Premio para candidatos maltratadores, agresores y que se saltaron la cola de las vacunas covid
¿Está el listón moral de la ciudadanía mucho más bajo de lo que estamos dispuestos a reconocer?. Esta es una de las cuestiones que surge al analizar los resultados de varios candidatos de Ourense, A Illa de Arousa, Boimorto y Os Blancos, que se han visto involucrados en escándalos de consideración durante la campaña o en los últimos años.
Gonzalo Pérez Jácome, edil de Democracia Ourensana se vio atacado en campaña por la filtración de unos audios que muestran su presunta corrupción. A la vista de los resultado, es evidente que el público ha interpretado que Jácome ha sido víctima de lo que él tilda de mafia orquestada por el Partido Popular, la prensa local y algunas constructoras. El veredicto es claro y Jácome tiene la sartén por el mango para decidir el gobierno provincial y el local, con tres actas más en el Ayuntamiento y una más en la Diputación.
Tampoco Manuel Baltar se ha visto excesivamente castigado por las noticias de sus reiterados excesos de velocidad al volante. Bien es cierto que el presidente de la Diputación de Ourense no es cabeza de cartel en estos comicios, sino que su elección como líder provincial es indirecta, a través de los concejales que a su vez escogerán diputados provinciales.
Con todo, casi ningún orensano que votase al PP puede alegar que no sabe que su sufragio puede servir para perpetuar al baltarismo y mantener como líder a una persona que se salta reiteradamente los límites de velocidad a bordo de coches públicos, al menos una vez cometiendo un presunto delito contra la seguridad vial por el que será juzgado esta semana.
Aun así, el PP de la Provincia de Ourense ha sido el partido más votado con más del 40% de los apoyos. Ahora bien, todos los analistas preveían que Baltar lograse la mayoría absoluta y no lo ha conseguido, repitiendo resultados y quedándose a un acta de la victoria directa. Por lo tanto se puede decir que Baltar sí puede que haya recibido alguna penalización por parte del electorado, aunque de ser así, sería de carácter leve.
EL PP DIJO QUE NO CONOCÍA LAS CONDENAS DE SUS CANDIDATOS
Otro político conservador salpicado por el escándalo fue el candidato del Partido Popular en A Illa de Arousa, Matías González Cañón. Esta persona fue condenada hace varios años por pegarle a la que entonces era su compañera, rompiéndole un diente. Incluso el PP, al saltar la noticia, indicó -tras alegar ignorancia de la condena- que le había pedido su renuncia.
Cañón se negó a prometer que no recogería su acta, arropado por sus compañeros del partido conservador local. El agresor se defendió argumentando que lo sucedido había pasado hace muchos años y había sido de carácter leve, saldado con una pequeña multa y unos días de trabajos socios. Además el político dijo que su pueblo era pequeño y que todos se conocían por lo que confiaba en que los vecinos tendrían claro que él era una persona digna de ostentar un cargo público.
El tiempo le dio la razón pues su candidatura ganó los comicios, con bastante ventaja además. Su lista consiguió casi 1.500 votos, que son unos 500 más de los que lograron las listas de socialistas y de nacionalistas gallegos. Gracias a estas cifras, el Partido Popular de Illa de Arousa crece de cuatro a cinco concejales. Sin embargo es una victoria pírrica para González -que no milita en el PP- pues entre PSOE y Bloque suman seis diputados y, salvo gran sorpresa, el PP continuará en la oposición insular.
Este caso no fue el único de un condenado por lo penal que ocupó un lugar destacado en la lista de un municipio bajo las siglas del Partido Popular de Galicia. José Manuel Barreiro Jardón es el número 3 en la candidatura conservadora en el pequeño municipio de Os Blancos en Ourense. Su partido le concedió este puesto, cuando era público y notorio que hace unos años fue condenado por pegarle a su padre discapacitado. El político golpeó a su progenitor quien dijo ante el juez que pensaba que su hijo lo iba a matar. Fue condenado por maltrato en el ámbito familiar.
La pena contra Barreino no fue menor, como se puede alegar en el caso de Illa de Arousa. Rozó los dos años de prisión, aunque finalmente el condenado no ingresó en la cárcel por carecer de antecedentes. Al confirmarse la sentencia, hace unos años, su partido lo apartó del grupo de gobierno pero este año lo repescó como número 3, alegando que el delincuente ya había cumplido su pena. Algo que no era cierto del todo, porque sobre Barreiro aún pesa una orden de alejamiento de su padre.
El Partido Popular alegó que desconocía que aún estaba vigente esta orden de alejamiento y al saltar el escándalo pidió a Barreiro que renunciase a su acta, en el caso de ser elegido. Además los conservadores prometieron que no integrarán a Barreiro en su grupo de gobierno. En breve tendrán la oportunidad de cumplir esta promesa, pues han vuelto a ganar las elecciones locales en Os Blancos. Sus vecinos no han castigado la polémica selección del candidato, más bien al contrario, han castigado al partido que denunció públicamente la circunstancia. Así el PSOE ha perdido uno de los dos concejales que conquistó en 2019. Esa acta ha ido a parar precisamente al Partido Popular, que amplía su mayoría de 5 a 6 concejales.
El escándalo en Boimorto no llegó en campaña sino durante la pandemia y fue sonado. La alcaldesa del Partido Popular María Jesús Novo tuvo que renunciar a la militancia en el PP cuando se supo que había recibido la vacuna contra el coronavirus en la primera ronda. Por entonces sólo estaba autorizada para personal sanitario y de residencias. La mandataria alegó que visitaba a diario la residencia pública del municipio para atender las necesidades del centro durante la crisis, por lo que entendía que sí tenía derecho a recibir aquella dosis. Su argumento convenció al Partido Popular sólo a medias medias. Preocupada por la pésima imagen que transmitía Novo en un momento que morían docenas de gallegos cada día sin haber podido vacunarse, el PP forzó su salida de la formación, pero no tomó ninguna medida para desalojarla de la alcaldía. Siguió gobernando como independiente, con el apoyo de los concejales conservadores.
Dos años después, el PP la repescaba como cabeza de cartel y el electorado acaba de recompensar la jugada. Novo continuará al frente del consistorio de la comarca de Arzúa, al conseguir seis ediles, por los tres del PSOE y los dos del BNG. El Partido Popular mantiene el mismo número de concejales y la oposición retrocede en actas y porcentaje. Por el contrario, Novo, la que se vacunó de las primeras pese a no ser sanitaria ni personal sociosanitario, conquista más proporción de votos. Hace cuatro años logró el 53% y ayer casi el 65%, unos 100 más aproximadamente. El veredicto popular, en este caso, también está claro.
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