“Si te afliges, te aflojan y si te aflojas, te afligen”. La frase, según parece, fue dicha por el presidente panameño Omar Torrijos (1929-81) a Felipe González. El chascarrillo hace referencia a la capacidad de aguante para evitar darse por vencido en una situación difícil, pero respecto a la cual aún se disponen de medios para solventarla. En este artículo la frase nos sirve como alegoría para ilustrar el asedio incesante del capitalismo de ‘casino’ de corte anglo-norteamericano para domeñar al Modelo Social Europeo y -eventualmente- hacerlo desparecer.
Como segundo recurso ilustrativo en este editorial, se utiliza el apelativo de Super Mario. Recordarán los aficionados a los videojuegos el famoso personaje popularizado por Nintendo hace 30 años. Se trataba de un esforzado fontanero de ficción cuya misión era la de rescatar a Pauline, luego Princesa Peach, una damisela secuestrada por un siniestro simio. Nuestro ‘héroe’ es Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo (BCE) desde el 1 de noviembre de 2011. Su experiencia como banquero y experto financiero es larga y contrastada. Fue director ejecutivo del Banco Mundial durante 1985 y 1990.
Entre enero de 2002 y enero de 2006 fue vicepresidente, por Europa, de Goldman Sachs, a la sazón cuarto banco de inversión del mundo. Con posterioridad, ocupó el cargo de gobernador del Banco de Italia hasta octubre de 2011.
La capacidad persuasiva de Super Mario evitó por sí sola la desaparición del euro como consecuencia de la crisis especulativa que se desató contra la moneda europea hace unos años, y que a punto estuvo de consumarse con su desaparición en verano de 2012. El 6 septiembre de ése año, el gobernador del BCE, Mario Draghi, anunció un cambio histórico en la política monetaria europea al declarar solemnemente que el euro era un objetivo estratégico que debía ser preservado por encima de cualquier otra consideración. El gobernador bancario europeo respaldaba su compromiso de implementar cualquier medida a su alcance para conseguir tal objetivo. La suya, ciertamente, no era una posición personal sino que había sido respaldada por el Consejo de Gobierno del Banco, compuesto por un Comité Ejecutivo con el propio Presidente, el vicepresidente y cuatro miembros, todos ellos designados por el Consejo Europeo por votación con mayoría cualificada y por los gobernadores de los bancos centrales de los países de la Eurozona.
Con el programa ‘Operaciones Monetarias Directas’ (Outright Monetary Transactions) el BCE pasó a desempeñar el rol de prestamista de última instancia. Con tales actuaciones el BCE entró en el propio juego de los mercados. Al aducir el recurso a cantidades ilimitadas de dinero, el BCE pretendía dar un golpe de autoridad ante los especuladores. Es decir, y para exponerlo en palabras más prosaicas, el BCE estaría dispuesto a darle a la máquina de imprimir dinero y respaldar el valor del euro, limitando puntualmente los movimientos especulativos que, pese a todo, siguen persistiendo hoy en día.
Ello es intrínseco a la globalización financiera imperante. En realidad tales especulaciones son consustanciales a la propia naturaleza del capitalismo de ‘casino’ financiero, y a los intereses inconfesados de las dos economías con monedas propias (dólar estadounidense y libra esterlina), y que albergan a los dos principales centros financieros del mundo: Wall Street neoyorquino y City londinense.
Las críticas a Super Mario son también internas en la Eurozona. Buena parte de ellas proceden de Alemania, donde se le acusa de que su política de bajos tipos de interés es confiscatoria de los ahorros alemanes. Contraargumenta Draghi que los bajos tipos de interés no son sino la consecuencia de un exceso de ahorro sobre las posibilidades o los deseos de inversión. La responsabilidad de Alemania al respecto es innegable, lo que ha conducido al superávit por cuenta corriente de la eurozona. Un exceso de ahorro sistemático que entorpece las inversiones tanto públicas como privadas y propician el incremento de la demanda del resto del mundo.
Mario Draghi es consciente de las limitaciones de sus prerrogativas como gobernador central europeo. Por ello, y en correcta puridad democrática, ha recordado a menudo la necesidad de debatir en la Eurocámara acerca de los pasos adicionales necesarios para reforzar la arquitectura económica y monetaria europea. Más allá de los avances en la consolidación fiscal y la aplicación de reformas estructurales, el presidente del BCE propone avanzar en otras uniones como la fiscal y, sobre todo, la política. Serían ellas unas reformas muy eficaces para poner freno a los movimientos de capitales desbocados.
Para darnos una idea de la incidencia de los capitales peregrinos en su incesante búsqueda de mejores rentabilidades, baste recordar que durante 2015, los gestores de los 25 fondos especulativos más importantes del mundo ganaron 13.000 millones de dólares, cantidad equivalente a toda la economía junta de las Bahamas, Namibia y Nicaragua.
De acuerdo a los datos publicados por la revista especializada ‘Institutional Investor’s Alpha’, las ganancias de los gestores de fondos especulativos con mayores rendimientos eclipsan los sueldos de los ejecutivos de primer nivel en Wall Street, objeto frecuente de críticas por sus contratos multimillonarios. Compárese, por ejemplo, el sueldo de Jamie Dimon, el banquero mejor pagado como director ejecutivo de JPMorgan Chase (27 millones de dólares anuales), con las estratosféricas ganancias de Kenneth Griffin, fundador y director ejecutivo de Citadel, y James Simons, fundador y presidente de Renaissance Technologies, los cuales compartieron el primer puesto de los mejores remunerados, con 1.700 millones de dólares anuales cada uno. Téngase en cuenta que los gestores de estos fondos reciben comisiones basadas en una fórmula conocida como "2 y 20". Es decir, cobran una comisión del 2% de los activos que gestionan y se quedan con el 20% de la rentabilidad que obtienen para los inversores.
Como Presidente del BCE, Mario Draghi ganó 385.860 euros en 2015 (un 1,6% más que el año anterior). Los pensadores críticos con el desarrollo del capitalismo de los últimos tiempos, y los abiertamente anti-capitalistas que gozan de predicamento electoral en España y el resto del Viejo Continente, dirán que la consideraciones anteriormente expuestas son juegos de artificios para apuntalar un proyecto europeo gravemente enfermo y, quizá, ya en fase terminal. Un modelo, aducen, que da ventaja los intereses del gran capital en detrimento de la Europa social. No les faltan poderosos argumentos, ni convincentes razones. Mientras tanto, mejor no aflojar para no afligirnos irremisiblemente, ¿verdad Super Mario?
Luis Moreno
Profesor de Investigación del Instituto de Políticas y Bienes Públicos (CSIC) y autor de ‘Trienio de mudanzas’
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