Guada Guerra nos descubre 'Las cosas que nos pasan': "Me apetecía mostrar esa cara de la amistad que no siempre es bonita"
Sofía, Irene, Julia, Belén y Claudia alcanzan la treintena y se encuentran en planos vitales distintos. Una duda si quiere ser madre, otra lo desea con todas sus fuerzas, otra no encuentra a esa persona especial, otra no sabe qué le pasa, pero algo le pasa... En medio de este grupo de cinco amigas nos sitúa Guada Guerra (Vigo, 1991), que en su debut literario ha creado una obra coral y radicalmente generacional, donde todos los milenials -y los no tan milenials- pueden verse reflejados en asuntos como la precariedad laboral, la frustración vital o la presión que ejercen las redes. Galiciapress charla con la autora, que todavía tiene por delante un mes de abril cargado de presentaciones para dar a conocer 'Las cosas que nos pasan' (Plaza & Janés), todos esos asuntos que se esconden también en la música o en las pequeñas cosas.
Ya lleva más de un mes en la calle este debut literario. ¿Cómo está siendo esta experiencia de ser la que recibe las preguntas y no la que las hace?
Todavía estoy asimilando, todavía estoy como un poco disociada. El otro día en una entrevista llegué a la recepción y dije que iba para una entrevista. Cuando llamaron para dar el aviso y dijeron ‘Ya está aquí la escritora’ yo me giré, buscándola. Todavía no lo asimilo. Además, en el día a día sigo con mi trabajo y sigo haciendo las presentaciones, entonces sí que es verdad que ha resultado muy cómodo mucha parte del proceso porque al ir a una librería normalmente son librerías conocidas, sitios conocidos, sitios en los que estoy cómoda y en los que habitualmente yo acompaño a otros autores, pero es verdad que cuando me dicen ‘¿Dónde te quieres sentar?’ ¡Yo en mi silla de siempre, en la de presentar! Las respuestas me las sé porque son mías, pero en esto de mantener conversaciones y tal, puedo estar cómoda porque es lo que hago siempre, pero cuando veo que alguien que no conozco me escribe porque se lo ha leído, alguien sube una captura de pantalla a redes o de algo subrayado… Me da mucha impresión, todavía estoy como muy disociada.
¿Y llegar a la librería y que en la estantería o en el escaparate el libro sea el tuyo?
No lo veo como mío todavía. Luego cuando pienso y digo: ‘Vale, sí es’, voy y me fijo en los que están al lado, me da como mucha impresión y mucho vértigo.
Los que te conocemos por tu otra faceta más allá de la de escritora te vemos muchas veces rodeada de figuras de la literatura consolidadas. ¿'Las cosas que nos pasan' nace de ese contacto con este mundillo o hubo siempre una necesidad por contar estas historias?
Escribo desde siempre. Escribía textos, relatos, escribía muchas veces por trabajo o por contratación, guías de turismo, guías para marcas… A nivel proyectos de escritura, en el mundo laboral, ha habido siempre, y a nivel personal la necesidad de escribir, pues siempre en libretas o en notas del móvil, pero siempre historias más breves, más cortas.
La pulsión o la necesidad de escribir una novela siempre había estado ahí, pero siempre en posponer, porque la vida va muy rápido y es un proyecto que abarca mucho tiempo y siempre era una cosa de futuro con la que nunca me ponía en serio. Al final, por todo este contacto que tengo con el mundo editorial, conozco a Gonzalo Albert, director literario de Plaza & Janés, de Suma de Letras y de Roca Editorial. En octubre de 2023 me llamó para hablar de otros autores que venían a Galicia, de las cosas que íbamos a hacer, y antes finalizar la conversación, después de 40 minutos al teléfono, me dijo: ‘Oye, ¿y tú cómo te ves escribiendo una novela?’. No sabía que me lo decía en serio, porque me lo podrían preguntar, pero no un director editorial. Sonaba a propuesta y lo era. ¡Llevábamos 40 minutos al teléfono y me lo suelta al final!
