Ada Colau se va del Ayuntamiento: arrivederci espero que no, ciao sí

Carmen P. Flores

Este viernes, en la sala de plenos del ayuntamiento de Barcelona, tenía lugar el pleno mensual. No era uno más, sino en el que la exalcaldesa Ada Colau se despedía del consistorio tras anunciar hace unos meses que renunciaba a su cargo de regidora de la oposición. No le ha sido fácil tomar la decisión tras no conseguir que Jaume Collboni, el alcalde de Barcelona, cediera en su posición de llegar a un acuerdo con los Comunes, su partido, y tener ella un papel importante en el gobierno. Collboni, que la conoce muy bien - la ha padecido en los anteriores gobiernos cuando ella ocupaba el cargo de primera edill, y primera mujer que había ocupado este cargo -,no cayó en los cantos de sirena y se mantuvo firme.

 

Colau no quiso marcharse a Madrid, al Congreso, aspiraba a un ministerio, el de vivienda. Tampoco consiguió su objetivo. El tiempo ha ido pasando, ella se ha sentido “minusvalorada” y cuando esto ocurre, lo mejor que se le ha ocurrido es poner tierra de por medio: dicen que se marcha a Italia, un país que le encanta. Eso de viajar fuera de España le gusta. Su último viaje, a Méjico, donde fue invitada a la toma de posesión de la nueva presidenta, momento que aprovechó para soltarse un espiche, cosa habitual en ella. “Hay que eliminar la arrogancia que desgraciadamente nos ha caracterizado durante siglos de colonialismo, les pido disculpas como europea y como española y creo que es necesario hacerlo”.

 

Hablar de arrogancia, juzgar unos hechos con ojos de hace tantos siglos,  hacerlo ahora , es cuánto menos de una intolerancia supina. Arrogancia e intolerancia que ella ha practicado en todos los años que ha estado al frente del ayuntamiento.

 

En el pleno ha realizado balance de los años de sus mandatos. Lo ha hecho sin un ápice de autocrítica, más bien todo lo contrario: ha sido la mejor, la más grande y hasta que ella no llegó a la alcaldía, “hacía tiempo que en Barcelona no había un modelo de ciudad de futuro” para hacer frente a los retos que hasta entonces no se habían afrontado: la contaminación, el turismo, la especulación inmobiliaria. Todo lo conseguido ha sido obra de ella y su partido. En ningún momento ha mencionado a Collboni, ni al PSC, quienes formaban parte del gobierno, un gobierno de coalición. Toda la obra del gobierno ha sido de ella.

 

De lo que no ha hablado Colau es que Barcelona, durante su mandato, pasó de ser una ciudad dinámica, pionera en España, moderna y referente en el mundo, a ser provinciana, sin proyectos de futuro. Una ciudad sucia, con el centro de Barcelona, lleno de personas durmiendo y malviviendo en las calles. Una ciudad insegura, con robos. Una ciudad que ha expulsado a sus vecinos a vivir fuera de ella por los precios. Una ciudad donde los desahucios han sido el pan nuestro de cada día cuando ella, que viene de ese mundo reivindicativo de ‘no a los desahucios’, no consiguió su principal objetivo con el que llegó a la alcaldía: suprimir los desahucios en la ciudad. Los desahucios han seguido produciéndose, al mismo ritmo que en la etapa en la que ella salía a la calle y se ponía al frente para evitar el desahucio de los ciudadanos vulnerables.

 

Pese a lo que ella diga, los años de su mandato han sido en los que menos viviendas sociales se han construido, Las trabajadoras sociales han protestado en demasiadas ocasiones por su situación laboral. El cooperativismo lo ha practicado con sus amigos, gente de su partido y hasta con su marido: dándole un cargo en el ayuntamiento. La “familia política ” es lo más importante: todos ellos ocupando buenos cargos y estupendos sueldos. Ha protegido de su incompetencia al conocido Eloy Badía, el que quería conseguir quedarse como funcionario siendo regidor. Al final, tras las presiones y denuncias de algunos medios, se retiró para seguir haciendo de las suyas. Ante la situación de desprestigio de Badía, le buscó un puesto en la lista al Congreso de los diputados. Allí está calentando el asiento. Como eso de viajar no le gusta, fue cabeza de lista por Girona en las últimas elecciones catalanas. No salió y se quedó con su escaño en la Carrera de San Jerónimo.

 

Colau, como no podía ser de otra manera, tenía que enviar en su intervención final en el ayuntamiento sus dardos sectarios: “Lo que más me ha decepcionado de Barcelona son las élites provincianas, mediocres y avariciosas y que no están a la altura de la ciudad”. Unas afirmaciones que se las puede aplicar a ella y a su gran familia política a la que tanto ha protegido.

 

Como todo en la vida se acaba, el final de Colau en el Ayuntamiento de Barcelona ha terminado. Un camino que inició diciendo que no utilizaría el coche oficial, y esa promesa duró lo mismo que un caramelo en la puerta de un colegio. También declaraba que el sueldo se lo iba a bajar: eso fue al principio, después, fue diferente - de esa promesa, se olvidó-. Quería cargarse las colaboraciones público privadas y privatizó varios servicios. Creó una empresa eléctrica, con pérdidas. Así podríamos hacer una larga lista, de la que ella y su equipo de los Comunes han sido los autores, y no sus compañeros de gobierno, los socialistas, a los que no ha nombrado. Colau es mucha Colau y reconocer que su etapa como alcaldesa ha sido una desgracia para Barcelona no entra en su impostada actitud. Así que Colau, arrivederci no, ciao sí.

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