"Cuando alguien no tiene nada que hacer, o decir, mata moscas con el rabo", dice un refrán popular. Eso es lo que le está ocurriendo a Pablo Iglesias, el bolivariano, con su "brillante" idea del TramaBUS que ha puesto en marcha para circular por el territorio, de momento madrileño, con el fin de denunciar la corrupción. Es como si tras la pelotera del autobús de Hazte Oír, la inspiración le haya venido de golpe al líder. Generar polémica es una estrategia que le ha venido funcionando bien a los populistas. El espectáculo diario forma parte de la ideología de la pareja podemita que forman Pablo e Irene.
En el saco de la corrupción mete a Felipe González, junto a Bárcenas, los Pujols y cia. Las mezclas, sin conocimiento de los productos, pueden ser mortales para quienes las realizan. "Los capitalistas especulan y roban como nosotros", fue una de las maduradas más recordadas del presidente de Venezuela, país que está sufriendo las consecuencias, muy duras, de los dictadores Chávez primero y Maduro ahora. Corrupción, represión, cárcel y hambre son las políticas aplicadas por este gobierno "democrático" y defensor de los derechos humanos. Todo un ejemplo de democracia, tolerancia y buen gobierno. Ante esta situación, los dirigentes de Podemos, con Pablo a la cabeza, no han denunciado la situación de Venezuela, se han cuidado mucho de hacerlo, más bien lo contrario. Será porque algunos de ellos han sido "asesores" bien pagados de los dictadores bolivarianos.
Iglesias, que odia a los socialistas, hay constancia de ello, no ha tenido el menor escrúpulo de mezclar a unos con otros, porque ellos quieren cargarse al socialismo español, para eso han venido. Es su objetivo, no el PP, que es la excusa.
Si el bolivariano que predica lo contrario de lo que hace, se dedicara a arreglar los problemas, que son muchos, de su partido, no estarían los territorios levantándose ante la imposición del "líder" de personas y políticas no consensuadas . Eso sí, revestidas de democracia participativa. Los dirigentes de Podemos tienen graves problemas con la militancia, dirigentes territoriales y los votantes. El centralismo y la dedocracia que viene practicando Iglesias, le están empezando a pasar factura. Quizás, por eso, necesita montar numeritos como el del autobús para dar la sensación de lo mucho que trabajan, de lo auténticos que son y que son los mejores de la política nacional. Pero la gente se está dando cuenta de que tras la política televisiva, solo hay demagogia, populismo, poco trabajo y mucho marketing.