Diego Mariño y Pablo Insua se cobraron su venganza en su regreso a El Molinón
Los futbolistas gallegos del Granada volvieron a la que fue su casa y se llevaron los tres puntos para mantener al Granada en la pomada.
Un gol en la recta final del partido de Siren Diao, canterano del Granada, permitió al cuadro nazarí asaltar un fortín como es El Molinón y llevarse a casa tres puntos que coloca a los franjirrojos a tiro de piedra del ascenso directo que hoy ocupa el Real Oviedo. Fue una alegría para todos pero si hubo dos futbolistas que vivieron el encuentro con una sensación agridulce esos fueron Diego Mariño y Pablo Insua, que no hace tanto estaban celebrando la victorias del Sporting de Gijón, equipo al que ahora habían hecho besar la lona.
DOS VIEJOS CONOCIDOS
El paso de los gallegos por la ciudad asturiana fue bien distinto. Pablo Insua llegó hace tres temporadas y su rendimiento, aunque notable, no bastó para encontrar equilibrio en un equipo llamado a pelear por el ascenso pero que se las tuvo en más de una ocasión para evitar apuros mayores. Este verano, y pese a formar una sólida dupla con su paisano Rober Pier, hizo las maletas y abandonó el cuadro rojiblanco para enrolarse en el Granada donde, poco a poco, parece ir ganando galones. De hecho, esta fue la primera titularidad en once jornadas y la primera vez que completa los 90 minutos desde el pasado 24 de septiembre.
Su papel fue destacado marcando a futbolistas como Dubasín o Queipo, aunque también iniciando el juego desde la retaguardia, pero tal vez tuvo más trabajo el guardameta, el vigués Diego Mariño, que por primera vez en ocho años defendía los palos de El Molinón con una camiseta que no era la del Sporting. Emblema del sportinguismo durante seis temporadas, en su séptimo año se marchó en enero para probar fortuna en un Almería donde nunca disfrutó de oportunidades. El descenso de los almerienses a Segunda y su reconstrucción le abrieron la puerta de salida cuando ya nadie buscaba un portero.
Sin embargo, Mariño disfrutó siempre de un gran cartel en Segunda, siendo uno de los cancerberos más cotizados y mejor considerados en la división de plata. La irregular temporada de Luca Zidane y Marc Martínez forzó al Granada a acudir al mercado y señalarlo a él como dueño de la meta de Los Cármenes. Desde su llegada nueve partidos: un empate, dos derrotas y seis triunfos que han aupado a los granadinos a la zona noble de la tabla. Su buen hacer ha sido determinante, también ante un combativo Sporting, para llevar a su nuevo club a pelear por el ascenso.
Tanto el de Ames como el de Vigo viven ahora un buen momento en Granada, donde tratan de demostrar que el equipo de Fran Escribá puede aspirar a todo, aunque eso signifique algún triunfo con regusto amargo, como el del sábado en Gijón. Hay amores que duelen, pero la profesionalidad es lo primero.
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