La risa incómoda y sana se adueña del EMHU 2023, un festival en el que caben el humor y la muerte

Los 75 años de historia del Teatro Colon han presenciado de todo. No pocas cosas han ocurrido sobre las tablas del recinto herculino, que en sus bodas de brillantes puede presumir de haber sobrevivido a una pandemia mundial, a innumerables crisis económicas y a temporales de vértigo como los que cada estación azotan a la Marina coruñesa. Ayer aguantó un ciclón en forma de cómico canario con el show de Ignatius Farray, que presentaba su espectáculo 'La comedia salvó mi vida', uno de los platos fuertes del Encontro Mundial de Humorismo, que arrancó el pasado viernes y que tendrá un gran colofón el próximo domingo 7 de mayo, también en el Colón.

SHOWS Y PALOMITAS

La III Edición del EMHU dio el pistoletazo de salida el viernes con el 'Buenismo Show', tuvo una prórroga con el moderno espectáculo 'Sin datos no hay paraíso' y con dos funciones de 'Humoris Causa', que reunió en un mismo espacio a Dani Rovira, Eva Hace, Javier Cansado y Xosé Touriñán, y cerró la semana con una edición especial de 'Estirando el chicle' desde el Castillo de San Antón, con Ignatius y con la película 'Amigos hasta la muerte', con Marta Hazas, Mauricio Ochmann y Javier Viega, que hace de director y protagonista.

Del film y las vivencias de María, Nacho y Suso preferimos no contar nada, más allá de que aquellos que la disfrutaron en teatros encontrarán en la citan una experiencia totalmente renovada y que acerca, con el hilo conductor de la comedia, experiencias que a todos nos resultaran familiares, como el amor, la amistad, los secretos y la pérdida. Anótenla en todo caso para septiembre, cuando llegará a todas las salas de España. 

FILOSOFAR Y REIRSE

De Ignatius y su show...lo suyo sería tampoco contar mucho. Hay que vivirlo, como todo en el EMHU, donde las cosas, como tantas experiencias graciosas, contadas pierden. El monólogo del canario es un delirio desternillante, una deriva que transita entre la crítica política, el surrealismo y lo absurdo, con bailes, canciones y desnudos integrales. "Esto es lo que os lleváis por 19 euros", proclamó, en más de una ocasión.

No, el suyo no es un humor para todos -tampoco se lo pide nadie-, pero la risa que despierta es un idioma universal mientras busca "tocar fondo colectivamente". Él ya lo advierte, el suyo no es un espectáculo "que necesariamente tenga que ser divertido". 

Incómodo, ácido, grosero...hasta se le puede tachar de abusón por su forma de someter al público -pregunten si no a Pedro, el muchacho con la camiseta del Inter de Milan y sobre el que Nacho descargó toda su bilis durante buena parte de las casi dos horas de discurso-. Él es así. De otra forma, no sería Ignatius Farray. 

Y después de los chistes de canarios, de gitanos, de negros, y de todo cuanto grupo social desfavorecido se le puso por delante, al 'Mencey en el exilio', a la vista de que no había ofendido a nadie, no le quedó otra que sacar la artillería pesada: "Hablemos de feminismo". "Me queda una sola bala, pero voy a apuntar bien". La diana eran unos espectadores rendidos a todo cuanto cántico quiso entonar a viva voz. 

La puntería de Farray es como la de los organizadores el EMHU: atinada siempre. El suyo es un ejemplo de que no hace falta gustar a todos, solo a unos radicales que compartan la filosofía del festival, esa que recuerda que estamos aquí por un periodo de tiempo muy breve, de modo que vayamos y disfrutemos al máximo, aunque ello implique hacer reflexiones sobre la vida, sobre la muerte, sobre la libertad, sobre el amor, sobre los privilegios y sobre cualquier tema del que podamos filosofar con buen humor. Y si no, ¿qué puta mierda es esta? All right.