El negocio montado en torno a la dignidad sexual de los seres humanos es execrable y afecta, por igual, a todos los sexos.
Todos los periodistas soñamos, como los descubridores de las Américas, con encontrar la ciudad de El Dorado que, en nuestro ‘extraño lenguaje’, se llama la exclusiva, que muchos confunden con 'la primicia' o sea el scoop anglosajón, que es más habitual en nuestra profesión.