#Claves de la semana

Carmen Villar: "En la poesía lo hermoso es el misterio; en el periodismo, la claridad"

El debut de Carmen Villar Alonso, Os mil e un día, es una de las sensaciones editoriales en Galicia en el último año, con unas notables ventas y un formato innovador, que actualiza la lírica al incorporarla a las redes sociales. En esta entrevista, la autora rebae las acusaciones de bucolismo, reflexiona sobre la relación entre periodismo e inflancia y, entre otros temas, nos recomienda dos libros para escapar de la tristeza otoñal.


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Carmen Villar en una foto de Eduardo Navarro
Carmen Villar en una foto de Eduardo Navarro

Sus  poemas desprenden una visión claramente positiva del rural. La aldea se identifica con la infancia, cuando, de adultos, pensamos que todo era más simple. De verdad el era? Cuando menos, la suya debió sello...

Dijo Rilke mejor que yo que "la verdadera patria es la infancia", aunque yo matizaría que eso sucede cuando te permiten vivirla cómo tal. Por desgracia, muchos niños están sometidos al mismo sufrimiento de los mayores. No fue ese mi caso: tuve una inmensa fortuna porque mis abuelos maternos, que me criaron, fueron mi escudo, mis manos, mis ángeles de la guardia, y me ahorraron cuantos males pudieron. De esa manera, no solo pude ser biológicamnete niña, sino ejercer cómo tal, despreocupadamente. Creo que los niños que se pueden permitir el lujo de serlo poseen la virtud del presente. Son quien de ser y de estar sin matices ni trampas. Ese presente incluía, en el paraíso donde crecí, sumergirse en la belleza de la naturaleza y en el amor de los abuelos, a los que les dediqué el libro como coguionistas de esos mis días. Así que sí, de verdad era todo más simple y pleno.

 

Puede que esta visión provenga efectivamente por esta su experiencia personal; pero no le parece también que hay quien la puede acusar de caer en el tópico del bucolismo ...

Pienso que sí, que se me podría acusar de eso, aunque me defendería. Las personas que me lean y conozcan ese mundo para poder opinar, quizá tuvieron experiencias diferentes del rural. A lo mejor, incluso tienen parte de razón porque nuestra memoria, la mía tampoco, no es una cámara de vídeo que registre los acontecimientos tal y cual pasaron, sino una traductora que convierte las vivencias en recuerdos después de filtrarlas a través de los sentimientos y de todas las experiencias que vinieron después. Sin embargo, creo que esos mismos sentimientos son los que infiltran los poemas y sobre los sentimientos no es posible discrepar, solo compartirlos o no. Lo que sí vine en las presentaciones, y atesoro con cariño, fueron personas emocionadas porque también habían sido criadas por sus abuelos y que comprendían ese doble vinculo, con quien nos ama y con la tierra. Cierto que para nosotros esa tierra era un patio de recreo sin muros y, en cambio, para los adultos, suponía trabajo, esfuerzo, mismo pena, cuando los cultivos no salían adelante o una crecida del río arrasaba  una finca. La infancia es un lujo que los adultos ya no se podían permitir y mi creación está condicionada por vivir en ese mundo, ya en tránsito de desaparición de aquella.

 

Los mil y un días es un espejo de su presencia en redes sociales, en las que a menudo, a veces a diario, publica una imagen acompañada de un poema. ¿Cómo surge esa relación entre imagen y lírica? Por ejemplo, las imágenes, son fotografías que tomó ese mismo día y, al revisarlas, ¿prende la inspiración del texto? O, sucede al revés, tiene un texto en la mente y busca una imagen en su archivo?

Antes que nada, aclarar que el proyecto consiste en un fotopoema al día. Si me retraso por cualquier razón, recupero el ritmo enseguida. De hecho, en este momento ya no son mil y un días, sino bastantes más que dos mil dos. No sigo una regla fija a la hora de componer los fotopoemas. Son fruto de un pulso constante, una interacción no calibrada: a veces una imagen empuja por mí para que hurgue en ella con la palabra y otras tengo las palabras y son ellas las que piden un espejo que las refleje, que las deforme, que las discuta o que pueda atravesar. En ambos casos, la génesis previa es la misma. Ya he mencionado que Suso de Toro dice que hago "poesía ventureira, apañada nas beiras dos camiños " y creo que sintetiza bien la filosofía de mi escritura. Voy cogiendo los versos en los que encuentro dentro y fuera de mí y hay una síntesis entre esas dos fuerzas que varía en función de las circunstancias y que supone también una manera de reconciliarme con dos amores: la imagen, por la que desarrollé el placer y el gusto a través de la fotografía y del dibujo, y la palabra.

