Las guerras no se combaten con plastilina y populismos baratos

 Estar en la UE no es una opción a la carta: se está para lo bueno y también para lo que no acaba de gustar. 

Las guerras no son la mejor situación posible, bien al contrario, son la destrucción humana por parte de unos individuos que no respetan nada y que sufren las gentes que no han sido responsables de ellas. Pero están ahí, cada vez más cerca, propiciadas por unos personajes siniestros: autoritarios, imperialistas y ávidos de dinero. La posibilidad de una III Guerra Mundial no es descartable teniendo a Trump, a Putin y a algunos elegidos más. Decía Cicerón que “Las leyes callan cuando las armas hablan”.

Donald Trump, con su llegada a la Casa Blanca, y su afán supremacista de niño malcriado acompañado, entre otros, de Musk, director de orquesta con niño incluido, a veces cogido de la mano y otras subido a sus espaldas (en su empresa nunca ha hecho esos numeritos), la ha liado parda. No solo con los aranceles, expulsiones de extranjeros a los que llama delincuentes, su conflicto con Ucrania (a favor de Putin, en contra de Zelenski), el abuso de poder queriendo cobrarse con tierras raras la aportación que en su día hizo Biden para ayudar al gobierno ucraniano. La amenaza de abandonar la OTAN y sus declaraciones en contra de Europa, a la que ha tratado con desprecio, advirtiendo que no habrá más ayuda de su gobierno y que se espabile en su defensa porque EE.UU. no lo hará. La amenaza de Trump ha hecho que Europa haya reaccionado. Decía Heráclito que “Los grandes resultados requieren grandes ambiciones”.

La presidenta de la UE, Úrsula von der Leyen, proponía días atrás a los gobiernos europeos un paquete de medidas que permita a los estados un rearme rápido, movilizando hasta 800.000 millones de euros. Esa cantidad saldría de la combinación de los presupuestos de los países con préstamos mutuos y la posibilidad de contar con fondos de cohesión para asumir los gastos militares. Es, además, una demostración de cohesión y unidad de los países de Europa.

Con ese planteamiento, los países han de buscar los recursos para contribuir a la propuesta de von der Leyen. En España, el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, no está teniendo unos días buenos. La mayoría de los partidos, incluidos los que dan su apoyo al gobierno, no están por la labor: no quieren más gastos en defensa. Una actitud que no se corresponde con la situación actual. ¿La defensa del país no es una buena inversión? Si creen que las amenazas de Putin no son creíbles, que miren a Ucrania. Decía el romano Flavio Vegecio que “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”. Una frase que describe muy bien su significado.

Ante las declaraciones de los líderes políticos, el presidente Sánchez anunciaba que este jueves se reuniría con los partidos políticos, excepto con VOX, para comentar con ellos el tema y conocer si apoyarían al gobierno. Unas reuniones que no han sido demasiado fructíferas. Tras las declaraciones de cada uno de los representantes políticos que habían estado en Moncloa, y con solo el sí del PNV, que apoyará la decisión del gobierno, el presidente ha comparecido para decir que “la paz en Ucrania y la prosperidad en Europa son dos caras de la misma moneda”. Mostraba su preocupación porque la situación en Ucrania no es solo un problema de esta zona, sino del orden multilateral, las reglas de juego con las que conviven los países. No es un tema menor, es grave.

En su comparecencia ante los medios, el presidente ha dejado entrever que la propuesta no pasará por el Congreso. Es obvia la razón: no hay votos suficientes y se ha comprometido con la UE a participar. Dos razones de peso.

Los errores que ha cometido Sánchez al convocar la reunión con los líderes políticos incluyen el haber tenido la primera reunión, de casi dos horas, con Yolanda Díaz, sabiendo lo que piensa y que no puede controlar a las formaciones que componen Sumar, como se ha visto en esta ocasión y en otras. Mientras pasaba esas casi dos horas con Díaz, al jefe de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, le dedicaba 30 minutos, como al resto de partidos. 

Buscar alianzas en el gasto en defensa es un tema de Estado que debería ser consensuado con el grupo mayoritario, mediante diálogo y más diálogo. Escenificar un buen trato a Feijóo hubiera estado bien. No se ha hecho; los dos tenían unas caras que lo decían todo. Excluir a Vox de la reunión es darle más munición, aun sabiendo cómo está actuando Abascal, su apoyo a Trump y sus conexiones con la ultraderecha. Si por primera vez ha estado Bildu, podría haber hecho lo mismo con Vox, que tiene tres millones de votantes.

Que España ha de invertir en defensa es necesario. Estar en la UE no es una opción a la carta: se está para lo bueno y también para lo que no acaba de gustar. Son las servidumbres de pertenencia, pero, además, dada la situación, es necesario hacerlo. Las invasiones no se combaten con plastilina, chuches y buenas palabras. La seguridad de las personas está por encima de cualquier otra cosa. Hay que ser realistas.Las guerras tambin son ternológicas, la defensa de estas  son muy necesarias 

El numerito de la “líder” de Podemos, Ione Belarra, con esa camiseta con “No a la guerra” era innecesario, muy populista para salir en las fotos, y hubiera estado más acertada la frase “Podemos miente en la defensa de las mujeres”. Escribía Hermann Hesse que “Hay quienes se consideran perfectos, pero es solo porque exigen menos de sí mismos”.

Al final, despues de tanta escenificación, el PP  no le quedará más remedio que apoyar la medida, se lo dirán sus colegas europeos