Cuando los niños piden a una de sus progenitores que le lean un cuento, al llegar al final del mismo, los lectores suelen decir, como colofón al esfuerzo y queriendo mantener el interés del receptor: “colorín colorado este cuento se ha acabado”. En este caso que nos ocupa, la cosa puede ir por “colorín colorado este cuento aún no se ha acabado”. Así podríamos definir la clausura del Congreso del PSOE, donde algunos pensaban que los críticos alzarían la voz. Poco conocen el funcionamiento del partido socialistas- ocurre lo mismo en todos los partidos- que participan en un congreso para “debatir” su estrategia y elegir al su secretario general, mientras él hace lo propio con el equipo que ha de acompañarle en su mandato de cuatro años. Las cosas están atadas y bien atadas. ¿Cuántos militantes de base acuden al cónclave? Bien pocos: son cargos electores, secretarios del partido, alcaldes, cargos de confianza, etc. Así que el debate es un pacto sellado y bien sellado, con alguna aportación calculada para que no se diga.

El Congreso de Sevilla no era uno más, no, representaba un cierre de filas al líder del partido y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que llegaba a la capital andaluza con la mochila llena de unos cuantos casos judiciales, algunos de los cuales le afectan personalmente: su mujer Begoña Gómez y su hermano. Además del caso Koldo, Aldama y sus declaraciones incriminatorias contra pesos pesados de su partido, Ábalos, y el penúltimo, Juan Lobato, que lo ha tenido y lo sigue teniendo en vilo. Además de las trabas que le ponen los partidos que le dan soporte para gobernar, que son demasiadas.

Con todo esto encima, la consigna era cerrar filas, llegar a acuerdos, echarle la culpa a la derecha y la ultraderecha - que la tienen-, a determinados medios y periodistas, jueces y de momento, solo se ha salvado la Iglesia. Por cierto, los medios de la madre Iglesia, están jugando un papel realmente penoso, sectario y nada cristiano. Porque mentir, dicen, es pecado, y de ellos deben estar hasta el cuello. La ventaja que tienen es la confesión, la absolución de los pecados y después a seguir con la misma cantinela para volver al confesionario.

El Congreso del PSOE ha transcurrido sin “discrepancias” públicas, por lo que no es un congreso como tal. Lo malo es que hace muchos años en los que no hay discrepancias, porque los que mandan las interpretan con disidencia, cosa que no es igual. Las votaciones a la elección de los líderes suelen ser a la “búlgara”, situación que no es buena. Así que, una vez más, el consenso ha sido la carpa que ha protegido a Pedro Sánchez que necesita “todo el cariño” del mundo, como se pudo apreciar en más de una ocasión durante las jornadas congresuales. Significativa es la foto del presidente sentado en primera fila acompañado de su mujer, y sus dos arietes: María Jesús Montero y Santos Cerdán. En ese escenario Sánchez cogía a su mujer de la mano, en un gesto de complicidad que quería demostrar la felicidad que le embarga. No pasó desapercibida la actitud del matrimonio Sánchez-Gómez.

Mientras, la escenificación de consenso entre toda la militancia” socialista era la estrategia del día, mejor dicho, de todos los días. Decía Margaret Thatcher: “Para mí, el consenso parece ser el proceso de abandono de todas las creencias, principios, valores y políticas. O sea que es algo en lo que nadie cree y a lo que nadie pone objeciones”. 

Pasado el fin de semana sevillano, de consenso, de cierre de filas, viene el lunes, donde sus “señorías” han puesto fechas, todas este mes de diciembre, para las distintas comparecencias que son unas cuantas. Así que este mes de diciembre, en el que las ilusiones, las planificaciones de las fiestas navideñas con reuniones familiares y de amigos, no le va a ser muy agradable al presidente del gobierno y su familia, ni al propio partido socialista. “Colorín colorado este cuento aún no se ha acabado”.

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