Mientras Carles Puigdemont vuelve a tener protagonismo por sus siete diputados en el Congreso —a los que tanto jugo le está sacando, como si el Gobierno solo dependiera de ellos—, surge la pregunta: ¿y ERC, PNV, Bildu o BNG? También cuentan a la hora de votar. Lo que sucede es que el huido y su equipo están siempre amenazando. Ya se sabe, el que hace más ruido se visualiza más, y al final casi siempre lo consiguen.
Mientras esos ruidos se prolongan, otros asuntos quedan tapados o, al menos, no tienen tanta repercusión, algo que beneficia a los interesados. No hace demasiado tiempo, en noviembre, Carles Puigdemont decidió que ya no le era útil el Consell de la República, del que era presidente, y de un plumazo liquidó la estructura. Pero, ¿qué papel tenía hasta ahora el Consell? Para no dar demasiadas vueltas e ir al grano: para Puigdemont, el Consell de la República era —o es— su "gobierno en el exilio", presidido por él mismo y con su mano derecha, Toni Comín, como vicepresidente. Comín, el "mejor economista del mundo", le ha dejado con el trasero al aire tras su gestión económica, que ha estado acompañada por el “asesoramiento” de su hermana, Betona Comín, quien ha metido mano en todos los fregados ideológicos, más por amor al euro que por convicción.
Puigdemont, que es un echado “palante” pero no idiota, parece haberse dado cuenta de que Comín solo le ha traído problemas en el Consell, donde las cuentas, al parecer, no están muy claras ni se ajustan bien a la legislación belga, que es donde operan. Además, el dinero que recibían venía de donaciones canalizadas a través de la Asociación Catalana por la República Global, pero en los últimos tiempos esta les ha cerrado el grifo, según denuncia la empresa gestora, que ha detectado irregularidades por parte de Comín. La falta de recursos ha provocado recortes en la plantilla y ha llevado a constituir una gestora tras la decisión de Puigdemont de marcharse.
El problema de Toni Comín, entre otros, es que cuando aterriza en algún lugar, se cree el dueño del sitio. Eso le lleva a no rendir demasiadas cuentas a su entorno y a actuar como si estuviera por encima de todos. Además, se hace acompañar por su hermana Betona, que "manda": lo hacía en Salud, cuando él era conseller, y lo ha hecho hasta ahora. Ella es la encargada del negocio. Lo demostró con su empresa de catering cuando Convergència volvió a la Generalitat con Artur Mas como presidente. En ese momento, se alineó con ellos y dejó de lado a los socialistas, que siempre la habían protegido, especialmente la familia Maragall.
Comín evolucionó ideológicamente: de ser diputado por el PSC, primero como miembro de Ciutadans pel Canvi y después como socialista, pasó a no repetir en las listas al Parlament. Decidió entonces cambiar de rumbo y fue acogido por los republicanos, que lo nombraron conseller de Salud. Allí se llevó a su hermana, que hizo y deshizo a su antojo organizando actos, gestionando visitas y otras actividades. Sin embargo, cuando ERC conoció su manera de actuar, no quedaron muy convencidos. Aprovechando la huida de Puigdemont, Comín decidió seguirle, no tanto por convicción sino por miedo y porque pensaba que le iría mejor junto a él.
Es que Betona, como se ha podido comprobar más de una vez, está siempre presente en todos los "saraos" organizativos porque, como se suele decir, del aire no se vive. Ella es la que decide y siempre la misma empresa se encarga de los eventos: Iniciatives Events SL, una compañía vinculada al procés que ha organizado muchos de sus actos, además de recibir encargos durante los gobiernos de Junts y ERC. También ha trabajado con el Ayuntamiento de Barcelona, tanto en la etapa de Xavier Trias como en la de Ada Colau. ¿Sigue activa ahora? Es posible.
Volviendo a la dimisión de Puigdemont como presidente del Consell de la República, este justificó su marcha alegando que considera el cargo incompatible con la presidencia de Junts per Catalunya. Una excusa que nadie se cree, porque eso nunca le ha importado. Como decía Molière: “Quien quiere ahogar a su perro dice que está rabioso”.
El protagonismo que Puigdemont está teniendo, tanto por sus propias acciones como por las intervenciones teledirigidas de Miriam Nogueras y el resto de su partido, es una ocasión ideal para desviar la atención del estropicio de gestión de Comín en el Consell.
Las consecuencias podrían ser graves, ya que donantes y socios parecen haberse cansado de que el Consell haya sido hasta ahora la finca particular de Puigdemont y Comín. Como se dice, “un problema puede tapar a otro”, y esa parece ser la estrategia de Puigdemont.