Es de lógica, dicen, que cada nueva generación vaya mejorando respecto a su antecesora, en todos los aspectos. Ese es el objetivo de las familias que educan a sus hijos, también de los profesores y en general de la sociedad. Romper barreras, conseguir la igualdad de derechos, erradicar la violencia, mejorar la conciencia y conseguir una sociedad más justa y solidaria.
Esta lucha constante, que pasa de generación en generación, siempre se encuentra con algunos obstáculos que rompen los esquemas. Y enciende la luz de alarma de que algo no se está haciendo, algo falla en la educación.
"Me voy de la política nacional para coger aire y fuerzas". Así lo anunciaba, en redes sociales, Mireia Boya, que abandona uno de los órganos de poder de la CUP. Deja el cargo, por haber sufrido episodios de agresión psicológica continuada por parte de un compañero durante todo el tiempo en la que era diputada en el Parlament de Catalunya, situación que le llevó a tener problemas de salud.
Ahora ha coincidido con ese personaje en su trabajo en el secretariado de la formación antisistema y los recuerdos le han vuelto a la memoria. No ha sido capaz de superarlo. Es una situación realmente incomprensible ¿Durante cuatros años nadie se ha dado cuenta de lo que le estaba sucediendo a su compañera Mireia? Si es así, mal anda el conglomerado de siglas que se destaca por su beligerancia contra todo. Si lo sabían algunos y han mirado para otro lado como si el tema no fuera con ellos, por eso de no complicarse las vidas, la CUP es un fraude. ¿Solo son valientes cuando van en grupos y se tapan las caras para no ser reconocidos? En cualquiera de los casos, este suceso lamentable marca un antes y un después en los cupaires.
Que en pleno siglo XXI en una formación política antisistema, ‘igualitaria’, que rompe moldes, que dice luchar por la ‘igualdad’, amén de otras muchas cosas, resulta incomprensible que una mujer, Mireia, tenga que abandonar la CUP por no encontrarse de frene con ese elemento que la ha maltratado psicológicamente es realmente indignante. ¿Sorprende? Claro que sí.
Con esta denuncia, los que mueven los hilos de la CUP, que son pocos, se quedarán con las manos en los bolsillos, o van a tomar cartas en el asunto, es decir, sacarse de encima a este “compañero”, hacer limpieza y mostrar que su formación no tolera actos e individuos como ese. Las puertas están para entrar, pero también para salir. La CUP, por si no lo sabe, debe mostrarle la puerta, pero para salir.
Dicen que “La vida es un 10% lo que me ocurre y 90% cómo reacciono a ello”. Pues que se lo apliquen…
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