Hay que felicitar a las fuerzas políticas sistémicas –las de los artículos 135 y 155- y a sus medios altavoces afines, que son mayoría, y de rebote al IBEX 35 que apadrina a todos ellas, por conseguir esconder lo que fue y sigue siendo una gran crisis social tras un conflicto territorial también relevante. Conflicto que no se entendería si no se enmarca dentro de una crisis global sistémica que podemos sintetizar políticamente como una crisis del régimen del 78.


Felicitarlas porque a estas alturas parecía que España, y con ella Catalunya y también Galicia, no habían conocido una gran recesión económica que disparó el desempleo, la exclusión social y la desigualdad social y territorial. Una recesión que tuvo causas políticas: unas durísimas políticas de ajuste fiscal y rebaja salarial –las más duras dentro de la eurozona sí dejamos a un lado el drama de Grecia- que transformaron lo que había sido una crisis financiera (2008) en una gran recesión (2008-2015) aun no resuelta definitivamente.


Una gran recesión que desembocó en una crisis sistémica cuya máxima expresión social fue el 15 M (2011), que dio visibilidad a una gran indignación ciudadana con los poderes establecidos y las políticas implantadas. Movimiento social contestatario del que surgiría PODEMOS (2014) organización política que vino a cuestionar oportunamente el bipartidismo sistémico (PP, PSOE) y a canalizar la voz de los indignados con la crisis y con el bipartidismo.


Una situación de crisis que posteriormente sería hábilmente aprovechada por las fuerzas independentistas catalanas para, con la inestimable ayuda del presidente del gobierno español, un incompetente Mariano Rajoy incapaz incluso de saber en qué año vive, y la de su corrupto partido (PP), para abrir una crisis territorial y de estado. Una crisis territorial que hay que englobar dentro de la crisis social ya citada porque, como muy bien señala el profesor Vicenç Navarro, los que provocaron esta crisis territorial y de Estado son los mismos que antes habían provocado la crisis social. No debemos olvidar, que las fuerzas independentistas catalanes vienen gobernando Catalunya desde hace varios lustros (La. Me las: 2010-2015, F. Puigdemont: 2016-2017) aplicando en este país los recortes de fondos públicos de bienestar más acentuados de España y las mayores privatizaciones de servicios públicos al tiempo que apoyaban todas las medidas regresivas que aplicaban primero J. L. Zapatero (PSOE) y más tarde M. Rajoy (PP), por caso los recortes en las pensiones públicas, y que provocaron la gran recesión citada que impactó también en Catalunya donde la pobreza, la precariedad y la desigualdad consiguieron niveles desconocidos en décadas: hoy el 40% de los catalanes viven peor que sus padres.


Políticas que nada tuvieron que ver con la situación territorial ni con un incuestionable conflicto de competencias. En la gran recesión que viene de atravesar España las fuerzas independentistas que recientemente gobernaron Catalunya (mayormente el PDdeCat -antes CiU- pero también ERC e incluso la CUP que apoyó el gobierno de JxSi) también tuvieron su gran responsabilidad.


En España hay un incuestionable conflicto territorial sin resolver. Pero también hay una grande crisis social que bien se puede calificar de crisis sistémica. Una crisis sistémica que no se resolverá satisfactoriamente si no se resuelven la crisis social y la crisis territorial. El problema es que quienes pueden resolver aquella no parecen quienes de atender debidamente la segunda y que entre los que tiran de la crisis territorial están, como decía, los que tienen su cuota de responsabilidad en la crisis social.




Quien, de buena fe, piensa que la resolución (?) de la crisis territorial es la antesala de la resolución de la crisis social se equivoca totalmente como, por caso, viene de demostrar el resultado de las últimas elecciones catalanas donde, dato muy significativo, una gran parte de las clases trabajadoras catalanas votaron a las derechas conversadoras, mayormente Ciudadanos. Partido que tuvo un crecimiento espectacular en el cinturón industrial de Barcelona, algo que no se entendería si no se tiene en cuenta lo anteriormente subrayado. Esta vez en la zona más poblada de Catalunya –Barcelona y su área metropolitano: Santa Coloma de Grámanet, L´ Hospitalet de Llobregat, Cornellá, Sant Buey, con más de 3 millones de habitantes- Ciudadanos fue la opción política más votada. Triunfó en un terreno que parecía era exclusivo de las izquierdas catalanas.

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