El abuelo de un colegiado adolescente falleció en la madrugada de este lunes tras sufrir una agresión en el pabellón de Vilalonga (Sanxenxo) durante un partido de balonmano de categoría cadete femenina el pasado 15 de diciembre. Andrés Rico, de 68 años y vecino de O Grove, perdió la vida tras más de dos meses hospitalizado en el Álvaro Cunqueiro de Vigo a causa de un traumatismo craneoencefálico provocado por una caída tras ser empujado por otro espectador.
El incidente que conmocionó al deporte gallego
El suceso ocurrió cuando el joven árbitro, nieto de la víctima, pitó un penalti controvertido durante el encuentro entre el Sanxenxo Balonmán y el Rasoeiro. El padre de una jugadora del equipo visitante comenzó a increpar al adolescente de 15 años, lo que motivó la intervención de Andrés Rico. Testigos presenciales relataron que el fallecido intentó calmar al agresor con gestos pacíficos, pero recibió un empujón que le hizo golpearse contra el suelo.
La caída dejó a Rico en estado de coma irreversible desde el primer momento. Su familia, propietaria de un negocio en O Grove, se vio obligada a cerrarlo temporalmente para acompañarle durante su hospitalización. Mientras, el presunto agresor –identificado como vecino de la misma localidad– continuó con su vida habitual, según denunciaron allegados a la víctima en declaraciones recogidas por la Federación Galega de Balonmán (FGB).
Una familia rota y un deporte en shock
En un comunicado difundido horas después del fallecimiento, la FGB expresó su "indignación e impotencia" ante lo ocurrido. La entidad admitió no haber sabido "transmitir eficientemente que sin respeto nada de esto tiene sentido" y pidió perdón a la familia por "no lograr que quien legisla intuya que lo actual no sirve". El texto, cargado de emotividad, destacaba la ejemplaridad de los allegados del fallecido: "Gracias por ser un modelo para promover lo que nuestro deporte debería sembrar".
La institución deportiva confirmó que mantendrá su campaña institucional contra la violencia en las gradas, iniciada tras el suceso con el cierre temporal de pabellones y formación específica para clubes. Estas medidas se ampliarán ahora con protocolos de seguridad reforzados en partidos de categorías inferiores, donde el 73% de los árbitros son menores de edad según datos internos de la federación.
Justicia y concienciación: los retos pendientes
El caso mantiene abierto un proceso judicial que podría derivar en cargos por homicidio imprudente. Fuentes cercanas a la investigación confirmaron que la Guardia Civil recopiló testimonios de múltiples testigos y pruebas videográficas del altercado. Mientras, en O Grove, vecinos y compañeros del sector pesquero –al que pertenecía el fallecido– preparan una marcha silenciosa para este miércoles.
Este trágico suceso llega semanas después de que una madre denunciara el acoso sufrido por su hija de 13 años mientras arbitraba un partido de fútbol prebenjamín en A Coruña. Ambos casos han reabierto el debate sobre la protección de menores en el deporte base. Expertos consultados por este medio subrayan la necesidad de implementar protocolos de prevención similares a los existentes en el ámbito escolar, incluyendo la posibilidad de prohibir el acceso de adultos a determinados eventos.
La muerte de Andrés Rico deja al descubierto la vulnerabilidad de los jóvenes árbitros y la escalada de tensiones en categorías formativas. Su familia, a través de la FGB, ha hecho un llamamiento a la reflexión colectiva: "Que ningún otro niño tenga que ver cómo insultan a su abuelo por defender lo justo". Mientras, en los pabellones gallegos, muchos se preguntan si este será el punto de inflexión que cambie para siempre la cultura de las gradas.