Ahora que se conoce que está a punto de sentarse en el banquillo tras los delitos de los que se le acusa - delito continuado de prevaricación administrativa, fraude administrativo, falsedad en documento mercantil y delito continuado de malversación de caudales públicos cuando era directora del Instituto de les Lletres Catalanes- se entiende el resultado de la votación.
Está claro que por mucho que se resista Laura Borrás, presidenta del Parlament de Catalunya, tiene que dimitir, le guste o no. Ella sabía que su renuncia iba a llegar tarde o temprano. Borras ha hecho todo lo posible para escabullirse de las acusaciones iniciales que la justicia había dado a conocer. Por eso jugó fuerte para hacerse con el control de su partido, que le podía respaldar cuando llegara el momento. Con lo que no contaba es con la presentación de otra candidatura encabezada por Jordi Turull. Al final, en el último minuto llegaron a un acuerdo y se repartieron el poder: para Borràs la presidencia del partido (con competencias ejecutivas) y Turull secretario general. La constitución de la ejecutiva fue consensuada y las vicepresidencias del partido se repartieron a partes iguales. Borras con sus dos personas de confianza Aurora Madaula y Francesc Dalmases, al que considera su sombra. Mientras que las otras dos recayeron en Josep Rius y Anna Erra. Las votaciones en el congreso del partido pusieron a Borràs un poco más cerca del suelo: Jordi Turull consiguió más votos que ella.
La gente se olía que algo podía pasar con una posible imputación de la nueva presidenta del partido. Ahora que se conoce que está a punto de sentarse en el banquillo tras los delitos de los que se le acusa - delito continuado de prevaricación administrativa, fraude administrativo, falsedad en documento mercantil y delito continuado de malversación de caudales públicos cuando era directora del Instituto de les Lletres Catalanes- se entiende el resultado de la votación.
Laura Borràs, que no tiene la virtud de la moderación y la prudencia, se ha llegado a creer que es la reina del mambo y que ha venido utilizando la ya tan conocida treta de “estoy sufriendo una persecución policía” cuando la realidad es otra por mucho que intente enmascararla. Pensaba que sus actos no iban a tener consecuencias, está claro que no está siendo así. No sé quién dijo que “hay que elegir las palabras con la misma cautela que a los amigos”, claro que esto no va con ella.
Dada la situación creada, Laura Borrás tiene que marcharse a su casa le guste o no. Borràs se sentará en el banquillo y la segunda institución de Catalunya no puede sufrir una nueva degradación. Con este escenario, Turull tiene que decidir que no se puede producir otra nueva crisis institucional porque Catalunya está por encima de los personalismos. Amenazar con romper el gobierno no es la mejor solución. Borras como Oltra, por motivos diferentes, debe renunciar. Esa decisión de “sacrificio”, le guste o no, es lo que se necesita ahora.
La presidencia del Parlamento, por reparto de poder con los republicanos, le corresponde a JxCat. Pues que elijan a otra persona que ellos consideren y a seguir adelante sin volver la vista atrás para que Catalunya no se convierta en una estatua de sal.
La responsabilidades de los políticos son tomar decisiones y asumir las consecuencias, les guste o no. Laura Borras ha sido víctima de ella misma, no de los jueces.
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