Mireia Belmonte es una extraordinaria deportista que acaba de emocionarnos con sus nuevas proezas en el Mundial de Natación. Su oro y sus platas engrandecen su leyenda y nos dejan la sensación de que las mujeres deportistas españolas van a dejar muy pronto, muy por detrás a sus homónimos masculinos. Lo cual, no solo es una buena noticia, sino la evidencia más clara que, a nuestra compañeras de viaje en la vida, les ha sentado muy bien el nuevo siglo, si no fuera porque la violencia de género ha ennegrecido sus hazañas con auténticas barbaridades cometidas por nosotros los varones.
El independentismo catalán tampoco ha podido con esta mujer, a la que TV3 relativiza y la TVE utiliza como arma arrojadiza de la españolidad más rancia y cansina que ya dura demasiados años. Como también resulta odiosa la catalanitis de sus colegas de Sant Joan Despí que ya nos tienen hartos a muchos de los que la soportamos y financiamos con nuestros impuestos. A los dirigentes de ambos Entes y a los políticos que los adoctrinan les convendría viajar más por el Estado y empaparse de la diversidad que nos define como pueblo multicultural y sociedad ruidosamente plural.
Pero, volvamos a la gran Mireia Belmonte, un mito ya viviente de nuestro deporte. Ella es, sin proponérselo, un ejemplo a seguir por muchas niñas en edad ya de tirarse a una de las muchas piscinas de las que esta generación dispone ya, gracias a Dios, en todo el territorio de esta nación de naciones que acaba de descubrir “el gran nacionalista” Pedro Sánchez. Estoy seguro de que pronto veremos resultados que nos llenaran a mucha gente de orgullo, porque aquí, lo que se persigue, es que la mujer pelee en igualdad de condiciones con nosotros los hombres, para que ese complejo de superioridad del que a menudo alardeamos, desaparezca completamente del día a día que debiéramos compartir sin discriminaciones, fundamentalmente, machistas.
Gracias Mireia por un campeonato del Mundo tan espléndido como el que nos has regalado a todas y a todos, y que sigas siendo tan buena gente como quienes te conocen aseguran que eres.