Decía Ortega a comienzos del siglo pasado, en “La España Invertebrada”, un clásico, <<que España no sufría una enfermedad, era una enfermedad>>.
Hay en España, actualmente, una multitud de lo que podemos llamar “enfermedades”, es cierto que es un país desarrollado, donde por lo general se vive bien, algunos muy bien, donde ocurren una serie de cosas que nos afectan y hacen que España sea un país caótico y no transparente, “por diferente….”, son temas cotidianos en conversaciones, pero “nadie con mando en plaza los quiere abordar”, casos de corrupción que afloran todos los días, aspecto "impensable" en otros países de la Unión Europea, con tradición, ética y democrática, donde al no cumplir las expectativas prometidas, hace que los partidos políticos no siguen en el poder, menos aún si siguen robando, en plena crisis, o desde el origen de los mismos…
Nos informan cotidianamente, de varios casos de políticos y gente de toda condición, que afectados por “esta enfermedad social ya endémica” como la aceptación de sobres, sobornos, consentimiento de construcciones de poca calidad, sobreprecios, facturas falsas, ingresos que no devuelven, etc. Etc. El listado rebasa los límites de este artículo.
Podemos hablar de esta enfermedad en España, que es “la corrupción”, acompañada del descrédito de los votantes hacia los políticos.
La caída del bipartidismo en las últimas elecciones, que en teoría parecería positivo, frustró las esperanzas de muchos votantes al empeñarse los elegidos, en poner los carros delante de los bueyes, y no hay manera de avanzar, el colmo es que pareciera que la culpa es de los electores.
Entre los millones de problemas que ocurren España, el más renuente y presente, como digo, es: “la corrupción”, la que se refiere al mal uso del poder público para conseguir una ventaja o las miles de transaciones cotidianas que esos mismos votantes llevan a cabo, generalmente de forma secreta y privada, no hay actividad que no se vea afectada. El término opuesto a corrupción es la transparencia, cosa que brilla por su ausencia y no forma parte de las tertulias que son las que crean tendencia en este país.
Todo los tipos de gobiernos, entidades o personas son susceptibles de ser corruptos. Las formas varían, las más comunes son: la información privilegiada, tráficos de todo tipo, sobornos, fraudes, malversación, prevaricación, caciquismo, despotismo, y lo que es peor no tiene rechazo social... de ahí, el elevado número de "infectados". Esta enfermedad infectocontagiosa”, facilita a menudo otro tipo de hechos criminales como el narcotrafico, lavado de dinero, la prostitución, etc.
Estamos ante lo que parece que es “un sólo problema”, pero…“es la madre de los problemas” y lleva consigo miles más. Socialmente no lo podemos permitir, urge, por tanto, un diagnóstico certero para curar y empezar a erradicar “esta peste, fuente de muchas más enfermedades”.
Son temas, que a nadie les gusta hablar y menos empezar por reconocer errores e intentar poner remedio o decir: ¡Basta Ya! por el contrario pasa el tiempo y... ¡No pasa nada! Los ciudadanos no han penalizado estas conductas en las recientes elecciones, y los nuevos elegidos ya presentan síntomas de contagio... "esto ya no es una enfermedad, se ha tornado en una plaga”.
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