#Claves de la semana

Recomendaciones de lectura para fomentar el lenguaje en niños durante el verano

El Servicio de Pediatría y la Unidad de Logopedia Infantil del hospital Quirón Salud de Pontevedra han presentado un listado de lecturas por edades y recomendaciones para niños durante los meses de verano. Esta iniciativa responde a las frecuentes consultas de las familias que buscan fomentar hábitos de lectura y estimular el lenguaje en sus hijos.


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Un grupo de niños leyendo
Un grupo de niños leyendo/EP 

 

 

La Dra. Mónica Camaño González, pediatra, subraya la importancia de aprovechar la plasticidad cerebral entre los 0 y los 6 años para estimular el aprendizaje y reducir los trastornos del lenguaje. Según la doctora, “durante este periodo, el cerebro está en su máxima elasticidad, por lo que es fundamental promover hábitos de lectura y aprendizaje”.

 

Eugenia Blanco, coordinadora de la Unidad de Logopedia Infantil, señala los riesgos del uso excesivo de pantallas en niños de 2 a 3 años, lo que puede llevar a un retraso en el desarrollo del lenguaje. Según estudios, “la exposición a pantallas reemplaza estímulos sensoriales esenciales, lo que puede afectar la capacidad de aprendizaje”.

Blanco enfatiza que los niños imitan lo que ven en su entorno. “Es importante dedicar tiempo a leer con ellos, que vean que nosotros también leemos y explicarles por qué disfrutamos de la lectura”. También sugiere que conocer los intereses de los niños es clave. “Debemos identificar sus preferencias, recomendar lecturas y permitirles elegir”. Además, propone crear espacios específicos para la lectura.

 

Guía de lecturas por edades

  • Para bebés de 6 a 12 meses, se recomienda el uso de libros para el baño, de tela, con texturas, sonidos y colores llamativos, o cuentos para cantar. Estos materiales ayudan a estimular la imaginación y fortalecen el vínculo entre padres e hijos.
  • Entre los 12 y 18 meses, los cuentos con pop-ups y pestañas fomentan la interacción, la imaginación, la creatividad y la psicomotricidad.
  • A partir de los 18 meses hasta los 2 años, los libros deben contener historias breves con una estructura clara de inicio, nudo y desenlace. Repetir la lectura del mismo libro varias veces ayuda a afianzar conceptos y anticipar el desarrollo de la historia.
  • Para niños de 2 a 3 años, se recomiendan cuentos con muchas imágenes que faciliten la formación de frases, permitiendo que el lector se convierta en narrador.
  • Entre los 3 y 4 años, los cuentos deben servir para enriquecer el vocabulario, promover la dicción, el lenguaje y la conversación. Es aconsejable el uso de libros con letras mayúsculas para facilitar el reconocimiento de palabras.
  • Finalmente, de 4 a 6 años, los cuentos deben alinearse con los intereses del niño para fomentar el aprendizaje y consolidar el hábito de la lectura.

 

¿Por qué somos capaces de aprender tanto mientras somos niños?

El Homo sapiens tiene una capacidad notable para aprender el lenguaje durante sus primeros años debido a varias razones biológicas, neurológicas y sociales. En primer lugar, la plasticidad cerebral, que se refiere a la capacidad del cerebro para adaptarse y formar nuevas conexiones sinápticas, es especialmente alta en los primeros años de vida. Esta plasticidad permite que los niños absorban y procesen la información del lenguaje de manera eficiente. Además, existen períodos críticos en el desarrollo infantil durante los cuales el aprendizaje del lenguaje ocurre de manera más natural y rápida. Durante estos períodos, el cerebro está especialmente receptivo a estímulos lingüísticos.

 

El aparato auditivo de los niños también juega un papel crucial, ya que están preparados para distinguir y procesar una amplia gama de sonidos del habla. Esta capacidad disminuye con el tiempo, lo que explica por qué los adultos tienen más dificultades para aprender nuevos idiomas. La estructura del cerebro humano, en particular áreas como el área de Broca y el área de Wernicke, está especialmente dedicada al procesamiento y producción del lenguaje. Estas áreas son más activas durante los primeros años de vida, lo que facilita el aprendizaje del lenguaje.

 

Además, el aprendizaje del lenguaje está íntimamente ligado a la interacción social. Los niños están inmersos en entornos donde se les habla constantemente, lo que les proporciona un flujo continuo de estímulos lingüísticos. La interacción con los cuidadores y otros adultos no solo expone a los niños a palabras y estructuras gramaticales, sino que también les permite practicar y recibir retroalimentación, lo que es esencial para el aprendizaje del lenguaje.

 

En resumen, la capacidad del Homo sapiens para aprender el lenguaje de manera tan eficiente durante los primeros años de vida se debe a la combinación de la alta plasticidad cerebral, la existencia de períodos críticos, la preparación auditiva, la especialización cerebral para el lenguaje y la intensa interacción social que experimentan los niños.

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