Le dije que sí porque, aunque esté en el mundo literario, soy plenamente consciente de que estas cosas no pasan, de que una oportunidad así viene una y es una vez. Hay mucha gente muy válida y muchas historias buenas metidas en un cajón, porque no encuentran el hueco, el momento, la ventanita por la que se tiene que colar. No tenía nada escrito, pero sí sabía de qué quería escribir. Nos vimos en Madrid y en la reunión propuse el tema, algo que les encajaba, y acordamos unos plazos cuando firmamos el contrato. Ahí ya me tuve que poner seria, ya no podía posponerlo más.
LA AMISTAD Y LA MÚSICA COMO EJES
En esta novela tocas muchísimos temas, desde el amor y la maternidad hasta la presión social que provocan las redes. Resulta radicalmente generacional, algo que vemos ya en el primer momento con el apartamento de Sofía, un espacio con el que podemos identificarnos muchos… Supongo que tiene mucho de autobiográfica esta novela.
No tiene tanto de autobiográfico, pero a la vez lo tiene todo, porque hablamos de una pandilla de cinco amigas en la treintena en la ciudad de Vigo. Es inevitable que no me toque. Estoy en todos los personajes, no sé en qué grado, pero se nota. Mi idea inicial era escribir una novela generacional. Lo que me está pasando y me está sorprendiendo mucho ahora es el feedback de lectores de todas las edades que conectan, desde personas de la generación de mi madre e incluso de la generación de mi abuela. Me hacen comentarios respecto a cómo se sintieron al leerla porque volvieron a cuando ellos tenían esa edad, y a veces me dicen que se siguen identificándose con cosas que les siguen pasando ahora, cosas que creía se pasaban con la edad, pero resulta que no, que estos quebraderos de cabeza siguen ahí con el paso de los años.
Después, sobre los temas que yo quería tocar, sí que tenía claro que quería abordar todos esos temas, pero al sentarme a escribir me di cuenta de que eran inabarcables para un solo protagonista. Ahí partió la idea de que tenía que ser una novela coral, de que no podía sostener un solo personaje tantas cosas, y que tenían que ser varios y que tenían que ser varias voces. Lo dicen mucho los escritores y es verdad: una vez construyes los personajes cobran vida. Yo querer llevarlas por un lado o por otro, ponerlas en una encrucijada, que ellas la aceptaban o no, ya iban ellas. Yo me limité a escribir lo que les pasaba.
En este libro podemos encontrar a Gardel, a Arde Bogotá, a C.Tangana, a Andrés Suárez, a Silvio Rodríguez… ¿Cómo de importante es la música para ti? Porque es un hilo conductor en la novela…
La música es imprescindible. La novela se llama ‘Las cosas que nos pasan’ porque en el proceso de escritura, cuando todavía apenas llevaba un mes o dos escribiendo, una amiga me preguntó de qué estaba escribiendo. Le dije: ‘De las cosas que nos pasan’. Me miró y preguntó que si era el título… ¡Y le dije que sí, pero acababa de salir, de manera natural! Se lo dije al editor y me dijo que como título provisional estaba bien, algo que me pinchó un poco el globo… Pasados los meses, con la novela entregada, ya vi el título en las pruebas de cubierta y me hizo mucha ilusión. Resulta que ya le gustaba el título al principio, pero que ‘Antes teníamos título, pero no teníamos novela, por eso lo de provisional’.
Quería incluir la música en la novela, porque creo que ‘Las cosas que nos pasan’ están en cualquier obra de literatura, en cualquier película, en cualquier serie, en el arte y en la música. Que a todos nos es familiar esto de que venga una canción a explicarnos qué nos está pasando o cómo nos estamos sintiendo, pensar que una canción la han escrito para ti. Nos encontramos en las canciones, algo que era un poco la idea de estas páginas y de este libro, que sirvan de punto de encuentro, de esto de que, estamos un poco perdidos o estamos un poco frustrados o estamos un poco faltos de expectativas. Creo que nos pasa a todos y considero que las canciones también sirven para eso y de percha en esta novela, formando parte de la experiencia del lector al darse cuenta en qué momento. Algunos lo ven claro en el capítulo 3, otros en el 17…
También permea en el lector el valor que puedes darle a la amistad, a esa familia que elegimos. ¿Sigues conservando a muchas amigas de la infancia? ¿Te pasa como a mí que te resulta imposible veros como adultos?
