaikoetxea, Ardanza, Ibarretxe y Urkullu) que, transferencia a transferencia, van ampliando la soberanía del País Vasco.
Cambiando de tercio, en días pasados y en el marco de una conversación telemática sobre Derechos, libertades y democracia, la señora Pontón, portavoz nacional del BNG y el señor Rufián, portavoz de ERC en el Congreso de los diputados, hicieron unas declaraciones que dan pie a pensar que algo está cambiando en el soberanismo gallego y catalán. Ambos dirigentes afirmaron apostar por el diálogo frente a la espiral de la fila de Colón y creer que los indultos son necesarios y positivos para retornar la vía política en el conflicto de Catalunya y salir del bucle judicial. Aunque en el marco en que se hicieron estas declaraciones no caben muchas interpretaciones, la apuesta por el diálogo y la negociación aparece clara.
Posteriormente, el propio Gabriel Rufián, ahora con motivo de la presentación de su libro El 15M facha, remachaba en esta línea estratégica y además de reivindicar el 15M, hecho muy significativo, decía que "como republicano de izquierdas y demócrata, yo nunca me voy a instalar en el cuanto peor mejor. Eso es muy peligroso, muy reaccionario y muy antidemocrático". Venido del campo de soberanismo, con un gobierno español de izquierdas y unas derechas en la oposición que parecen tiradas al monte, estas manifestaciones resultan oportunas. Parten de la acertada visión de que en el actual escenario político español "el cambio de posición es claro. Hablamos de un presidente que hace dos años amenazaba con ir con los GEO a Waterloo a detener a Puigdemont, y ahora se abre a otras cosas. El paradigma cambió, y hoy el Estado tiene que pactar con el independentismo de izquierdas catalán, vasco y gallego". Quizás le faltó añadir que para que el gobierno español pueda pactar con los soberanistas es imprescindible que estos quieran pactar con aquel.
Para finalizar, recoger más declaraciones del señor Rufián que también son muy interesantes si tenemos en cuenta anteriores posiciones del soberanismo catalán. "La izquierda va a ganar el futuro por...olas de esperanza y no por nacionalismo. Hay que llenar la bandera de contenido, la bandera que sea. La gente no come banderas, ni las banderas curan una dolencia... Hay gente que nos emocionamos con una bandera o con un himno, pero hay un montón a quienes esos símbolos no le emocionan. Y lo que estamos obligados es a hablar de aquello que comparten la inmensa mayoría de nuestros pueblos, que es la lucha contra la miseria, contra la exclusión, contra la precariedad, por el feminismo, contra el cambio climático, que deben ser nuestras causas", las causas del soberanismo político.
No me cabe la menor duda de que la combinación de una estrategia de izquierdas, como la expresada por el portavoz de ERC, con una táctica negociadora y dialogante como la sucesiva por los nacionalistas vascos del PNV, permitiría hoy que el soberanismo gallego tuviese un mayor protagonismo político tanto en España como en Galicia. Se trata de intentar llegar a estar entre "los más listos de la clase" hablando de aquello "que comparten la mayoría de nuestros pueblos".
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