Por cierto, usted publica tanto en Twitter como en Instagram. ¿Hay alguna diferencia a la hora de la interacción con la audiencia? Cual, en su caso, prefiere?

Instagram la concebí como una cuenta espejo de Twitter. Me parece que ambas operan de una manera opuesta: en lo que es es ahora X prima a palabra, la conversación, y pienso que lo que más pesa es el texto, aunque esté limitado, o justamente por eso. En Instagram el poso lo deja primero la imagen, es una red más visual, y eso determina también las relaciones e interacciones que se establecen. A lo mejor, percibo una mayor cercanía en X, donde es más habitual encontrar comentarios, pero creo que ambas redes se complementan, como la imagen y la palabra, y que cada una tiene un sentido distinto.

 

Publicar poesía en internet permite una interación que evidentemente no existía en el formato tradicional. ¿Algún comentario de alguno lector vía redes del que se sienta especialmente orgullosa?

Las distancias se extinguieron. En las redes se produce un vis a vis continuo, otra cosa es el nivel de accesibilidad que permitamos, es decir, que respondamos, que hablemos con quien nos habla... Llevo mucho en las redes e incluso hice amigos y, en ese sentido, yo sí noto ese acercamiento y esa naturalidad. Y sí, gente que era lectora habitual de mi proyecto en internet y que compró el libro respondió con entusiasmo y cariño y hubo quien dedicó chíos a hablar del volumen, siempre con generosidad. En particular, porque lo juzgué muy divertido, un chico de A Coruña, Ricardo, se mostró con un ejemplar y animó a los forofos de su cuenta a imitarlo lo antes posible, no fueran a quedarse sin ellos.

 

Llegado el momento usted decide, con más de 40 años, dar el salto y exponerse al público publicando un poemario que, por veces, es muy íntimo. Por que ahora? Por timidez no sería, pues lleva décadas sometida a escrutinio de los lectores en las páginas de información y opinión de Faro de Vigo...

Hace años me habían dicho de publicar, con otro proyecto diferente, pero no me había decidido. Sin embargo, en esas redes de las que hablábamos, la gente a lo largo del tiempo me preguntaba si tenía algo publicado, querían leer más, deseaban saber dónde podía conseguir un libro mío... Siempre respondía que tal vez algún día tocaría. Y tocó: decidí dar el salto de la virtualidad al papel. Aunque llevo muchos años publicando en internet, creo que con la literatura pasa el mismo fenómeno que con el arte que no llega a los museos: precisa aún materializarse en un objeto tangible para optar a ser canónica. Crear en las redes sociales, a pesar de la constancia, es, como digo en uno de mis versos, y ya he comentado, escribir sobre la nieve y saber que el sol derretirá nuestras palabras. Fui afortunada: encontré a Xerais,  donde trataron con mucho cariño el material.  

 

¿Emplea la poesía, de alguna manera, como terapia o vía de escape para la superficialidad que, necesariamente, implica el trabajo de producir información periodística todos los días corriendo?

Le comentaba aun compañero suyo, nuestro, que me preguntaba por algo parecido, diciéndome que la poesía me viene de serie, mientras que el periodismo es un comportamiento adquirido.  En principio, parecen tener poco en común más allá de las palabras, pero en ambos mundos hay que mirar y contar. En el periodismo, el recorrido de la escritura va por fuera y, en la poesía, al revés. En la poesía lo hermoso es el misterio; en el periodismo, la claridad. Sin embargo, es verdad que una poesía contiene más poesía que la noticia de un periódico, por más que intentemos hacerlas el mejor posible.

 

Sus poemas son escuetos y, afortunadamente, nada revirados. ¿Es esto una elección estilística consciente o es herencia que arrastra precisamente de la precisión que exige el lenguaje periodístico?

