Siempre hay gente dispuesta a que en su vida haya al menos un minuto de gloría, aunque el coste que tenga que pagar sea muy alto, como el de pasar a la historia por determinadas declaraciones. “He tenido gran éxito, siendo un total idiota.” Alguien decía esa frase. Eso es lo que le ha sucedido al impresentable de Gabriel Rufián de ERC en el congreso de los Diputados, en su “brillante” intervención en la sesión de investidura de Mariano Rajoy.
Mucha gente ha sentido vergüenza ajena escuchando el discurso del nazi Rufián --apellido que le viene como anillo al dedo-- no solo no tienen altura política, sino que su intervención ha sido como la de un chulo piscinas, dirigida a quien no tocaba, sin preparación, sin conocimientos de política, sencillamente un discurso impropio del partido al que presenta, con una larga historia, como es ERC. Aunque también hay que puntualizar que en los últimos años, el nivel de sus políticos deja mucho que desear.
Dos portavoces tienen los republicanos en el parlamento español: Rufián y Tardá, a cuál de ellos más irresponsables, que dan una imagen penosa e irreal de la sociedad catalana.
El portavozadjunto Rufián ha aprovechado su intervención en la tribuna de oradores no para hablar del candidato Rajoy, sino para insultar, vilipendiar al PSOE --un partido que ha luchado contra la dictadura, que le ha costado muchas muertes entre sus filas y votantes por defender la libertad, la democracia—para que el propio Rufián pudiera tener la oportunidad de decir las barbaridades que ha dicho.
Estas faltas de respeto son las de un provocador imbécil que no se pueden permitir. El Congreso no es el bar del barrio, y sus palabras ofensivas guardan un odio que solo puede llevar a la división entre la gente. Personajillos como estos no pueden ocupar un lugar en el hemiciclo. La tribuna del Congreso no debe ser utilizada para que actores frustrados sean protagonistas y dejen en un mal lugar a la institución a la que debería tener más respeto de lo que tienen ya que no es un plató de televisión.
El PSOE ha antepuesto los intereses del país a los de su propio partido, lo ha hecho pensando en que este país no puede seguir paralizado, ni puede permitirse unas terceras elecciones. Pese a no estar de acuerdo con Rajoy y el PP, ha sacrificado sus ideas y se ha abstenido para que se pueda constituir un nuevo gobierno que comience a tomar decisiones, pero eso no quiere decir que le dé carta blanca, no será así.
El coste que para el PSOE por esta decisión está siendo muy alto, pero ha creído necesario hacerlo. El desgarro que se está produciendo dentro del seno de los socialistas es tal que nadie puede seguir metiéndole el dedo en la llaga, y menos aquellos que lo único que aportan son críticas crueles. Los sacrificios de los socialistas son tales que solo merecen respeto. Su abstención ha sido el gesto responsable de un partido centenario. “El sacrificio no está nunca en renunciar a lo que uno es. El verdadero sacrificio está en seguir siendo lo que uno es”, decía Aníbal Troilo, cosa que no entenderá el charnego independentista, como gusta de llamarse Rufián.
Ante el ataque desmedido del impresentable de Rufián al PSOE, hubiera sido todo un gesto de los siete diputados del PSC y el resto de los diputados llamados díscolos, cerrar filas con su partido y haberse abstenido, acatando la decisión del Comité Federal. Pero no, es como si no fuera con ellos. Queda mejor votar ‘no’. Qué oportunidad solidaria han perdido los 15 del ‘No’. ¡Qué valientes¡ Lo mismo que los podemitas, que no solo le han reído la gracia al discurso de Rufián sino, que lo han felicitado posteriormente. “El que confía en imbéciles, termina comportándose como un imbécil”, se suele decir.
No creo que los socialistas --no me refiero a los diputados que se encontraban en el hemiciclo-- les haya gustado mucho las palabras y el tono del representante de ERC, un partido que está gobernando en Catalunya con la antigua Convergència y que se está tragando los casos Pujols&familia, el Caso Palau, Plenafeta y Cia, Ferrocarriles de la Generalitat y un largo etcétera... Todo muy puro, transparente y democrático…