# Claves de la semana

El Racing de Ferrol, el Deportivo de La Coruña que pudo ser con la presidencia de 'Estrella Galicia'

Bajo la dirección del Grupo Élite, vinculado al CEO de la cervecera Hijos de Rivera S.A., el club ferrolano ha mostrado ser un proyecto bien dirigido en contraposición de un club en manos de una entidad bancaria. 

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Ignacio Rivera | Foto: EP

 

La derrota del Deportivo de La Coruña en Castalia deja al club gallego, otro año más, en Primera RFEF. La temporada 23/24 será la cuarta campaña consecutiva de los gallegos en la división de bronce del fútbol nacional. Hasta su descenso en 2020 los blanquiazules jamás habían pasado tanto tiempo en “tercera” de forma consecutiva. No es fruto de la casualidad, sino que responde a una inestabilidad económica y deportiva que acosa a los herculinos desde hace más de una década, cuando el club comenzó una deriva que se consumó con el naufragio a Segunda B hace tres años y con la imposibilidad de reflotar a este club que estuvo muy cerca de tener una estructura mucho más sólida, similar a la que presenta hoy el Racing de Ferrol.

 

 

De hecho, el Dépor pudo ser lo que es hoy el Racing, o quién sabe si mucho más grande, al ser los coruñeses un club con una historia y una masa social mucho más potente que la de la modesta entidad ferrolana, que nunca llegó a la élite del futbol profesional, como sí hizo el Deportivo -y que conquistó con la Liga del 1999/2000-, pero que ahora están un peldaño por encima de sus vecinos en lo deportivo y a años luz de distancia en lo institucional. 

 

LA LLEGA DE ÉLITE

La fortaleza de los verdiblancos reside en su buena gestión. Desde la llegada del Grupo Élite al palco de A Malata, el Racing fue escalando en la tabla y armando un equipo que pudiese competir siempre por el ascenso. Entre 2016 y 2017 se fraguó la compra del Racing a la familia Silveira, al frente del club durante más de 20 años, y al Concello de Ferrol, entonces gobernado por Jorge Suárez, que tenía el 39% de los títulos y estipulaba en su diálogo con Rivera que de ninguna forma la compra de las acciones podía responder a intenciones especulativas. 

 

Fue un proceso largo y duro, ya que Ignacio Rivera, presidente del grupo Hijos de Rivera S.A. (Estrella Galicia, Cabreiroá...), tuvo que demostrar que no quería que el Racing fuese su juguete ni un capricho de ricos, sino que proyectaba hacer del club un referente, y para ello necesitaba garantías de que podría construir el Racing del futuro con libertad. 

 

 

Rivera, a través del Grupo Élite, se rodeo de buenos asesores y puso las primeras piedras del club que vemos hoy adquiriendo participaciones a título propio, hasta hacerse con más de la mitad del accionariado en 2018 después de un largo tira y afloja con la familia Silvera, que vivió momentos dramáticos desde el plano personal y que sigue vinculada al club contando con voz en el Consejo de Administración, integrado por otros nombres relevantes como Fernando Matías Wirtz Rodríguez, el presidente José María Criado Labajo, que cuenta con la confianza de Élite desde su desembarco, o el director deportivo Carlos Mouriz, el ingeniero del Racing que llegó avalado por su buen hacer en su etapa en el CD Lugo y resultó todo un acierto.

 

PASOS CORTOS, CAMINO SEGURO

De hecho, la prioridad de Élite fue no desapegar del Racing a los que habían estado al frente del club en sus horas más bajas. Se trataba por tanto de mejorar y profesionalizar lo que ya había, no de destruir y empezar de cero. De hecho, todo este proceso de compra tuvo lugar en un momento especialmente delicado, con el Racing de Ferrol cayendo a Tercera División, donde solo estuvo una campaña, y con el club en quiebra técnica. En adelante, el ascenso de los departamentales fue fulgurante, postulados siempre como un firme candidato al ascenso.

 

Asentarse entre los cocos de la categoría no fue inmediato, pero tampoco fue un proceso acelerado, ya que no se buscaba eso, sino cimentar las bases firmes de la planificación. No se trataba de grandes fichajes y proyectos a golpe de talonario, sino de ir modelando poco a poco, sin grandes cambios y mejorando a partir de las bajas y oportunidades.

 

No fue hasta la última jornada del curso que acaba de finalizar que toda Ferrol pudo saborear un ascenso cocinado a fuego lento. El expresidente del Deportivo, Tino Fernandez, e Ignacio Rivera vivieron la final ante el Celta B en el campo y celebraron la consecución del objetivo en el césped, con lágrimas de alegría. De hecho, Tino Fernández es otra pieza importante en esta trama, ya que después de cerrar su etapa al frente del despacho principal de la Praza de Pontevedra asumió labores como consejero del Racing y forma parte de Élite. 