Cierto que el periodismo exige claridad y concisión, como nos enseñaban en las facultades. Sin embargo, no creo que haya mucho de periodístico en mi poesía. Vuelvo a lo que decía antes de Suso de Toro: como cazadora-recolectora de 'poesía ventureira', miro para los caminos, no solo para los cuidados jardines, y al dedicarle mi atención, ese mundo me devuelve la mirada. Su hermosura no exige grandilocuencias: nadie puede vestir a un pájaro mejor del que lo hacen sus propias plumas. Un amigo me comentó que hacía una poesía "más pop" del que se hace hoy en día y mi objetivo, por lo menos con este proyecto fotopoéetico, es hacer una poesía para todos los públicos, desde nietos a abuelos. Y, hablando de abuelos, fueron también ellos los que alimentaron mi ansia de historias con leyendas y cuentos siempre en un lenguaje asequible, pero fértil. También Rosalía de Castro es una de mis estrellas guía y es omnipresente en mi manera de entender la poesía como algo popular, ese pop del que hablaba, al alcance de todo el mundo, que no precise de la mediación de la intelectualidad o un gran conocimiento previo. Aunque en estos momentos conciba una poesía que sea tan sencilla de leer como beber agua con las manos directamente del río, no creo que tengamos que estar condenados a repetirnos; las personas mutan y sus palabras también lo hacen. A lo mejor algún día amanezco más culterana que conceptista.

 

Parece que el libro vendió bien, por ejemplo fue uno de los más vendidos en Numax el año pasado a pesar de que se presentó el 28 de septiembre, uno de los dos poemarios entre los más vendidos. ¿Para cuando el próximo poemario de Carmen Villar Alonso? ¿Tendrá el mismo formato de fotopoemas?

Pasaron dos mil y dos días, y más, desde que trabajo en este proyecto en permanente construcción, y se me pasó una segunda parte por la cabeza, aunque a lo mejor el momento oportuno para bises no es este. Porloel de ahora, decidí mantener encendida mi ventana diaria a la fotopoesía en las redes. Otra cuestión es hasta cuando. Llevo seis años y medio, a lo mejor paro en siete. Desconozco el futuro. Sin embargo, al lado de ese paseo cogiendo las hierbas floridas de las orillas de los caminos, emprendí una andadura hacia lo profundo de un bosque,el la de la emigración, que atraviesa toda mi vida y, en el fondo, mi creación, junto con los viajes, una de mis grandes pasiones. Pude acercarme, un año atrás, a Argentina y tuve la fortuna de conocer de cerca la diáspora allá y eso, más otras vivencias en el exterior, están alimentando otro cuaderno en el que prima la palabra. Además, como contaba antes, de mis abuelos chupei sobre todo sobre todo leyendas y cuentos y, en un intento seguramente descabellado de desintoxicarme de la poesía que me posee, ando pensado en un volumen de relatos. Tuve la suerte de recibir una bolsa de creación literaria de la Xunta para intentar avanzar en ella y, en dos semanas, andaré por la isla de San Simón en la búsqueda de la inspiración necesaria, aunque quizá el espíritu de la poesía no se deje desnortar. 

 

Los de El Mundo Today los recuerdan que el mejor remedio para soportar la depresión postvacacional es coger otras vacaciones. Vistas las dificultades de tal alternativa, nos recomiende dos libros, poesía o no, gallega o no, para capear estas primeras lluvias. No vale nada melancólico. 

No andan desencamiñados en esa propuesta... La que me hace usted, en cambio, es compleja. Porque la socialización de la educación solo fue el primer paso; ahora estamos viviendo la socialización de la creación y florecen las inversiones en cultura. Galicia no es solo hacedora de versos, como se destaca a menudo, sino una comunidad donde crece bien todo, también el talento literario. Cualquier sugerencia sería injusta porque olvidaría nombres y además tengo cierta propensión a lo melancólico, justo lo que usted quiere evitar. Lo que s í puedo indicarle es el último libro que leí,  "Nós nus", de Olga Nova, y el siguiente que leeré, "Quen precisa unha avoa?", de Andrea Barreira Freije, que acaba de salir de la imprenta, y también asegurarle que ninguno de ellos es melancólico.

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