Absolutamente. Tengo la suerte de que conservo a mis amigas de toda la vida. También han llegado amigas nuevas a mi vida y también en la novela procuro reflejar nuevas amistades, porque creo que una cosa no invalida a la otra y que todo es compatible. Estoy de acuerdo, como se dice en la novela, que muchas veces todas esas amistades que conservamos de la infancia, si se sumasen hoy, no serían nuestros amigos. Esto de tolerarle a alguien que siempre llegue tarde, que nunca conteste, que no sé qué… son cosas que toleramos de personas que llevan con nosotros toda la vida, que son familia. A que acabamos de conocer si nos hace algún desplante que a amigos que permitimos a otros y no llega a ese grado de amistad.
Sin embargo, a medida que pasan los años y las vidas cambian, nos vemos obligados en ocasiones a soltar y dejar a gente atrás.
Y cuesta mucho. No sabemos cómo hacerlo. Muchas veces las dos partes lo saben, pero se mantiene por lo menos en fechas señaladas por esto, por rutina, por no afrontar esa conversación que también nos pasa mucho. A mí me apetecía mucho hablar sobre la amistad y hablar sobre los roles que se establecen en los grupos de amigos. Y la comparación muchas veces de cómo nos vemos a nosotros mismos y cómo nos ven nuestros amigos.
Todo ese juego procuré meterlo en la novela porque me parecía interesante porque la gente se identifica o los compara con sus amigos. Creo que todos tenemos a esa amiga que cuida, esa que está pasando por un peor momento, esa más atribulada… Sin caer en estereotipos, porque todos tienen sus relieves y sus complicaciones, me apetecía reflejar todo eso y una amistad no dulcificada, porque a mis amigas les hablo muy mal muchas veces. Seguramente sea quien es peor les hable, a quien es peor y a quien es mejor. Entendemos generacionalmente más ahora a los amigos que elegimos como familia y que entonces tenemos ahí una red y un espacio seguro en el que podemos ser nosotros ampliamente. Y me apetecía esa cara de la amistad que no siempre es bonita.
"ANTES DE ABRAZAR A BELÉN, ABRAZATE TÚ"
Por otra banda, también es muy feminista al radiografiar a distintas mujeres con sus propias pulsiones: encontramos a la que salta de flor en flor, la que vive pegada a su pareja, la que no encuentra el amor, la que está absorbida por su trabajo, la que hace de mamá de todas… ¿Te inspiraste en muchas mujeres para componer a este grupo o son precisamente las que componen cualquier grupo de amigas?
No, no tienen nada que ver con mi grupo de amigas. En mi grupo de amigas, en cuanto a puntos, podemos estar en situaciones más parecidas. Tampoco todos los rasgos de todas las protagonistas fueron intencionados. Hice un perfil muy completo de cada una, pero era su punto de partida. Cómo evoluciona en la novela ya es cosa de cada una y ya lo fue pidiendo cada personaje.
Luego, en una pandilla de amigas en la treintena, creo que la maternidad tenía que estar porque es un tema para algunas de ellas, un momento en el que nos planteamos ¿Vamos a querer ser madres? ¿Sí? ¿No? ¿Cuándo? ¿Con quién? Hay gente que ni se lo plantea y también está reflejado en la novela y hay gente que tiene clara su posición y no necesita darle ni media vuelta más. Ese aspecto era uno que me apetecía tocar porque en la treintena el reloj biológico y de las redes sociales están ahí.