 

 

 

DE LA SERIEDAD DEL RACING AL BAILE EN RIAZOR

Con Tino Fernández se vivieron los últimos momentos verdaderamente felices en Riazor, como el último ascenso a Primera, pero desde su salida -muy cuestionada y con la afición totalmente polarizada- el baile de nombres en la presidencia del Dépor ha sido una constate: Paco Zas, Juan Antonio Armenteros, Fernando Vidal y Antonio Couceiro han ocupado la presidencia en un lapso de cuatro años, probando la inestabilidad de un club cuya propiedad pertenece hoy mayoritariamente a Abanca, presidida por Juan Carlos Escotet, que tiene toda la intención de deshacerse de un club deficitario en el aspecto económico pero cuya viabilidad es inimaginable sin el respaldo de la entidad bancaria. Un saldo negativo de unos 50 millones impide la venta del club y la llegada de compradores.

 

Rivera controla en torno a tres cuartas partes del accionariado del Racing después de desembolsar cerca de un millón de euros solo en acciones -transformando la deuda en títulos-, además del dinero invertido en Élite y en dotar de más músculo económico al Racing. Su aventura tampoco le ha reportado grandes beneficios, más bien todo lo contrario, ya que hasta ahora el margen de beneficios en la entidad racinguista brilla por su ausencia, tal y como reconocía su presidente en mayo, poniendo en valor a su vez que Élite siguiese apostando por un proyecto a largo plazo y sin caer en histerias por los números rojos. 

 

Es más, Segunda solo es un escalón de paso en el plan de llevar al Racing a Primera, objetivo que se marcó su máximo accionista desde el primer día. Una ciudad deportiva, una verdadera estructura de cantera y estimular el fútbol base son otros de los puntos claves de la gestión de Rivera. La proyección del club en Segunda, los derechos televisivos o la venta de abonos pueden suponer un buen espaldarazo financiero para el año que viene. 

 

¿EL DEPORTIVO DE RIVERA?

No obstante, mucho antes de posar sus ojos en A Malata, en Hijos de Rivera centraban sus esfuerzos en acercarse a los mandos del Deportivo de La Coruña. La empresa coruñesa tiene un fuerte arraigo en la ciudad y en la economía gallega. Su apuesta por deporte, ya fuese patrocinando eventos deportivos, escuderías y pilotos del mundo del motor como Ferrari o Marc Márquez o como sponsor principal de los principales clubes gallegos u otros como el Real Valladolid o el brasileño Corinthians, donde han abierto un nuevo mercado, prueban que en Hijos de Rivera se toman muy en serio las empresas en las que se embarcan. 

 

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Estrella Galicia patrocina equipos del mundial de Moto GP, de Fórmula 1, del fútbol español o de Brasil, entre otors | Fotos: EP 

 

Algo no debieron ver claro cuando no hicieron una apuesta más fuerte por el Dépor. El agujero en las cuentas de los herculinos pudo ser el principal escollo para que no fructificasen las negociaciones, así como las responsabilidades del CEO de Hijos de Rivera con la empresa familiar. Las opciones de ir haciéndose con más control en el Racing eran más altas y, económicamente hablando, más baratas. 

 

No obstante, el apoyo de Ignacio Rivera al Deportivo ha sido siempre cristalino, incluso mucho después de llegar a la cúpula del Racing. En 2019, momento el que comenzó a caerse el Dépor, Rivera propuso a Mauro Silva para presidir el club, oferta que el centrocampista brasileño declinó pero agradeciendo públicamente la iniciativa del empresario gallego. 

 

En aquel momento, tras el anuncio de Tino Fernández de que dejaba la presidencia, el nombre del propio Rivera era el que sonaba con más fuerza para tomar el control, algo de lo que se desmarcó, a pesar de que por entonces contaba con una pequeña participación en el club, que en aquel año resultaba decisiva pero que ahora es insignificante ante el 77% del control que posee Abanca después de dejarse más de 35 millones de euros para convertir deuda en acciones.

 

"No es, ni ha sido mi intención en ningún momento, presentar candidatura alguna, ni presentarme formando parte de ninguna posible candidatura al consejo de administración del Depor", comunicaba Rivera en aquel momento. "Mis proyectos profesionales actuales harían inviable conciliar ambas responsabilidades. Soy de la opinión de que el fútbol requiere de una gestión profesionalizada, y por tanto yo no podría dedicarle el tiempo que esta responsabilidad demandaría", apostillaba. 
 

Entrar a valorar qué hubiese pasado si Rivera hubiese llegado a presidir el Deportivo de La Coruña supone jugar al fútbol ficción. Sin embargo, es fácil pensar que la estructura del Dépor de hoy sería muy distinta, ya que la profesionalidad y seriedad que ha demostrado Élite en la ciudad vecina acredita que las cosas pudieron hacerse de otra forma en Riazor, pero ya desde mucho antes, antes de que Abanca controlase más del 77% de una entidad hipotecada de por vida y que ahora tiene que someterse a su enésima reconfiguración. Así, mientras que el Racing de Ferrol sube como la espuma de la cerveza, al otro lado de la ría de Ferrol y Betanzos, el Deportivo de La Coruña pierde todo el gas y se desinfla. Dos formas distintas de ver el fútbol y los negocios. Qué distinta podría haber sido la historia...

 

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Ignacio Rivera, con los brazos en alto señalando al cielo, celebra el ascenso del Racing junto a Tino Fernández, Cristóbal Parralo y los jugadores racinguistas | Foto: La Liga

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