Esta semana, México vuelve a ser noticia - no hay semana que no lo sea- por dos motivos: este 26 de septiembre se cumplen 10 años de la desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa, cuyos cuerpos no fueron encontrados. Este suceso fue uno de los casos más traumáticos de la historia reciente de México. El asesinato de estos estudiantes ocurrió bajo la presidencia de Peña Nieto y no ha sido aclarado por López Obrador, un presidente que para tapar lo que ocurre en su país se busca enemigos fuera y así desviar la atención. La segunda, por la actitud hostil de la presidente electa Claudia Sheinbaum, que en un gesto que la define y que sigue la línea de su antecesor y maestro, no ha invitado al Rey Felipe VI a su toma de posesión que tendrá lugar la próxima semana.
López Obrador, para que no se hable de los graves conflictos internos, desvía la atención hacia España
La respuesta del Gobierno de España ante este gesto ha sido la denuncialo y no enviar a ningún miembro del Gobierno al acto. Una actitud que le honra después de los múltiples exabruptos emitidos por el aún presidente en funciones López Obrador, que para que no se hable de los graves conflictos internos desvía la atención hacia España y su presencia hace ya más de 500 años en su país. El ilustre gobernante lleva tiempo exigiendo que se pida disculpas a los pueblos indígenas de México por las “atrocidades” cometidas durante la conquista española y la etapa colonial. Como ni el gobierno, ni el Rey respondieron a su petición, pues no invita al Rey de España, al que tachan de prepotente por no responder a su carta, que no era precisamente muy poética.
México es un país grande donde conviven la buena gente con un nutrido muestrario de vándalos, narcos, guerrilleros e infiltrados entre otras especies. Los secuestros, las extorsiones, están a la orden del día. Cada año son asesinadas unas 3.000 mujeres, niñas y adolescentes. De estos asesinatos sólo uno de cada cuatro es investigado. La impunidad es la tónica que domina con esos asesinos. El país mantiene niveles tan altos de violencia y en el 2023, se registraron 30.523 asesinatos.
A la situación de inseguridad se le une la pobreza. Según datos del 2022 en México había 46,8 millones de personas en situación de pobreza, es decir el 36,3% de la población y 9,1 millones de pobreza extrema, un 7,1%. Unas cifras tan alarmantes que le debería dar vergüenza a su presidente que habla de situaciones pasadas hace tantos siglos, sin preocuparse realmente por lo que tiene en tiempo real, en un país donde cada día más habitantes se embarcan en la triste aventura de tratar de pasar ilegalmente a los Estados Unidos en busca de una vida digna, y un futuro para ellos y sus hijos, porque su país no se lo ofrece. Decía el escritor mexicano y premio Novel, Octavio Paz que “para el mexicano la vida es una posibilidad de chingar o de ser chingado”.
Resolver los problemas de sus ciudadanos, luchar contra la corrupción, ofrecer seguridad, trabajo, educación, sanidad y pedir perdón a todas las familias que han sufrido la pérdida de uno de sus miembros en manos de esas bandas de asesinos que quedan impune, algunos de los cuales pertenecen a los cuerpos policiales, debería ser unos de sus objetivos. Primero son las personas, después el populismo, que oculta la ineptitud.
Este 26 de septiembre las familias de los de los 43 estudiantes asesinados volverán a recordar la fecha en las que el futuro de sus hijos quedó debajo de la tierra, en algún lugar que desconocen y no podrán tenerlos en el cementerio para poderles visitar y sentir que están cercas, como personas. La verdadera realidad de López Obrador como presidente de México es esa. Ahora. su sucesora, parece que como alumna aventajada no va a cambiar mucho su política, como se está apreciando a falta de una semana para hacerse cargo del gobierno. Como decía con su peculiar lenguaje y estética el gran Mario Moreno, más conocido como Cantinflas, “para mí todas las ideas son respetables, aunque sean “ideítas” o “idiotas””.
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