¿Cómo se comportan cada una con sus parejas o no parejas? Se toca o se menciona sin ser un pilar principal de la novela porque creo que se desarrolla en una semana va de viernes a viernes, pero ellas en su amistad y en sus contactos vuelven o comentan asuntos del pasado muchas veces. El cambio que ha habido para estas mujeres de cómo ellas crecieron y se constituyeron como mujeres en la adolescencia y en su primera etapa de la adultez a las adultas que son ahora, llegó el feminismo en medio. Después de su paso por la universidad llega este feminismo, representado de muchas maneras y que las cambia y las hace revisarse y entender las cosas de otra manera.
No hay una manera buena ni hay una mala. Hay distintas maneras de feminismo. Toda esa revisión que se hacen y todas esas nuevas conclusiones a las que llegan sí que me apetecía reflejarlas porque creo que, generacionalmente, hemos cambiado muchísimo más que lo que pudo cambiar mi madre de los 20 a los 30. Simplemente por el volumen de información que tenemos ahora, por el contexto social, por todo a lo que tenemos acceso. El cambio más allá de mujer y más allá del propio desarrollo está el cambio de pensamiento que se establece en esos 10 años de los 20 a los 30 en nuestra generación es importante.
Aunque todas tienen sus particularidades, en el caso de Belén casi siempre estamos en su cabeza, una forma muy singular de profundizar en el personaje y también en un tema como el de la salud mental, ¿no?
El personaje de Belén tenía claro que quería que fuese una voz completamente diferente. Belén no pasa por un buen momento y muchos lectores me dicen: ‘Que ganas de abrazar a Belén’. Nos vemos en Belén en algún momento de nuestras vidas. Dudé mucho si a Belén hacerla en primera o en segunda persona porque al final lo que leemos es su voz interior. Decidí hacerlo en segunda persona porque creo que ataca más, que es más dura, más dañino oírte decir ‘No vales’.
Quería que Belén funcionase un poco como espejo porque a veces nos decimos cosas muy graves sin tener en cuenta lo graves que llegan a ser o el daño que pueden llegar a hacernos. Antes de abrazar a Belén, abrázate a ti, porque cuando vemos que lo hace Belén en este caso nos parece grave, nos asusta, nos impresiona y nos impacta. Cuando lo haces tú, ¿qué? ¿No importa? Es igual de grave e igual de importante.
Quería reflexionar también sobre de cómo estamos tratando a una amiga que sabemos que está mal. ¿Qué estamos haciendo por ella? ¿Cómo la abordas? ¿Qué estamos dejando de hacer? ¿Cuánto lo vamos a dejar pasar hasta que esto reviente? Porque creo que nos pasa a todos, que la vida va muy rápido y que siempre tenemos cerca a alguien que no está bien y no llegamos, o no podemos llegar, o decidimos no llegar y priorizar otras cosas.
También introduces conversaciones de WhatsApp directamente en los diálogos entre las protagonistas.
Esa conexión online era necesaria. No quise abusar tampoco porque no me parecía muy cómodo, pero hay puntos en los que es necesario también por cómo se sienten gestionando el WhatsApp contestando, no contestando, por las interacciones que hay detrás del WhatsApp más que por delante en WhatsApp.
LAS LECCIONES DE LA ABUELA
Otra cosa que encontramos es la frustración y una visión hasta cierto punto pesimista de muchos aspectos de la vida. ¿Es también algo intrínseco de los milenials, que parece que estamos siempre condenados a cabalgar entre crisis y guerras que provocan otros?
