Se atribuye a Giulo Andreotti, el mayor elefante de la política italiana de los años 80 y 90, una frase referida a la política española: “manca finezza”. Venía a decir, este irrepetible líder político, que a la política española le faltaba finura de la que se supone estaba sobrada la política italiana de esas décadas. Una fase política que se caracterizó por los múltiples acuerdos partidarios (el pentapartido) cuyo objetivo estratégico central era impedir que el entonces poderoso PCI (Partido Comunista Italiano), segunda fuerza política italiana, llegase no ya a gobernar, sino ni siquiera a entrar en el gobierno. La finezza era, realmente, la habilidad de los partidos políticos italianos restantes (pentapartido) para repartirse el poder y las prebendas.
Guardando las distancias y las diferencias cabe preguntarse sí en la política española, más en concreto sí actualmente en el PSOE y en PODEMOS no “manca finezza”.
Seguramente que muchos de los que votaron bien a PSOE bien a PODEMOS tengan un importante enfado con los líderes respectivos (Pedro Sánchez, Pablo Iglesias) por su tremendo ego y su irresponsable empecinamiento. Porque sí algo está claro es que la mayoría de los votantes de ambos partidos votó por que se entendiesen. Sin embargo, cada día que pasa parece más difícil un acuerdo satisfactorio entre ambas partes. Cada día que pasa también parece evidente que se debe a una infantil e irresponsable manca finezza.
Por una parte tenemos al PSOE, con Pedro Sánchez a la cabeza, que actúa como sí hubiese tenido la mayoría absoluta de los votos y de diputados, y que por eso mismo no ha precisado de un apoyo sólido como el de PODEMOS, Más aún, todo apunta a que P. Sánchez, que parece manejarse a golpe de encuestas, quiere aprovechar su situación de superioridad para provocar el mayor desgaste posible en PODEMOS, confiado en que en una hipotética nueva convocatoria electoral saldrá más favorecido. He ahí su amenaza de apoyo sin gobierno de coalición o convocatoria electoral. Una actitud con la que demuestra no aceptar que en España la izquierda es plural porque así lo queremos los ciudadanos. Mal, muy mal síntoma.
Por otra parte, PODEMOS, y su líder Pablo Iglesias, que cada día que pasa se parece más a Julio Anguita, no es quien de frenar sus ganas de entrar en el gobierno ni de esconder, aunque fuese un poco, su desconfianza hacia el PSOE. Un comportamiento que no tiene en cuenta que el PSOE fue el partido más votado y de forma contundente por lo que le corresponde la iniciativa. Un comportamiento que tiene también una explicación en clave partidista. La dirección de PODEMOS piensa que la grave crisis que actualmente atraviesa su organización quedaría aparcada sí entran en el gobierno. En caso contrario, incluso con programa acordado, la crisis se prolongaría y el futuro de PODEMOS seguiría en el aire.
En este contexto ambos parecen coincidir en que en una repetición electoral quien tiene más que perder es lo otro. Pero ambos, no obstante, parecen ignorar que “están condenados a entenderse” porque así lo quiere una mayoría social entre la que se encuentra, por caso, el movimiento sindical. Sí están condenados a entenderse, ¿por qué retrasar el acuerdo?: manca finezza, o como diría el profesor Sánchez-Cuenca: “son peor que niños”. No saben lo que nos estamos jugando.
Señores Sánchez e Iglesias, lo que nos estamos jugando es la posibilidad cierta de revertir unas políticas públicas austericidas que en España dispararon la desigualdad social y los desequilibrios territoriales como nunca antes había sucedido. Un revertir que apoya una gran mayoría social.
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