Creo que nacimos en una España de bonanza económica donde todo era clase media. Todo iba bien y si querías estudiar ibas a tener un trabajo cojonudo y si no querías estudiar estaba la obra. Cuando éramos pequeños que faltase trabajo no era un problema y nuestras expectativas se construyen así, con un trabajo, una casa, una segunda residencia, un matrimonio, unos hijos y un coche y la expectativa general de la generación es un poco esa. Pero cuando empezamos a estudiar la burbuja revienta, hay una gran crisis económica, lo del trabajo es un solar, todo es paro. Salimos con nuestro título debajo del brazo y no hay trabajo en ningún sitio. Nos dicen que estudiemos más, que probemos idiomas, que nos vayamos fuera, que nos diferenciemos... Ahí se empiezan a establecer también las brechas económicas entre cada familia porque hay quien puede seguir estudiando, hay quien tiene que volver a casa y hay quien puede permitirse un máster.
Empezamos a diferenciar esos roles. Coincide con un contexto en el que llega Internet a nuestras vidas de manera masiva. Tenemos el mundo en la mano con el teléfono móvil, una ventana del mundo con acceso a todo lo que no tenemos y a todo lo que no somos. Nos genera una frustración constante porque creo que, como generación, entre criarnos con esa idea de que lo vamos a poder tener todo siempre queremos más, nada nos vale. Siempre queremos un trabajo mejor, un coche mejor, una casa mejor, un viaje más lejos, un vestido más bonito. Más, más, más… Pienso en la vida que tenían mis abuelos y mis padres y seguramente a mi edad tenían hijos y la casa pagada, pero seguramente no se habían ido de viaje fuera de España.
Hay muchas cosas que cambiaron, vivimos en una sociedad más individualista, llegamos a la edad con una pieza de expectativas que no encajan en el puzle de la vida actual. El matrimonio se cae como institución, la Iglesia también, todo el mundo cambia y no sabemos dónde colocarnos, nos genera frustración.
Buceando por otras entrevistas que te han hecho me cruce con lo que te dijo tu abuela al leerlo: ‘Yo tenía menos, pero era más feliz”. Me recordó a una frase que dice Rodrigo Cortés que es que la decepción va en función de las expectativas. También puede ser un poco eso, que se nos marcaron expectativas muy altas…
O no. En realidad, las expectativas con las que crecimos las heredamos de la situación que teníamos en la infancia. Y pasan por tener una casa y el trabajo. ¿El mundo era mejor antes que ahora? Creo que no. Entendemos que evolucionamos. Lo que pasa es que en algún momento esto nos ha ido de las manos y que vivimos arrollados por un capitalismo que no nos está permitiendo crecer. El problema de la vivienda ahora mismo está reflejado en la novela porque tenía que reflejarlo para que se pudiese conectar con lo que está pasando.
El hecho de trabajar todo el día, de no tener tiempo para nada, de que sea noticia que podamos ver a nuestros amigos, es como, ¿qué estamos haciendo mal? ¿Dónde está el fallo? ¿Dónde rompimos la pieza y dónde no está encajando todo este sistema? ¿Por qué no va? ¿Y por qué no somos capaces de cambiarlo? Porque nadie está contento con esto, porque a todos nos genera problemas esta sensación y seguimos en ella. No somos capaces de darle la vuelta. Cuando mi abuela me dijo eso yo entendí que ahí está todo. Me dio las gracias porque me dijo que entendía muchas cosas y que le había servido para entender muchas cosas.
Y, ahora que has escrito el libro y que deja una pregunta flotando: ¿Eres lo que querías ser?
No sé si soy lo que quería ser, pero estoy contenta con lo que soy.
Aunque esta es la primera, imagino que ya habrás escuchado muchas voces pidiendo la segunda. ¿Podemos esperar más cosas con la firma de Guada Guerra?
Que habrá más novelas lo puedo confirmar, porque disfruté mucho de todo el proceso. ¿Si se publicarán? Eso no depende de mí. Tengo muchos temas en el cajón para ponerme a escribir, pero me están pidiendo una segunda parte de las niñas. No era algo que me plantease cuando terminé la novela, pero han pasado los meses y las echo de menos. Ahora con la promoción estoy escribiendo poco, asimilando y disfrutando el momento. Lo que vendrá después o si se podrá leer no lo tengo claro. Pero seguir escribiendo sí, porque es un vicio.
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